Tal día como hoy del año 1969, hace 56 años, en Madrid, el general Franco, jefe de Estado del régimen dictatorial nacionalcatólico español (1939-1975), también denominado régimen franquista, designaba a Juan Carlos de Borbón como sucesor. A partir de ese momento y hasta su coronación —tras la muerte del dictador (1975)—, Juan Carlos de Borbón y su esposa, Sofía de Grecia, ostentarían el título de príncipes de España (1969-1975).

Juan Carlos era el segundo hijo (y primer varón) de Juan de Borbón, quien, después de las renuncias más o menos forzadas de sus hermanos mayores Alfonso (por un matrimonio morganático) y Jaime (por su sordera), se había convertido en el sucesor de su padre Alfonso XIII. Juan de Borbón no llegaría a reinar nunca, a pesar de que en algunos momentos (Guerra Civil/dictadura franquista) pensó que los acontecimientos internacionales forzarían al general Franco a entregarle el poder y podría restaurar el régimen monárquico caído después de las elecciones municipales de 1931.

Juan de Borbón siempre mantuvo una tensa relación con Franco. Al inicio de la Guerra Civil (1936), intentó incorporarse al bando rebelde, pero se lo denegaron. Posteriormente, desde el exilio, se postularía como el auténtico y único depositario de la tradición y de la legitimidad españolas. Finalmente, pactó con Franco que su primogénito, Juan Carlos, se educaría en España. Juan ponía un pie en Madrid, pero Franco se aseguraba de que el régimen nacionalcatólico resultante de la Guerra Civil se perpetuara en la figura y en la tradición de un rey Borbón.

El nombramiento de Juan Carlos cerraba las puertas a su padre Juan y también a Alfonso de Borbón, primo hermano del sucesor y casado con la nieta del dictador. Se dijo que se priorizaba la figura de Juan Carlos porque era hijo de Juan, el cabeza de la casa Borbón española y el referente de los monárquicos españoles, y no se quería fracturar el amplio espectro de apoyo al régimen franquista. Pero también se dijo que Alfonso no era bien visto por el poder económico español ni por los analistas políticos de la administración de Washington, que calibraban un cambio de régimen a la muerte del dictador.

Con el nombramiento de Juan Carlos como sucesor de Franco, la estirpe Borbón —que había sido destronada y expulsada de España después de las elecciones municipales del 12 de abril de 1931 y de la proclamación de la Segunda República (14 de abril)— se aseguraba el retorno al poder.