Va a ser sumamente interesante el debate que se abre hoy en Francia y en el cual el primer ministro, François Bayrou, llevará a la Asamblea Nacional un ambicioso plan de austeridad de 43.800 millones de euros para 2026, con el objetivo de reducir el déficit fiscal de este año del 5,4%, hacer frente a un mayor gasto militar y sortear los aranceles de Donald Trump a la Unión Europea. Lo más probable es que Bayrou, centrista y conciliador, fracase en su intento y cuando se vote, a la vuelta del verano, su frágil estabilidad parlamentaria acabe saltando por los aires y el presidente Emmanuel Macron se vea obligado a sacarse un nuevo conejo de la chistera. En cualquier caso, Bayrou, de 72 años, ha conseguido calmar la inestabilidad del cargo, en el que permanece desde el pasado mes de diciembre, siendo el tercer primer ministro en los últimos doce meses. En síntesis, propone una reforma del seguro de desempleo, y la reducción generalizada de los presupuestos ministeriales, un año de congelación de sueldos y de las prestaciones sociales —incluidos el seguro de desempleo y las pensiones—, recorte de 3.000 empleos públicos y no reemplazo de un tercio de las jubilaciones, una tasa de solidaridad a las rentas más altas y la supresión de dos días festivos.
El líder francés señaló ante un amplio espectro político y económico que el país galo se enfrenta a una deuda que supera los 3,3 billones de euros, representando casi el 114% del PIB nacional. Un porcentaje ciertamente muy elevado, pero a no tanta distancia de España, en que la deuda el pasado mes de abril era del 103,87% del PIB. Dicho eso, la evolución de las economías de ambos países no guardan parangón y aquí sí que España tiene una posición de fortaleza de la que no gozan los franceses y que ha demostrado en los últimos años una resiliencia impulsada por una demanda interna creciente y la inversión extranjera. Para reducir el déficit del 5,4% del PIB este año al 4,6% el próximo y lograr así enlazar con el límite de las reglas de la UE del 3% en 2029, el primer ministro francés pretende sacar las tijeras y llevar a cabo unos recortes desconocidos en Francia y solo similares a los que algunos países de la zona euro tuvieron que abordar con la crisis financiera. Bayrou incluso ha sacado a pasear el fantasma de Grecia para asustar a sus críticos y también para exponer la gravedad en la que se encuentra Francia. También ha abogado por inversiones masivas en la industria, como proponen los alemanes, para hacer frente a la guerra comercial iniciada por Trump.
Catalunya, con la financiación que tiene y sin Estado propio, va en una dirección no muy diferente a la de Francia
Habrá que seguir con atención el camino de Francia y, como dice el refrán, cuando las barbas de tu vecino veas pelar, pon las tuyas a remojar. Entre otras cosas, porque Catalunya, con la financiación que tiene y sin Estado propio, va en una dirección no muy diferente a la del país vecino. La infrafinanciación, una mala gestión política y el incremento exponencial de población que necesita y recibe ayudas (aumento de inmigrantes, envejecimiento y longevidad de la población) hace el sistema insostenible. Una de las banderas del conseller d'Economia Jaume Giró era precisamente esta: acabar con el déficit fiscal, ya que era, con diferencia, el problema más trascendental y urgente que tenía el país. Pongamos tres ejemplos: la sanidad pública catalana necesita —gasta— cada día 45 millones de euros y su gasto anual real es de 16.500 millones, cuando el presupuesto que tiene es de 14.000 millones. El resultado acaba siendo que en noviembre y diciembre se pasan facturas hacia enero del año siguiente.
En Educación, son necesarios muchos más recursos para poder atender las aulas y la complejidad creciente de los alumnos. En Derecho Sociales, el desaguisado de la DGAIA es también porque desde hace una década falta personal propio y formado y eso vale dinero y no se puede pagar. A partir de aquí, se subcontrata el trabajo y los servicios a fundaciones y entidades que, muchas de ellas, son chiringuitos de particulares. Catalunya necesita una reflexión sobre todo ello y mirar más allá de los próximos meses. Las mayorías de gobierno nunca son fáciles ni sencillas y en Catalunya se han ido complicando quizás más que en cualquier otro sitio. Pero, dicho eso, hay concesiones que para gobernar no se pueden hacer, porque llega un día en que las herencias se tienen que pagar. La alternativa a los recortes de Francia, dijo Bayrou, es la quiebra de hace más de una década, en 2008, en Grecia. ¿Y Catalunya?