Aunque con Donald Trump no puede darse nunca nada por seguro, ya que sus vaivenes hacia uno y otro lado son siempre sorprendentes en sus contradictorias decisiones, empieza a abrirse paso la idea de que el presidente norteamericano no va a tener más remedio que recular en su camino hacia el precipicio con su política arancelaria. Dos datos hay, al menos, para verlo así: su recepción en la Casa Blanca a la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, ha sido de auténtico guante blanco. En parte, por la sintonía ideológica existente, ya que la política conservadora italiana es uno de sus referentes y Trump anda necesitado de cariño.

Pero también porque el pulso que mantiene con China no le está saliendo bien, más allá del enorme ruido que genera el presidente norteamericano y que puede dar a entender lo contrario. Xi Jinping, el presidente de la República Popular China, se ha preparado para la resistencia y su capacidad para estropear los planes de Trump es muy superior a lo que pueden pensar en la Casa Blanca y los propios analistas estadounidenses. Su viaje de estos días por Vietnam, Malasia y Camboya tiene como objetivo mostrar a China como un socio fiable y como defensor del comercio internacional. También como abanderado de la independencia de Asia frente a Trump.

Estados Unidos necesita resolver a su favor esta batalla lo más rápidamente posible. En cambio, en China el tiempo siempre transcurre a otra velocidad

Con esta política, China está dispuesta a recuperar en otros mercados —Sudamérica y Europa, también— lo que pierda con Estados Unidos y, además, cuenta con un arma de la que carece Norteamérica: el tiempo. Estados Unidos necesita resolver a su favor esta batalla lo más rápidamente posible. En cambio, en China el tiempo siempre transcurre a otra velocidad. Quizás por eso, a lo mejor, Trump ha empezado a poner encima de la mesa otros elementos informativos que no son solo los aranceles, como un posible abandono de las conversaciones en Ucrania si no se avanza en días, sin descartar que se desentiendan del conflicto y se levanten de la mesa de negociaciones.

Coincidiendo con este pulso arancelario con China, la Casa Blanca está impulsando la teoría que la covid surgió en un laboratorio en China, una teoría no probada a la que se han opuesto la gran mayoría de virólogos. Pero eso es insignificante para Trump, ya que su masa de seguidores se cree a pies juntillas la gran mayoría de las declaraciones que hace. Solo una situación económica sobrevenida, como una recesión que ya empiezan a vaticinar economistas importantes o el propio presidente de la Reserva Federal, resquebrajará su prestigio entre sus partidarios. Como ya pudo verse, por ejemplo, con la negativa evolución de la bolsa, que en las últimas semanas ha evolucionado a un ritmo vertiginoso fruto de las medidas arancelarias de Trump.