La de este domingo ha sido, salvo imprevistos, la última asamblea del Fútbol Club Barcelona antes de las elecciones a la presidencia de la entidad, que salvo imprevistos se celebrarán en el segundo trimestre del año próximo. Aunque el modelo de asambleas del club favorece enormemente a quien rige su destino, Joan Laporta tropezó con pocos obstáculos a la hora de conducir su desarrollo, aprobar las votaciones que se realizaron y obtener el aplauso del compromisario del club. La mejora de la situación económica y la deportiva desde que cogió las riendas de la entidad son una buena carta de presentación para los socios, igual que la construcción de un nuevo estadio que, aunque va con retraso respecto a las fechas anunciadas, antes de que acabe el 2025, el Barça volverá a jugar en el Spotify Camp Nou.
Laporta mandó tres mensajes en la asamblea: el Barça es mucho más que una empresa, tiene un rol en Catalunya y está comprometido con la democracia y las libertades; con él al frente de la entidad, la independencia del club está asegurada y el club continuará siendo de los socios y socias; y después de cuatro años y medio al frente del club, ahora hay que completar la obra con un nuevo mandato. Aunque es obvio que la precampaña de los posibles adversarios está en marcha, muy especialmente la de Víctor Font, el presidenciable más activo y siempre al quite de un mal resultado para sacar la cabeza, sería bueno que los diferentes aspirantes supieran separar sus lógicas ambiciones con forzar la inestabilidad del equipo.
Los aspirantes a confrontarse con él tendrán que traer mucho más que PowerPoints para tener aspiraciones y posibilidades de éxito
Después de un año excelente, la temporada pasada, en la que solo perdió por auténtica mala suerte las semifinales de la Champions —ganó Liga y Copa del Rey—, este año las cosas no serán tan fáciles. El arranque del equipo ha sido dubitativo y aun así puede salir líder el sábado del campeonato si gana en el Santiago Bernabéu. La plantilla tiene talento y futuro, y a esa legión de jóvenes que se agrupan alrededor del nuevo ídolo del terreno de juego, Lamine Yamal, hay que darles tiempo, ayudarles a crecer en un entorno deportivo siempre complicado y convencerles de que su dedicación al club ha de ser exclusiva, porque muchos talentos deportivos han acabado descarriados por estar mal aconsejados, un endiosamiento exagerado o una actitud demasiado individualista.
La veteranía de un profesional como Hansi Flick, que ha entendido perfectamente el sentimiento blaugrana y las complejidades de una entidad como el FCB, va a ayudar en esta carrera. Todo eso quizás hubiera pasado con otro presidente. Nunca lo sabremos. Pero lo que sí sabemos es la ruina que se encontró Laporta, tanto deportiva como económica, y un estadio que se caía a trozos. Eso indiscutible. Los aspirantes a confrontarse con él tendrán que traer mucho más que PowerPoints para tener aspiraciones y posibilidades de éxito.