Que la política catalana ha entrado de lleno en la campaña electoral es una evidencia. Como lo es también que por más que haya intentos desesperados de algunos por presentar esta campaña como normal no tiene nada de ello. Absolutamente nada. Si no, cómo se entiende que El Nacional haya tenido que viajar hasta Bruselas para entrevistar al president de la Generalitat en el exilio. ¿Porque está en el exilio, no? ¿O cómo debe denominarse el lugar donde está el president catalán que ha sido desposeído de su cargo no por el Parlament, tampoco por el pueblo de Catalunya, sino por el gobierno español?
La Junta Electoral puede obligar a los medios públicos a que no le consideren el president en el exilio y prohibirles que empleen esta expresión, pero es como poner puertas al campo. Josep Tarradellas era president en el exilio y Puigdemont también lo es. Digamos que la campaña catalana se juega entre Barcelona y Bruselas y tiene permanentemente una mirada en las prisiones de Estremera, Alcalá Meco y Soto del Real, donde están los consellers presos y los Jordis, Sànchez y Cuixart.
Puigdemont está fuerte y animoso. Se expresa con contundencia y claridad. Directo en sus respuestas. Muy enfadado con las falsedades que se publican y de las que hace responsables a los grandes grupos de comunicación de allá y de aquí y al Estado español en sus diferentes actores desde Felipe VI al delegado Millo. No acepta que se consideren normales estas elecciones. No da ninguna de las partidas por perdidas y confía en la respuesta de la gente el 21-D. Las elecciones que deben restaurar en las urnas el Govern legítimo de Catalunya. Se muestra dispuesto al diálogo y a la negociación, como siempre.
Pero, atención, no renuncia a la unilateralidad y tampoco al referéndum del 1 de octubre, que considera plenamente vigente, y a la aprobación de la República por el Parlament de Catalunya. El 21-D también se podrá votar su legitimidad y pide a la ciudadanía que derrote el 155 —a la banda del 155, dice— y que diga no a lo que considera literalmente un golpe de estado. Una entrevista intensa que merece ser leída. Y guardada.