Tengo la impresión, en contra de lo que me viene diciendo insistentemente la Administración, que los ciudadanos hemos entendido perfectamente que el problema de la sequía es de una gravedad extrema y que hemos ido tomando individualmente las medidas para reducir el consumo. No ha sido una cuestión de las últimas semanas sino de los últimos meses y de los últimos años. La población ha entendido que el agua es un bien escaso y que tenía que cambiar hábitos poco sostenibles, como dejar el grifo abierto innecesariamente, o reducir el consumo reemplazando la bañera por la ducha, aquellos que podían escoger.

Pese a ello, se nos siguen metiendo broncas como si no hiciéramos nada y se ridiculiza desde la Agència Catalana de l'Aigua la posición contraria sobre la prohibición de cerrar las duchas de los gimnasios. Se caricaturiza, por otro lado, lo que 24 horas después se rectifica por parte de la Generalitat. O sea, no debía estar tan mal la crítica cuando en un abrir y cerrar de ojos se corrigió. Por eso, cuando escucho a Samuel Reyes, el director del ACA, señalar que en las ciudades se vive como si la sequía no existiera y que "la sociedad urbana" solo se entera cuando hablas de las duchas, de los barcos o del Barça, parece una boutade o, en lenguaje coloquial, una manera de sacudirse  el problema.

El director del ACA se sacude el problema de la sequía señalando las duchas de los gimnasios

Si el conseller d'Acció Climàtica, David Mascort, hubiera llegado antes al cargo -lo ocupa desde el pasado mes de junio- quizás hubiera podido revertir a tiempo el bloqueo a inversiones económicas importantes y urgentes que tenían paradas su antecesora Teresa Jordà y Samuel Reyes. Esperando, quizás, que finalmente llovería, como en la sequía de 2008 y pensando que en el Mediterráneo todos estos episodios son cíclicos. Pues no ha sido así hasta la fecha y ahora se están pagando aquellos errores.

Era evidente, porque así lo decían todos los expertos, que había que apostar por la regeneración del agua y acabar con el debate de si llueve o no. Como en su día se hubiera tenido que hacer el trasvase del Ródano, que era técnicamente factible en los años 90, una obra sostenible, y que en términos económicos actuales hubiera sido, sin duda, rentable. Pero aquel momento pasó y ahora nadie quiere sacar la cabeza para que se le señale como el responsable de que no se hiciera aquella iniciativa de los gobiernos de Pujol.

Pero hablando más del momento actual, hace casi una década que se viene insistiendo desde las empresas con preparación y conocimiento suficiente que la regeneración del agua es el futuro y el presente. Ahora, en enero se declarará la emergencia por sequía y se ampliará la actual preemergencia que ya afecta a 202 municipios que se abastecen en el sistema Ter-Llobregat, que se aplica ya en 14 comarcas y que afecta a seis millones de habitantes. Habrá que hacerlo. Pero que se deje de señalar a la "sociedad urbana" como la culpable para empatizar con los payeses, cuando la ausencia de medidas en su momento es la que ha llevado a los agricultores catalanes a la actual situación límite.