La decisión del Parlamento Europeo reclamando a las autoridades judiciales españolas que investiguen al president Carles Puigdemont por supuestas conexiones entre el independentismo y la Rusia de Vladímir Putin, aprobada en una votación celebrada este jueves en la Eurocámara por 433 votos a favor, 56 en contra y 18 abstenciones, es alarmante. Y lo es sobre todo por dos motivos: en primer lugar, por como una fake news sin base alguna más que la suma de conjeturas, rumores y una voluntad evidente de caza al hombre sirve en bandeja una campaña que lo que menos pretende es que se abra paso la verdad. Pero, en segundo lugar, la voracidad con la que se desprestigian las instituciones europeas por intereses obscenos del Partido Popular, enfrascado en una campaña para tumbar el gobierno de Pedro Sánchez.

Pero la votación refleja también alguna cosa más. Porque aunque la propuesta surge del Partido Popular y rápidamente se alinean todas las familias conservadoras, los socialistas españoles o no pueden o no quieren zafarse de esta presión y convencer a sus correligionarios de que lo que menos le interesa al PP es si hay o no hay rusos por en medio, y que solo se pretende hacer caer al gobierno español. Lejos de eso, se amilanan, se hacen pequeños y acaban votando con la derecha. ¿Quiere esto decir que el PSOE también ve la trama rusa en las negociaciones del president Puigdemont de aquellos días de 2017? Supongo que no, porque si así fuera no sé muy bien qué recorrido puede tener la legislatura española.

Si todo eso fuera verdad, haría años que la justicia hubiera emprendido las causas necesarias para probar sus sospechas

Porque los jueces —en concreto el magistrado de la Audiencia Nacional Manuel García-Castellón— están acusando a Puigdemont de terrorismo, y los fiscales del Tribunal Supremo lo suscriben por 11 votos a 4 en la reciente reunión de los fiscales de sala. También sería colaborador de los rusos para desestabilizar la Unión Europea, según la versión de los diputados del PP. Si todo eso fuera verdad, haría años que la justicia hubiera emprendido las causas necesarias para probar sus sospechas. Pero como que sabe que nada de ello es verdad, lo ha tenido convenientemente guardado en un cajón, sin formular acusación ninguna, y solo lo ha puesto encima de la mesa tras la investidura de Pedro Sánchez y el anuncio de la tramitación de una ley de amnistía. Que los eurodiputados muestren en la resolución aprobada su extrema preocupación por las "posibles relaciones" entre el independentismo catalán y la administración rusa, así como por "las campañas de desinformación a gran escala que Rusia ha impulsado en Catalunya" es, primero de todo, una derrota de la verdad.

No es difícil compartir con el president Puigdemont sus reflexiones de lo que ha sucedido este jueves en el Parlament, y también el llamativo titular de un artículo que ha publicado y que se puede leer en ElNacional.cat: Si hubiéramos hecho a Feijóo presidente, todo esto no pasaría. Sabemos en Catalunya, lamentablemente, como se construyen campañas de desinformación, y tan solo hace falta leer algunas de las espeluznantes informaciones que se están publicando sobre el funcionamiento y la manera de actuar del gobierno del PP en la Operación Catalunya. Lo hemos sabido, con documentos y gravaciones que así lo acreditan años más tarde. El método siempre es el mismo: guerra sucia, policía patriótica, mentiras, utilización de las alcantarillas del Estado. Todo vale y no se repara en nada. El lema solo es uno: el fin justifica los medios. Y así, paso a paso, se acusa una y otra vez. Desaparece el derecho a la defensa. Y la acusación parece la verdad, pero, lo cierto es que solo es una gran mentira.