Tal día como hoy del año 1808, hace 217 años, en el paso del Bruc —que une los valles de los ríos Llobregat y Anoia— se libraba una primera escaramuza en la zona entre la insurgencia española y el ejército bonapartista que sería denominada Primera Batalla del Bruc. Pocos días después (14 de junio de 1808) se produciría un segundo enfrentamiento —con los mismos contendientes y en el mismo escenario— que sería denominado Segunda Batalla del Bruc. En el transcurso de estos episodios bélicos, se empezaría a construir el falso mito del Tamborilero del Bruc, que ha sido profundamente alimentado por el nacionalismo español más conservador y reaccionario.

Cuando se produjeron estos enfrentamientos hacía justo un mes que el rey Fernando VII había vendido la Corona española al emperador Napoleón (Bayona, 6 de mayo de 1808) a cambio del trono de Etruria (un reino satélite del Imperio francés creado sobre el ducado independiente de la Toscana); de una pensión anual y vitalicia de cuatro millones de francos franceses (una verdadera fortuna en la época), y del compromiso de negociar la boda con una infanta europea de sangre real. Napoleón, como nuevo propietario, cedería la corona a su hermano José —que reinaría como José I (1808-1814)—, excepto en Catalunya, que sería separada del reino español e incorporada al Primer Imperio francés como una región más (primavera política y cultural de 1808-1814).

Por lo tanto, los opositores armados no eran resistentes a una ocupación, sino insurgentes que se habían rebelado contra el legítimo régimen bonapartista (Fernando VII había vendido voluntariamente la Corona española y había cobrado a satisfacción). En este punto, la historiografía española moderna ya reconoce que los insurgentes del Bruc eran "soldados desertores huidos de las guarniciones de Barcelona", reforzados con mercenarios suizos y con somatenes catalanes que no luchaban por ninguna patria española, sino por la conservación de las formas tradicionales de vida (la no dependencia del mundo rural con respecto al aparato industrial urbano) que el nuevo régimen bonapartista amenazaba gravemente.

Fue a partir de estas dos escaramuzas que los insurgentes antibonapartistas fabricaron el falso mito del Tamborilero del Bruc, que la investigación moderna ha desmentido totalmente. En el momento en que se produjeron aquellos enfrentamientos, Isidre Lluçà i Casanoves (el pretendido tamborilero) era un joven de diecisiete años que, en el contexto social de la época, ya era un hombre hecho y derecho en edad de casarse. La misma investigación histórica plantea muchas dudas en torno a la participación de Isidre Lluçà (nacido en Santpedor el 14 de marzo de 1791) en aquellas escaramuzas. El personaje que encarnó el falso mito del Tamborilero no murió en el campo de batalla, sino unos meses después en su casa (6 de abril de 1809) a causa de una enfermedad infecciosa.