La consellera de Salut ha puesto el miedo en el cuerpo a los catalanes este domingo avanzando que la medida de no autorizar reuniones superiores a un máximo de seis personas, que ha entrado en vigor este sábado, es muy probable que siga vigente por Navidad. Quizás sea por el cansancio político que existe en la ciudadanía, porque la guerra entre Zarzuela y la Moncloa bien se merece un día de descanso, porque el precalentamiento ante la inhabilitación del president Torra previsiblemente este lunes ya está informativamente amortizado, lo cierto es que las palabras de Alba Vergés se han convertido este domingo en motivo de debate para unos, preocupación para otros y disgusto para muchos. Nunca se había hablado de la comida de Navidad con tanta antelación.

¿Quién quiere imaginarse, en septiembre, una comida de Navidad en núcleos familiares tan reducidos y sin poder ir a ver a sus padres o a sus hijos? ¿Qué haremos con aquellos almuerzos de Navidad y de Sant Esteve, con el trajín de familias de un sitio a otro? ¿Será suficiente la Guardia Urbana, llegado el caso, para controlar una situación de este calado? Miro a lo lejos y veo a Quim Monzó contento y afilando su artillería como gran representante de todos aquellos que destrozan cada año este tipo de aquelarres familiares inacabables pero que otros consideramos imprescindibles.

Por suerte, este lunes volveremos a nuestro día a día y la justicia volverá a ocupar la gran mayoría de los titulares. Si las previsiones se cumplen, el Tribunal Supremo hará pública la sentencia sobre la inhabilitación del president Quim Torra. Se especuló primero que sería el pasado viernes durante el acto de entrega de despachos a los nuevos jueces que se celebró en Barcelona. Un acto de calado que tenía que contar con la presencia del Rey y que el Gobierno prohibió que se desplazara, lo que ha provocado una crisis institucional sin precedentes con graves acusaciones de ministros a Felipe VI.

¿Habían intrigado Felipe VI y Lesmes para detonar la bomba Torra estando la cúpula judicial en Barcelona? ¿Se enteró el Gobierno de todo ello y por eso recluyó al Rey en la Zarzuela? ¿Qué secuelas dejará todo ello ahora que ya se ha abierto la crítica al Rey por su indisimulado escoramiento a la derecha? ¿Podrá aguantar la monarquía su creciente descrédito? Ya sé que esos son los temas candentes informativos del momento junto con la gestión de la pandemia y la repulsa generalizada a la presidenta de la Comunidad de Madrid por su irresponsable gestión del coronavirus. Pero, qué caray, de todo ello seguiremos ocupándonos, pero no hagamos bromas con las comidas de Navidad.