Ya sé que en Madrid nadie hará caso y se repetirá una vez más la vieja cantinela de que son políticos desinformados, o bien que han sido manipulados o que no son la mayoría de la Asamblea Nacional francesa. Pero la carta publicada este domingo en Le Journal du Dimanche por 52 diputados denunciando la represión llevada a cabo por las autoridades españolas de los electos catalanes y expresando su preocupación y desaprobación por lo que consideran que es una violación de las libertades fundamentales y del ejercicio de la democracia es toda una bofetada a los presidentes Pedro Sánchez y Mariano Rajoy, a los ministros de Exteriores del Reino de España desde que se inició en 2012 y por extensión al deep state español que ha participado directamente o la ha encubierto.

El ministro Borrell, que paradójicamente será el próximo jefe de la diplomacia europea, acaba de recibir una de las más sonoras bofetadas en sus años al frente de Exteriores, y no por un grupo político determinado, sino por un selecto ramillete de parlamentarios de diferentes formaciones que abarca ideologías muy diferentes desde el centro liberal a la izquierda. Formarán parte de su legado la represión que ha tratado de minimizar o de negar, su pelea con cancillerías o con medios de comunicación internacionales por no aceptar su punto de vista en el conflicto catalán o, simplemente, por negar la verdad. España Global, su último invento con categoría de secretaría de estado que dirige la exdiputada de UPyD, Irene Lozano, también forma parte de su herencia.

Uno de los análisis más errados de la política española ha sido pensar que, con el tiempo, el conflicto catalán se acabaría diluyendo como un azucarillo en un vaso de agua. El famoso soufflé del que tanto se ha hablado y que primero era consecuencia de la crisis económica y después de la manipulación de las autoridades independentistas. El soufflé que llevó a votar a más de dos millones de personas el 1-O y a celebrar varias manifestaciones de más de un millón de personas cada 11 de septiembre. Manuel Valls, que sigue sin entender nada de lo que pasa en Barcelona, ha tildado a los 52 diputados franceses de irresponsables e ignorantes, palabras gruesas de quien ha estado muy por debajo de las expectativas electorales que despertó.

Ya en marzo, 41 senadores franceses denunciaron la represión de los políticos catalanes ante el ninguneo de las autoridades españolas. La posición española no cambia pero la masa independentistas tampoco se reduce. Y un día son parlamentarios franceses, otro del Reino Unido, o de Alemania o de cualquier otro país europeo. Y Borrell sigue sacando pecho de su acción política. Y Pedro Sánchez dice que es un conflicto entre catalanes. Ciertamente, no es solo miopía.