La velocidad del desencuentro entre Esquerra Republicana y Junts per Catalunya se acelera con tal rapidez que en tan solo 48 horas la opción más plausible de un Govern de coalición para los próximos cuatro años se ha precipitado al baúl de los recuerdos, se quiera dar o no por enterada la formación que lideran Carles Puigdemont y Jordi Sánchez, que sigue insistiendo en ello. Aunque en política la partida no acaba hasta el último segundo, el presidenciable Pere Aragonès lo ha dejado meridianamente claro cuando ha apostado por un Govern monocolor y su partido ha estado aun más contundente: gobierno monocolor o una repetición electoral a mediados de julio.

Si las cosas siguen por los derroteros de este lunes —el PSC y Junts negándose a facilitar la investidura de Aragonès, el primero como ganador de las elecciones y el segundo matizando unas declaraciones que han acabando facilitando que ERC les tome la palabra— la partida de los días que quedan hasta la fecha límite del 26 de mayo para que se celebre una nueva investidura de un president de la Generalitat van a ser de una tensión desconocida en el espacio independentista. Muy lejos de la euforia que se produjo el 14 de febrero, en que las tres formaciones —Esquerra, Junts y la CUP— se alzaron con un resultado histórico: casi el 52% de los votos y 74 escaños de 135 posibles.

Para que se pueda comparar este hito, se puede equiparar perfectamente al de las recientes elecciones en Escocia, en que el Partido Nacional Escocés ha ganado por cuarta vez seguida con un resultado que no admite contestación. El SNP de Nicola Sturgeon se ha quedado a tan solo un escaño de la mayoría absoluta, 64 asientos que, unidos a los ocho de los Verdes, también favorables a un referéndum, ya han colocado la pelota en el tejado del premier británico, Boris Johnson. Lo demás son collonades, que diría Josep Pla.

Pero volvamos a Catalunya. ¿Le quedan al independentismo balas en la recámara para recomponer la unidad que hoy parece absolutamente rota? ¿Van a acabar interviniendo como en ocasiones anteriores de tensión entre los dos principales partidos independentistas Òmnium Cultural y la Assemblea Nacional Catalana para recoser hasta donde puedan?

Si uno escucha el ruido ambiental de estas últimas horas, es evidente que no. Entre otras cosas, porque como es muy normal, y ya lo dice el refrán, a río revuelto ganancia de pescadores. Rápidamente se han subido al carro de la negociación partidos como En Comú Podem, que hasta hace unas horas parecían desahuciados, estaban también en contra de la fórmula de gobierno que proponía ERC con Junts y la CUP, y que ahora no tienen reparo en asegurar que, si los votos de Junts son gratis, bienvenidos sean. Gratis en política hay muy pocas cosas, aunque inicialmente uno acabe teniendo la impresión contraria. Es como lo de las jugadas maestras, de las que se presupone un grado de acierto que, a veces, se queda por el camino. La niebla se ha instalado en el mundo independentista.