Punto final a la etapa dorada del Girona. Pablo Machín acepta la oferta del Sevilla y abandona Montilivi después de cuatro temporadas que ya forman parte de la historia reciente de la ciudad.

Machín, que en los últimos días había asegurado que estaban acercando posiciones para cerrar su renovación, asume el reto de capitanear un equipo que jugará en la Europa League y luchará por objetivos más ambiciosos.

Amor a primera vista

Los caminos del Girona y Machín se cruzaron en marzo del 2014. El club confiaba las pocas opciones de mantener la categoría a un entrenador soriano que hacía las maletas con una mano delante y otra detrás, como ha reconocido en alguna ocasión. Machín consiguió mantener la categoría y se ganó empezar la próxima temporada, sin las urgencias de los resultados.

El equipo se quedó a sólo un gol del ascenso directo. Y la Zaragoza se aprovechó de su depresión en un play-off de infausto recuerdo. La próxima temporada, el guion fue calcado. Play-off de ascenso y eliminación en manos del Osasuna. El destino era demasiado cruel con unos jugadores que seguían obstaculizándose con la misma piedra.

En la tercera va a la vencida. La segunda posición de la temporada 2016/17 permitió el Girona convertirse en equipo de Primera división. La ciudad vibraba con un equipo que todavía tenía que hacer pública su obra maestra. Con el mismo bloque y fichajes selectivos, Machín cuajó un gran inicio empatando contra el Atlético de Madrid y ganando ante el Real Madrid.

Los buenos resultados no fueron flor de un día. Y el equipo, después de alcanzar la permanencia con muchas jornadas de antelación, luchó por colarse en Europa. El esfuerzo físico traicionó a unos jugadores que bajaron la persiana de la Liga en décima posición, por delante de equipos como el Espanyol, la Real Sociedad, el Celta de Vigo o el Athletic Club. Ahora, les toca sobrevivirá sin Machín, su guía.