¿A qué obedece la incursión en muy pocos días de Rusia en el espacio aéreo de Polonia, Rumanía y Estonia? ¿Está intentando Vladímir Putin pulsar el grado de unidad de los países de la OTAN? ¿Va a ir a más en las próximas semanas? Estas son, en resumen, las preguntas que hoy se formulan muchas cancillerías occidentales y diversos analistas de prestigio que suelen abordar temas de política internacional. Si la entrada en Polonia y Rumania de drones rusos invadiendo su territorio ya había despertado muchas suspicacias, e incluso el primero de esos países hizo una apelación directa al artículo 4 de la OTAN por el que se inician formalmente consultas urgentes dentro de los 32 Estados miembros de la Alianza Atlántica, la invasión este viernes del cielo de Estonia ha aumentado un escalón la preocupación.

En este caso, no han sido drones, sino tres aviones de combate rusos MIG-31 que, según informó el gobierno de Estonia, estuvieron un total de 12 minutos sobre el golfo de Finlandia. Ello provocó que, inmediatamente, aviones de Italia, Suecia y Finlandia desplegaran aviones de combate para reforzar su flanco oriental hasta que los MIG-31 regresaron a cielo ruso y finalmente a su base. Ha habido una protesta oficial del gobierno de Estonia, la invocación por segunda vez en este mes del artículo 4 de la OTAN y el Kremlin se ha sacado de encima la queja, negando los hechos. ¡Como si no pudiera hoy en día contrastarse la violación del espacio aéreo y estuviéramos en el siglo XX!

¿Seguirá haciendo incursiones? Todo apunta a que sí, para conocer la reacción europea y constatar que es tan comedida como hasta la fecha

La estrategia de Putin es claramente provocadora. Es evidente que se siente con fuerza después de haber dejado en ridículo al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en la cumbre de Alaska de principios de septiembre. Aquella cita, cuidadosamente preparada por la Administración Trump, confiando en encontrar un Putin defensivo y más vulnerable, se resolvió justo en sentido contrario. Los agasajos sirvieron de bien poco, no concedió ningún alto el fuego en Ucrania, dio largas a un acuerdo de paz y ha lanzado, desde entonces, algunos de los ataques más mortíferos sobre el suelo ucraniano de los últimos tiempos. Hasta el extremo de desarbolar a Trump y situarlo a la defensiva.

¿Seguirá haciendo incursiones? Todo apunta a que sí, para conocer la reacción europea y constatar que es tan comedida como hasta la fecha y que los países de la OTAN se manifiestan con una única voz. Lo cierto es que los países exsoviéticos y hoy estados independientes viven la situación con un grado de preocupación mucho más alto que el de Europa occidental. El riesgo, sin embargo, es que en cualquier momento se escale queriendo o no la situación, y la intranquilidad se convierta en alarma. Hay analistas que sostienen que, sin una respuesta firme de la OTAN, aumentará el riesgo de incursiones más agresivas. ¿Pero qué hará Rusia si la respuesta es consistente?