En el chapapote político que es la vida pública española desde hace años se abren debates que suelen durar poco pero que no hacen más que ocultar la difícil realidad del día a día. También, cómo el gobierno de Pedro Sánchez se escabulle de su principal responsabilidad en esta segunda fase de la pandemia, que no es otra que la económica, habida cuenta de que de las cuestiones sanitarias se encargan las comunidades autónomas después de la jugada de Moncloa de condenarlas a hacer frente a la segunda ola del coronavirus sin poder generar deuda y con las arcas llenas de telarañas.

En este lodazal tan hispano, el debate de este sábado ha sido la petición de dimisión de Fernando Simón por parte del Consejo General de Colegios Médicos (CGCOM), que agrupa a 52 colegios médicos de toda España. Los cuatro colegios catalanes se han distanciado de esta exigencia, que parece tener más de ideológica que de otra cosa. El hecho de que el presidente del de Barcelona, Jaume Padrós, a quien conozco bien y valoro, no haya avalado la propuesta de dimisión me lleva a pensar que la iniciativa madrileña está en estos momentos fuera de lugar y que si las meteduras de pata de Simón merecen el cese -que yo creo que sí porque su inconsistencia técnica contrasta con su locuacidad- este debe hacerse de otra manera y, seguramente, en otro momento.

Mientras países como Alemania solucionaron primero cuáles iban a ser las ayudas económicas a sus ciudadanos que se vieran afectados por la crisis de la Covid-19 y ahora ya dedican sus esfuerzos a plantearse como va a ser la vacunación de su población y el reto logístico que supone organizar una campaña así para dos tercios de la población -unos 55 millones de personas- durante todo el año 2021, aquí poco se sabe de las ayudas para los sectores afectados y respecto a la vacuna todo son especulaciones.

Es del todo necesario que el gobierno español abra el grifo de las ayudas y traspase a las comunidades autónomas recursos económicos que ahora no tienen en cantidades significativas para hacer frente a la desesperación de los ciudadanos. No puede demorarse más y la única petición debería ser ayudas, ayudas y ayudas. El Govern de Catalunya debería tener el apoyo de la oposición para una reclamación que es urgente y necesaria. De poco sirve la influencia del PSC y de los comunes en el gobierno español si no hacen uso de él, como de poco sirve que Foment, Cambra, Pimec, los sindicatos y tantos otros agentes sociales hagan la guerra por su cuenta. Aquí cada uno tiene su razón pero lo que no ven todos ellos es que el país tardará demasiados años en poder recuperarse con la inacción financiera a que se le somete.