Hace unos diez días, el director ejecutivo del Integrated Systems Europe (ISE), Mike Blackman, era preguntado sobre la posibilidad de que la feria audiovisual mayor del mundo, que se celebra en Barcelona desde que el año 2020 abandonó Amsterdam y cambió de ubicación, y le contestó al periodista: ¿Si tenemos éxito en Barcelona, que lo tenemos, por qué irnos a otro lugar? La respuesta parece sencilla pero lo importante es que detrás de esta alianza con la capital catalana se esconde algo que quizás se ve menos pero que es fundamental: una cooperación excelente con la Fira de Barcelona, cuyo equipo dirigente ha conseguido retener el congreso mundial de telefonía móvil, superando turbulencias de todo tipo nada fáciles, y estar atentos a oportunidades como la de traer a Barcelona la mayor feria audiovisual del mundo.

Pau Relat como presidente y Constantí Serrallonga como director general han imprimido a la Fira una gestión profesional por encima de las turbulencias políticas que son consustanciales a la vida política catalana y barcelonesa en los últimos años. Ello, además, en competición muchas veces con Madrid o con ciudades importantes europeas como Frankfurt, Londres, París o Ginebra. El reciente congreso del ISE dejó un impacto económico para la ciudad cercano a los 400 millones de euros, fue un éxito para las multinacionales y las empresas locales, reunió a un millar de empresas expositoras aproximadamente —superando las 800 el pasado año— y focalizó Barcelona durante unos días como la capital europea del sector audiovisual. Blackman tiene razón cuando señala que por qué irse a otra ciudad cuando es un éxito en Barcelona. Esa disponibilidad tiene que servir para amarrar definitivamente el ISE, un certamen que tiene un contrato continuo de tres años con Barcelona. O sea, que en 2023 el compromiso es por otras tres ediciones y en 2024 será por otras tres y así sucesivamente si nadie la denuncia.

Dentro de dos semanas, Barcelona tiene una cita con el Mobile World Congress, el mayor congreso mundial de telefonía móvil del mundo. Con el Mobile sucede algo similar a lo que decía Blackman con el ISE y el éxito del salón en Barcelona. Con una diferencia, el Mobile aterrizó en la capital catalana procedente de Cannes en 2006 y en este tiempo ya se ha convertido en un clásico, y el presidente de GSMA, John Hoffman, que tiene los derechos del salón, se encuentra enormemente cómodo con Barcelona y ha desestimado cantos de sirena de Madrid y de otras capitales. Muchas veces, los catalanes solemos dar poca importancia a lo que tenemos y es bueno destacar la importancia de contar con dos salones de tanta fama mundial.

Todo ello, sin descuidar propuestas clásicas de la Fira como Alimentària o el salón del Automóvil, e incorporando nuevos certámenes, de otra dimensión pero igualmente importantes, que refuerzan la posición de Barcelona en el mapa ferial. Un ejemplo de ello es Barcelona Wine Week, celebrado hace unas fechas. Su primera edición fue en 2020, unas semanas antes de la pandemia, y este año reunió a unos 20.000 profesionales del sector procedentes de alrededor de 80 países y más de 800 bodegas y se consagró como el gran referente del vino en la península con unos 18.000 visitantes.

No es un camino fácil ganar terreno en la competición ferial internacional, pero es oportuno reconocer que Barcelona ha acertado con un equipo gestor a la altura de los innumerables retos para que la capital catalana sea todo un referente.