Adaptarse al sistema del Barça es mucho más difícil de lo que puede parecer a simple vista. El juego azulgrana requiere de cinco movimientos en la sombra para hacer uno lucido. A muchos jugadores les toca trabajar al servicio del equipo porque los flashes se los llevan -merecidamente- los de siempre.

El partido de Paco Alcácer en el Borussia-Park evidenció que todavía no habla el idioma Barça. Luis Enrique le acomodó un ecosistema para que el delantero encontrara el gol que tanto necesita para empezar a elevarse. Alcácer emite todos los síntomas de un futbolista ansioso por gustar pero a quien la suerte le gira la espalda.

Contra el M'Gladbach tocó fondos. El delantero salió de titular en el lugar de Messi con un rol diferente al del argentino. El 4-4-2 del Barça le dejaba, al lado de Suárez, como punta de lanza del ataque. Una posición propicia para tener influencia y crecer en confianza.

El planteamiento de los alemanes, más conservador de lo que se podía prever, torpedeó el planteamiento de Luis Enrique y de rebote, el juego de Alcácer. El técnico blaugrana esperaba aprovechar los espacios a la espalda de la defensa con dos especialistas del contragolpe. Pero la realidad acabó con los dos delanteros estorbándose para ocupar el mismo espacio.

Nula participación

Alcácer pagó los platos rotos de una mala primera parte. El delantero de Torrent fue el primer cambio del Barça. En el minuto 54, con el equipo por debajo en el marcador, Luis Enrique decidió sustituirlo para dar entrada en Rafinha. El cambio de Alcácer incidió, de manera directa en el sistema.

El Barça recuperó el 4-3-3 tradicional para enviar Neymar de nuevo a la banda izquierda, dejar Luis Suárez como único delantero y enganchar Rafinha en la banda derecha. Alcácer vio desde el banquillo cómo el Barça conseguía darle la vuelta al marcador para llevarse tres puntos vitales después del empate del City (3-3).

Los 54 minutos que el delantero estuvo encima el campo dejan algunas conclusiones. 4 pasadas buenas en 5 intervenciones son unos guarismos que lo dejan en mal lugar. Pasó sin pena ni gloria en el día de su estreno a la Liga de Campeones con el Barça.

El espejo de Arda

Si hay un futbolista que al que se tiene que reflejar Alcácer para revertir su situación es Arda Turan. Al turco le costó un año de entrenamientos y seis meses de competición entender la filosofía Barça. Con el apoyo de Luis Enrique, Turan ha conseguido destapar todo su fútbol.

Las estadísticas, en este caso, hablan solas. Arda ya ha marcado 5 goles en sólo 9 partidos. La temporada pasada marcó 2 en 25. Un jugadir que no destaca por su capacidad goleadora pero que ahora ve portería con facilidad. Y todo gracias a recuperar la confianza perdida.

En el Borussia-Park, Arda fue el gran agitador del partido. Cuando el Barça más lo necesitaba, Turan -saliendo desde el banquillo- se cargó el equipo a la espalda. Marcó el gol del empate y se le vio más cómodo que nunca compartiendo el timón del ataque. Una actuación que le valió para ganar el trofeo a mejor jugador del partido y para acabar de enterrar todas las dudas que levantó su fichaje.

Paco Alcácer sólo necesita tiempo y tranquilidad. El Barça haría bien en recuperar para la causa a un futbolista que generó mucha ilusión en verano pero que está sufriendo, desde dentro, las dificultades para comprender un juego tan complejo como el blaugrana.