El esperado cónclave para elegir al nuevo papa, que se iniciará este miércoles tras la misa matutina en la basílica de San Pedro, y que contará con la participación de 133 cardenales de 71 países tiene, como suele ser habitual, todas las incertezas de una decisión de esta naturaleza: múltiples papables e incerteza sobre su duración. Pese a todo, se ha ido abriendo paso la idea de que estará más cerca de lo que tuvieron que deliberar los cardenales en 2013 para la elección del papa Francisco —escogido a la quinta votación, después de una votación negativa el primer día y en la cuarta del día siguiente— que de otros mucho más largos. Aunque si sirve como referencia, los cónclaves para la elección de Benedicto XVI en 2005 y de Juan Pablo II en 1978 también duraron dos días. Hay que ir hasta 1958, en la elección de Juan XXII, para encontrar un cónclave que durara tres días.
Aunque es cierto que los cardenales se encerrarán en la Capilla Sixtina en un marco de intensos rumores sobre el sucesor del papa Francisco, la experiencia demuestra que muchas de estas discrepancias se solucionan tras las primeras votaciones. Hay un dato, sin embargo, que es todo una incógnita: el hecho de que haya más cardenales que nunca menores de 80 años para la elección del obispo de Roma y que su diversidad sea mayor que nunca. Setenta y un países supera todos los cónclaves anteriores, igual que la presencia de cardenales de donde la iglesia ha crecido en los últimos años, como África y Asia.
Veremos cómo responde la iglesia a la oleada política extraordinariamente conservadora, de la que Francisco era muy distante, y cómo se posiciona. Será el primer gesto para conocer qué queda del legado de papa Bergoglio
Por ello, en la lista de papables se incorporan con aparentes opciones representantes de ambos continentes, aunque sería una sorpresa que alguno de ellos fuera el escogido. Algo menos, sin embargo, si es un asiático que un africano, y aquí se le otorgan opciones al filipino Luis Antonio Tagle, prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, moderadamente progresista, hombre de la Curia y contrario al aborto. En esta larga lista de papables, hay un cardenal que se mantiene invariablemente en todas las quinielas: el secretario de Estado del Vaticano, Pietro Parolin, hombre de consenso y difícilmente ubicable entre conservadores y progresistas. Tiene un importante bloque de cardenales a su favor en las primeras votaciones, pero no hay seguridad alguna sobre si serán suficientes.
Quizás son estos dos cardenales los que tendrían más posibilidades, aunque la experiencia demuestra que la elección de la Capilla Sixtina acostumbra a ser una caja cerrada. El ejemplo del cardenal argentino Jorge Mario Bergoglio sirve a la perfección, como él mismo ha relatado en múltiples ocasiones y ha escrito en su biografía. Salió de Buenos Aires para elegir al nuevo papa y no regresó nunca más a Argentina, país que, por cierto, no llegó a visitar. Si la elección de un nuevo papa es de una importancia capital para la Iglesia católica, en esta ocasión, y dada la enorme tensión política, que ha aumentado a raíz de la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca, adquiere una dimensión aún mayor. Veremos cómo responde la iglesia a la oleada política extraordinariamente conservadora, de la que Francisco era muy distante, y cómo se posiciona. Será el primer gesto para conocer qué queda del legado de papa Bergoglio.