Tal día como hoy del año 1745, hace 278 años, en Dóng Kinh, actualmente Hanoi (reino de Dang Ngoai, ahora extremo norte de Vietnam), moría asesinado el misionero dominico Francesc Gil de Frederic. Según la versión oficial, Francesc Gil murió decapitado después de ocho años de reclusión en una prisión local en condiciones infrahumanas, donde sufrió torturas y enfermedades. Fue condenado a muerte por un tribunal local de la ciudad de Luc-Thuy-Ha, su sentencia fue firmada por el rey Trinh Doanh, y fue ejecutada en la capital del reino.

El mismo día, también fue ejecutado el misionero dominico aragonés Mateo Alfonso de Leciniana, que tenía la misma edad que Gil y que había llegado a Dóng Kinh junto con el evangelizador catalán. Estas persecuciones, reclusiones, torturas, condenas y ejecuciones se producían en un contexto ideológico muy concreto: los poderes locales de la región señalaban a los misioneros cristianos (católicos y reformistas) como agentes al servicio de potencias extranjeras, y los torturaban para arrancarles información y después les aplicaban la pena capital.

Francesc Gil había nacido en 1702 en Tortosa, en una familia campesina acomodada del Raval de la Leche, en el sur de la ciudad. Estudió en los conventos de Sant Domènec de Tortosa y de Oriola y al de Santa Caterina de Barcelona. El 1727 fue ordenado sacerdote, y en 1730 fue enviado a misiones. Inicialmente estuvo en las Filipinas (1730-1735) y después en Dóng Kinh (1735-1745). Fue el primer europeo que aprendió la lengua del país. Durante su estancia en libertad (1735-1737) trabajó y predicó, y la incipiente comunidad católica que estaba formando lo nombró afectuosamente a Cha Té (padre Té).

Durante aquella corta pero intensa etapa (1735-1737), introdujo mejoras tecnológicas en la producción agrícola local. Su propósito era situar aquella sociedad autóctona en un estadio de progreso, misión que priorizaba a la tarea estrictamente pastoral. Posteriormente, durante la etapa de reclusión (1737-1745), continuó su labor evangelizadora en la prisión, y convirtió y bautizó a 122 personas reclusas. Durante aquella etapa, sus feligreses intentaron pagar un rescate para liberarlo, pero él se negó. Fue enterrado en su comunidad de Luc-Thuy Ha.