En Catalunya Informació anunciaban los partidos de fútbol de la quinta jornada de la Eurocopa. El locutor ha dicho: "a las nueve de la noche Portugal-Islandia y, antes, a las seis de la tarde, Austria-Hungría".

Clic. Si hubiera sido "Hungría-Austria" o Austria contra Hungría"... nada. Un listado cualquiera. Pero escucharlo en aquel orden y de aquella manera ha sido muy evocador y ha dado la sensación de que en aquella enumeración faltaba alguna cosa. ¿Austria-Hungría? De acuerdo, pero contra quién?

Un tuitero espabilado ha sabido captar el momento:

"Señor, juegan Austria-Hungría en la Eurocopa de fútbol", le dicen a Francico José I, el último gran emperador de Austria-Hungría. Él responde: "¿Contra quién?"

Es eso.

Si el emperador resucitara, esta sería, claramente su Eurocopa. En esta fase final de 24 equipos, nueve son de estados que del todo o parcialmente tienen su origen en el desmembramiento del Imperio Austrohúngaro, iniciado tras la batalla de Solferino de 1859, donde el káiser perdió todas sus posesiones italianas (Lombardía, Parma, Modena, Toscana...), excepto el Véneto, y finalizado tras la Primera Guerra Mundial.

Las selecciones son las de la República Checa, Eslovaquia, Italia, Polonia, Ucrania, Rumania, Croacia y las que se enfrentan este martes, Austria y Hungría. Sólo faltan Eslovenia y Serbia (si nos ponemos muy exquisitos también Bosnia-Herzegovina).

Quince naciones

La selección imperial de fútbol, con Cech en la puerta, Alaba en el centro de la defensa, Rakitic en medio del campo y Lewandowski en punta, sería candidata segura a ganar el torneo si todas aquellas selecciones se combinaran en una sola. O no, porque los Habsburgo en general y este en particular, supieron dejar más o menos a su aire las culturas nacionales diversas del Imperio sin más afán homogeneizador que la indispensable y eficiente administración pública imperial, probablemente la mejor maquinaria burocrática jamás desplegada sobre la tierra.

El Emperador Francisco José I

En 1916, año de la muerte de Francisco José I, Austria-Hungría tenía una extensión de 676.616 km2 y 52,8 millones de habitantes.

La Wikipedia dice que era el segundo país más extenso de Europa (el primero era Rusia) y el tercero más poblado después de Rusia y Alemania. Entre sus fronteras convivían (más bien en paz) quince naciones: 12,5 millones de austríacos, 10,5 de húngaros, siete de checos y dos eslovacos, 5,2 de polacos, otros tantos entre serbios, croatas y bosnios, 3,5 millones de rumanos, cuatro rutenos y ucranianos, 800.000 italianos, friulanos y sefardíes y 1,3 millones de eslovenos. El 76% eran católicos, el 9% protestantes, el 8,5% ortodoxos, él 5% judíos y 1,5% musulmanes, 

Todo eso se gestionaba sin grandes enredos. También sin grandes ambiciones. El emperador era un conservador colosal, ejemplo preclaro de gobernante a quien preocupaba más el desorden que la injusticia. Por poner un caso, veía el ferrocarril con inquietud porque facilitaba la comunicación entre sus súbditos tocados de nacionalismo romántico (sus indepes) y menos favorables a la política de Viena. Mejor circular en gabarra por el Danubio azul y sus afluentes o en carro por caminos de tierra, que poner en riesgo el orden público y las fronteras. 

La Sublime Puerta

La ausencia de la selección imperial y del emperador también priva el mundo de ver a su esposa, la emperatriz Sissi en el palco de los estadios donde se juega la Eurocopa y, probablemente, en la final en el Parque de los Príncipes de París, donde Su Alteza Imperial Elisabeth Amalie Eugenie Herzogin in Bayern, o Isabel de Wittelsbach, o Sissi, daría sentido al nombre del estadio.

También sonaría el himno del Imperio, "Dios salve a Francisco el Emperador" (Gott erhalte Franz den Kaiser), compuesto en enero de 1797 por Franz Josep Haydn sobre el texto de Lorenz Leopold Haschka. Se estrenó el 12 de febrero de 1797, cumpleaños de Francisco II del Sacro Imperio Romano Germánico (futuro Francisco I de Austria), en presencia de su majestad, en el Teatro de Viena. Fue el himno del Sacro Imperio Romano Germánico, del Imperio austríaco, el Imperio austro-húngaro y después de 1918 pasó a ser el de Alemania, Das Lied der Deutschen, "La Canción de los Alemanes":

Este himno suena ahora cuando juega Alemania, que también está presente en la Eurocopa. Toda una metáfora de los vaivenes de las fronteras físicas y emocionales de los estados europeos.

Esta carencia no la compensará el hecho de que también está presente en la Eurocopa el gran adversario histórico del Imperio Austrohúngaro: Turquía, ahora también una república venida a menos si se compara con lo que fue el Imperio Otomano, la Sublime Puerta.

Turquía tiene hoy día 74 millones largos de habitantes y una posición geopolítica estratégica. Eso no le ha servido de nada en el campo, donde ya ha jugado contra un estado austrohúngaro y ha perdido: 1-0 contra Croacia, justamente el país que en aquellos tiempos se encargaba de defender la frontera imperial de la presión otomana.

De momento, pues, el Imperio Austrohúngaro suma tres puntos y la Sublime Puerta, cero.