El Real Madrid avanza en la liga, pero dentro del vestuario se respira un aire distinto. No son los goles ni las tácticas el problema. El desafío de Xabi Alonso es más complejo: lidiar con personalidades difíciles y egos que no encajan en su proyecto.

Desde el inicio de temporada, varias situaciones han saltado a la vista. Algunos jugadores no comprenden ciertas decisiones y su frustración es palpable. Alonso, consciente de ello, ha comenzado a identificar los nombres que requieren atención especial, intentando equilibrar la convivencia y evitar conflictos mayores.

Xabi Alonso
Xabi Alonso

Como Flick, Xabi Alonso tampoco quiere que los egos maten el éxito

En defensa, la incomodidad se concentra en Fede Valverde. Su uso como lateral derecho limita su influencia natural y genera cierta tensión interna. Valverde acepta el rol, pero sus compañeros perciben que no es sostenible que ocupe esa posición de manera habitual.

El otro señalado es Raúl Asencio. Convertido en suplente para cubrir lesiones, su motivación disminuye, algo que también se percibe en los entrenamientos y partidos menos relevantes.

Jude Bellingham es otro caso particular. A pesar de no estar al máximo de forma durante algunas jornadas, mantiene un estatus intocable. Esto provoca resentimiento entre quienes consideran que todos deberían rendir bajo la misma vara de medición.

En la delantera, los nombres que destacan son Brahim Díaz y Rodrygo. Ambos cuestionan la titularidad de Franco Mastantuono, que ha irrumpido con fuerza. La dinámica de la plantilla ha cambiado, y algunos sienten que la rotación no respeta la experiencia ni el mérito acumulado.

Xabi Alonso
Xabi Alonso

Problemas con las vacas sagradas, y las que no lo son

Vinícius Júnior, por su parte, vive un momento delicado. Sus primeras suplencias le han afectado, y su descontento se nota en el campo. El club teme que su frustración pueda influir en la armonía del equipo si no recupera su rol principal.

En conjunto, el vestuario del Real Madrid combina talento y temperamento. Para Alonso, la clave es evitar que las diferencias se conviertan en conflictos abiertos. Su estrategia actual pasa por monitorear las actitudes, fomentar la comunicación y asegurarse de que las decisiones técnicas no se interpreten como favoritismos. Mantener la unidad del grupo es tan importante como ganar los partidos.

El desafío de Alonso es liderar desde el banquillo, gestionar egos fuertes y convertir la tensión en motivación colectiva. Los próximos meses serán decisivos para ver si logra mantener el equilibrio en una plantilla de estrellas, donde cada elección es observada y cada error amplificado.