Tal día como hoy del año 49 a.C., hace 2.071 años, en las afueras de la ciudad romana de Ilerda (actual Lleida) se libraba la batalla más importante de la Segunda Guerra Civil romana (49 a.C. – 45 a.C.) que enfrentó el Partido del Pueblo (liderado por el general Julio César y formado por las familias patricias romanas de escasa fortuna) y el Partido de los Optimates (liderado por el general Gneo Pompeo y formado por las oligarquías terratenientes romanas). Este conflicto había surgido en el plano político (en el Senado de Roma) y se había desarrollado con mucha fuerza en el plano militar (en la provincia romana de la Tarraconense).

Julio César había confiado su prestigio y el éxito de su causa en sus empresas militares. Y con una campaña de una brutalidad extrema, había conseguido ampliar considerablemente los dominios de Roma con la incorporación de la Galia. Después de aquella campaña se había convertido en uno de los personajes más relevantes de la República romana. Y sus enemigos, temerosos de que utilizara su prestigio y su fuerza militar para desbancar del poder al Partido de los Optimates, lo habían declarado enemigo de la República romana y lo habían intentado parar antes de su retorno a la capital.

En cambio, Gneo Pompeo concentró todos los esfuerzos en conseguir grandes pactos de colaboración con las oligarquías indígenas de la península Ibérica, que se acabaría convertido en el escenario de las principales batallas de aquel conflicto. El año 49 a.C. la antigua Iltirta de la nación noribérica de los ilergetes, ya había estado ocupada, devastada y edificada de nuevo por los romanos y renombrada con el nombre latino de Ilerda. Y era un estratégico asentamiento romano que controlaba el paso del litoral mediterráneo hacia el interior peninsular a través del valle del Ebro.

Según la investigación historiográfica, aquella batalla se libró en aquel emplazamiento porque Ilerda era uno de los principales bastiones de Pompeo. Las élites autóctonas que se habían romanizado —después de las dolorosas derrotas indígenas de principios del II a.C.— se habían alineado con la causa de Pompeo. Después de aquella batalla, que se resolvió a favor de Julio César, Ilerda fue castigada y convertida en uno de los destinos más indeseables de la administración romana. En aquella época se popularizó la cita "Videas Ilerdam" (así veas Lleida) a título de maldición.