Tal día como hoy del año 1924, hace 95 años, el general Carlos de Lossada y Canterac, nombrado gobernador civil de Barcelona por el régimen dictatorial de Primo de Rivera, se reunía en el Palau de la Mancomunitat (actualmente Palau de la Generalitat) y, de conformidad con las instrucciones recibidas por el directorio militar, designaba a dedo los nuevos cargos de la institución. La Mancomunitat (el organismo preautonómico creado por Prat de la Riba en 1914) había sido intervenida el mes de diciembre anterior, tres meses después del golpe de Estado del general Primo de Rivera, que había resuelto la destitución de todos los cargos electos municipales y provinciales y su sustitución por elementos procedentes del caciquismo político, económico y sociológico.

En aquella sesión, el general Lossada intervino como presidente accidental de la Mancomunitat y nombró a Alfons Sala i Argemí, senador vitalicio por designación del rey Alfonso XIII, nuevo presidente; como vicepresidentes, a Salvador de Samà, marqués de Marianao, Francesc Xammar, Joan Baptista Vives y Eduard Fonsdebiela, y como secretarios, a Jaume Bartrina, Albert Castañé, Sebastià Solé i Sole, y Antonio Pons i Arola. Todos tenían en común una larga trayectoria política anticatalanista y antiobrerista y un origen social oligárquico. El caso más paradigmático era el de Sala i Argemí, que años más tarde (1936) se sumaria a la rebelión militar contra la República y se convertiría en uno de los elementos destacados de los primeros años del régimen franquista en Catalunya.

Aquel nuevo gobierno no se impuso con el propósito de continuar la tarea que la Mancomunitat había desplegado durante sus diez años de vigencia: creación de escuelas elementales y profesionales, de equipamientos culturales y de infraestructuras viarias, férreas, portuarias, aeroportuarias y de telefonía, entre otros. Su propósito era desmontar la institución y su obra de gobierno. Sala i Argemí y su equipo de demolición se limitaron a seguir las instrucciones dictadas por Primo de Rivera, que consideraba que la tarea modernizadora de la Mancomunitat "ayudaba a deshacer la gran obra de unidad nacional". El 20 de marzo de 1925, Sala i Argemí clausuraba definitivamente la Mancomunitat y al año siguiente Alfonso XIII lo premiaba nombrándolo conde de Egara.

Imagen: Alfonso XIII, Milans del Bosch y Primo de Rivera / Wikimedia