Exhibición de fútbol de Leo Messi y Andrés Iniesta para golear al Villarreal (5-1) y conducir al Barça hacia la 43ª jornada consecutiva sin perder. El equipo, con muchas caras nuevas, se queda a sólo dos partidos de cerrar la Liga perfecta y disfruta bailando al ritmo de un binomio que consume sus últimas horas.

Respeto a Iniesta

Cada día que pasa, Iniesta y el Barça alejan sus caminos un poco más. La decisión de dejar el club de su vida es irreversible. Y por eso, noches como las de hoy se saborean de manera especial. La afición sigue descubriendo que estaba muy mal acostumbrada. El fútbol que veía cada fin de semana había anestesiado su sentido de la excepcionalidad. Como el de hoy.

Delante de poco más de 50.000 personas, el Barça de Iniesta ha querido arrancar otra página del calendario. El partido, aplazado contra el Villarreal, entraba con calzador después del Clásico. Ernesto Valverde ha sacudido el once para premiar a la segunda unidad. Muchos cambios, pero Messi seguía en el campo. Su temporada acabará con la Bota de Oro y el Pichichi.

Ousmane Dembélé estaba ante otro escaparate. Enganchado a la banda derecha, el francés ha aprovechado la oportunidad de Valverde. Un slalom, técnico y vertiginoso, ha acabado con el 1-0. Philippe Coutinho ha aprovechado el rechazo de Sergio Asenjo para marcar a placer. El marcador era justo con un Barça que atacaba como y cuando quería.

Mientras Jasper Cillessen, hoy titular, evitaba el empate y despertaba los aplausos del Camp Nou, el equipo encontraba el camino del 2-0. En estático y después de una posesión eterna, el Barça ha vuelto a romper al Villarreal. Iniesta ha frotado la lámpara para darle brillo a su genio. Un pase entre líneas ha activado a Digno para que le regalara el segundo a Paulinho.

Un gol de museo

El Barça tenía el partido en la mano y parecía que jugaba con el marcador porque se veía superior a un Villarreal que siempre chocaba con Cillessen. Sus paradas acercaban el tercero. No se puede perdonar tanto, porque Valverde sabe que juega con el comodín. La carta de Messi ha aparecido antes del descanso porque Iniesta ha querido. Los dos se han asociado en la frontal del área, con una pared inconcebible, para hacer el 3-0. Messi ha agradecido el regalo con un remate tan delicado como sutil.

La media parte volvía a sumergir al club en la nostalgia. Cada pase de Iniesta es un pase menos. Cada carrera la acerca al final. Y lo hace al lado de su gran aliado. Ellos dos se han convertido en el símbolo de una generación que ha crecido sin miedo a la derrota y se ha instalado, sin darse cuenta, en la victoria. Las asistencias de Iniesta y los goles de Messi han consolidado el cambio de carácter del estadio.

La segunda parte tenía que servir para exprimir todo el jugo a una sociedad que tiene fecha de caducidad después de 13 años. Pero Valverde ha querido seguir homenajeando a Iniesta con un cambio que ha puesto de pie a todo el Camp Nou. Sin excepción. Todo el mundo ha aplaudido el penúltimo servicio del capitán. Tan genial como el primero en Bélgica.

Entre tributos, el Villarreal ha conseguido hacer el 3-1 después de que Sansone desviara, sin querer, un disparo desde la frontal del área. El Barça no sufría por el resultado. Y los dos equipos parecían firmar una tregua para enaltecer un poco más el fútbol de Iniesta, que veía los últimos minutos desde el banquillo. Ivan Rakitic, su gran amigo, ha querido emularlo para servirle en bandeja el 4-1 a Dembélé. El gol ha espoleado a un jugador que se ha guardado fuerzas para cerrar la goleada con una vaselina que firma su mejor noche como blaugrana. 

La victoria deja al Barça a sólo dos partidos de cerrar la Liga sin perder. Levante y Real Sociedad son los últimos rivales de un equipo que sigue enchufado con el Mundial y las vacaciones a la vuelta de la esquina.