Horas después de que el president Carles Puigdemont haya regresado a Bélgica de su accidentado viaje a la ciudad sarda de L'Alguer, donde primero fue detenido por una ilegal orden de detención que aún mantiene el Tribunal Supremo en los archivos informáticos europeos y al día siguiente puesto en libertad por la magistrada del Tribunal de Apelación de Sassari Plinia Azzena, se inicia en Barcelona el primer debate de política general del nuevo president de la Generalitat, Pere Aragonès.

Un debate parlamentario planteado cuando se convocó, como es lógico, con otras coordenadas políticas y sobre el que han irrumpido como un obús viejas carpetas de los años más duros del procés como son la represión, la persecución de la disidencia política, el papel del deep state y el Gobierno español y, en última instancia, la permanente violación de las normas europeas y el engaño de las autoridades judiciales a sus colegas; ahora de Luxemburgo, igual que antes hicieron con los alemanes y los belgas.

Este es el marco político con el que se inicia el primer gran debate parlamentario del president Aragonès después de las dificultades no menores que tuvo que superar para ganar la investidura del Parlament tras una dilatada negociación con Junts per Catalunya. Por cierto, las elecciones en Alemania celebradas este domingo, con el resultado apretado de sobras conocido entre el SPD y la CDU y el complicado mapa político de alianzas parlamentarias a establecer en el futuro, a buen seguro darán una idea de lo que son unas largas e intensas negociaciones, algo que debería servir para que algunos aprendieran que un buen acuerdo de gobierno requiere, en los países con larga trayectoria en estos menesteres, tiempo antes que prisas.

En este sentido y superada la última crisis entre los dos socios del Govern, la irresuelta composición de la mesa de diálogo con el Gobierno español donde Esquerra está y Junts no, el debate parlamentario debe servir también para demostrar tres cosas: la unidad de los tres partidos independentistas frente a la represión del estado español, un proyecto de gobierno sobre las líneas de mejoras económicas para el país que incluya la reivindicación permanente de una solución para el déficit fiscal y los ejes de una negociación con el Estado que supere o concrete cómo se va a encarrilar el referéndum, la amnistía y la autodeterminación. Estaremos atentos.