El Barça atraviesa un buen momento, de eso no hay duda. Después de un período de incertidumbres y de dificultades para encontrar continuidad en el juego, también condicionado por diversas lesiones, los de Hansi Flick han mostrado una mejora clara en las últimas semanas. Así lo refleja también la clasificación de la Liga, donde los blaugrana son líderes con cuatro puntos de ventaja sobre el Real Madrid. Aun así, hay un aspecto negativo que sigue preocupando: los goles encajados
Un Barça abonado a las remontadas
En los últimos cuatro partidos, el Barça ha comenzado perdiendo en todas las ocasiones —contra el Alavés, el Atlético de Madrid, el Betis y el Eintracht de Frankfurt— y ha sido capaz de remontar en todas ellas. Es la primera vez en la historia que el equipo gana cuatro partidos consecutivos empezando por detrás en el marcador. La lectura positiva es evidente, ya que esta capacidad de reaccionar refleja la confianza, la resiliencia y la eficiencia ofensiva del equipo. En la mayoría de las ocasiones, el Barça acaba ganando, demostrando un carácter claramente competitivo. Eso sí, también hay una cara menos favorable, ya que mantener este nivel de resultados a largo plazo es difícil, especialmente en Europa, donde cualquier error defensivo puede condenar al equipo.

Una temporada del Barça con muchos goles encajados
Esto no significa que Flick tenga que cambiar su modelo de juego. Lo que toca es perfeccionarlo. De hecho, ya se han visto mejoras evidentes respecto al principio de temporada: más control del balón en zonas clave, mejor colocación de los futbolistas, presión más compenetrada y más precisión en la línea defensiva. Todo ello permite que el Barça asfixie constantemente a los rivales y, al mismo tiempo, genere muchas ocasiones de gol. La parcela defensiva, sin embargo, continúa siendo un punto débil. Esta temporada, el Barça solo ha conseguido mantener la portería a cero en 4 de los 22 partidos disputados, unas cifras que ponen de manifiesto las dificultades que tiene para conceder pocas ocasiones. Los aciertos ofensivos son elevados, pero sin un equilibrio defensivo consistente, el equipo corre el riesgo de sufrir en los momentos claves de la temporada, sobre todo en competiciones europeas. De hecho, ya lo pagó caro la temporada pasada en la eliminatoria contra el Inter de Milán.
En definitiva, este Barça tiene una capacidad de reacción espectacular y cuando está encendido es capaz de girar partidos que parecían perdidos. El equipo de Flick transmite confianza y agresividad ofensiva, pero todavía hay espacios donde debería ser más constante, especialmente en defensa, donde cualquier descuido puede costar caro. Aun así, la sensación es que este conjunto tiene todavía mucho margen de mejora. Entre goles, remontadas, el Barça deja entrever un equilibrio frágil, pero prometedor, que mantiene la ilusión viva semana tras semana.