Tal día como hoy del año 1714, hace 309 años, en el contexto de la última fase de la Guerra de Sucesión hispánica (1701-1714/15) —que las cancillerías borbónicas de París y de Madrid llamaron Guerra de los Catalanes (1713-1714)— las tropas francocastellanas de Felipe V, comandadas por el duque de Berwick, asaltaban la muralla de Barcelona y lograban penetrar en el interior de la ciudad. Aquel episodio bélico se producía después de 413 días de bloqueo borbónico de la ciudad (iniciado el 25 de julio de 1713) y de bombardeos incesantes sobre la trama urbana de Barcelona (lanzaron más de 30.000 bombas, que causaron centenares de muertos civiles y la destrucción total de más de una tercera parte del parque inmobiliario de la capital de Catalunya).

Durante aquella jornada, los combates se trasladaron al interior de la ciudad (en los barrios de la Ribera, del Born y de Sant Pere) y, según las fuentes documentales catalanas y francesas, se luchó plaza a plaza, calle a calle y casa a casa. Durante las primeras horas del día, la resistencia catalana situada en los baluartes del nordeste masacró a la infantería castellana y le causó miles de bajas. En la Ribera, las mujeres del barrio hicieron retroceder a la caballería francesa bajo una lluvia de plomo y una tormenta de piedras. El convento de Sant Pere, situado sobre la muralla de Llevant, entre los barrios de Sant Pere y de la Ribera, cambió de manos once veces. Y lo mismo pasó en el convento de Sant Agustí, y en las calles de la Ribera y del Born.

Según las mismas fuentes catalanas y francesas, hacia las dos del mediodía, los contendientes estaban agotados. Los francocastellanos habían perdido a más de 10.000 hombres y solo habían logrado el control de algunas calles de la mitad este de la ciudad. Berwick, el mando borbónico, consciente de que la resistencia catalana superaba todas las expectativas, temió que Barcelona se convirtiera en su tumba política y militar, y contravino las órdenes de Felipe V, que le había ordenado arrasar la capital de Catalunya. Prefirió parar el tiempo y esperar a que los dirigentes catalanes propusieran una capitulación negociada. Durante aquella heroica jornada, los resistentes catalanes muertos en la defensa de Barcelona fueron enterrados en el Fossar de les Moreres.