Tal día como hoy del año 1754, hace 269 años, en Madrid y a medianoche, un pelotón militar arrestaba y encarcelaba a Zenón de Somodevilla y Bengoechea, más conocido como el marqués de la Ensenada que, desde 1748, era el primer ministro del reino de España. En 1749, el rey Fernando VI (hijo y sucesor de Felipe V) y el marqués de la Ensenada habían elaborado un plan consistente en arrestar, deportar y exterminar a toda la población gitana del reino de España. Aquella maniobra se inició el 30 de julio de 1749, a medianoche y por sorpresa, en los accesos a los barrios gitanos de las principales ciudades del reino y, durante los primeros días, la corona española detuvo y deportó a un mínimo de 12.000 personas. Aquel plan fue denominado, oficialmente, la "Gran Redada".

Tras la detención y deportación, las familias fueron separadas. Las mujeres, las niñas y los niños de hasta ocho años fueron recluidos en fábricas textiles de titularidad real (las Realas Fábricas), donde fueron sometidos a un régimen de trabajos forzados, maltratos e infraalimentación —agravado por la aparición de enfermedades—, que tenía como objetivo provocar la muerte después de generar un rendimiento económico para las arcas de la corona, que debía amortizar el gasto de aquel macabro operativo. Los hombres y los niños de más ocho años fueron deportados a los astilleros reales y fueron sometidos al mismo régimen, y con el mismo propósito que las mujeres y las criaturas. Se estima que aquel operativo, que estuvo activo durante cinco años, causó la muerte de unas 20.000 personas de etnia gitana.

En 1754, Fernando VI y Ensenada ya habían perdido el interés por los resultados de la "Gran Redada". En aquel momento, en la cancillería española, el tema estrella era la tensión entre Francia (que un siglo antes había relevado a la monarquía hispánica en la categoría de primera potencia continental y mundial) y Gran Bretaña (que aspiraba a relevar a Francia). La mayoría de los secretarios de estado eran partidarios de una neutralidad, pero Ensenada estaba entusiasmado con la idea de entrar en guerra al lado de Francia. Finalmente, sería la reina Bàrbara quien promovería un golpe de estado que se saldó con la caída de Ensenada. El arquitecto del genocidio contra el pueblo gitano desapareció de la primera escena, pero no fue juzgado nunca por sus crímenes.