Es la noticia que muchos esperaban. Pep Segura, hasta ahora mánager general del Barça, ha acordado la rescisión de su contrato y se ha desvinculado del club blaugrana 4 años después de su llegada al Camp Nou.

La decisión de Segura ha sido precipitada por la llegada de Patrick Kluivert, que este jueves asumió el cargo de director de fútbol formativo de la entidad, un área que el mánager controlaba por encima de Guillermo Amor y José Mari Bakero. Segura ha pactado su salida y el club le ha abierto las puertas de par en par, y es que su figura cada vez estaba más erosionada dentro de la entidad.

Después del adiós del vicepresidente deportivo Jordi Mestre, su protector, el de Olesa estaba en el punto de mira de la afición y parte de los directivos del club por culpa de una serie de decisiones deportivas muy controvertidas.

Murillo y Boateng, las joyas de la corona

Pep Segura fue el responsable de las llegadas de Jeison Murillo y Kévin-Prince Boateng en el mercado de invierno de la temporada pasada. El rendimiento del central fue muy discreto y el del delantero centro se puede calificar como insuficiente. Ernesto Valverde solicitaba refuerzos y las dos apuestas de Segura -dos futbolistas que destacan por su potencia pero no por su calidad técnica- salieron mal.

Aparte de este hecho, y tal como explicó Xavi Torres en un artículo en l'Esportiu, la relación de Segura con varios técnicos del fútbol base blaugrana era muy tensa. La metodología que lo hizo triunfar en el Liverpool de Rafa Benítez nunca ha acabado de encajar en una entidad como el Barça, donde el físico de los jugadores nunca ha sido más importante que su capacidad asociativa.