Se han acabado las ilusiones. Al margen de la superioridad absoluta de Red Bull, esta temporada se presentaba como una de las más abiertas que se han vivido en la historia reciente de la Fórmula 1. Ferrari y Mercedes, dos de las grandes escuderías, iban muy perdidas y no consiguieron afinar con los modelos de este año, así que vivieron un inicio de curso complicado. En estas circunstancias, llegó la revelación de Aston Martin y la "fiebre Alonso", que soñaba con volver a ver a su piloto en lo alto del podio. Cuando la 33 parecía más cerca que nunca, sin embargo, llegó un golpe mortal de realidad.

Hamilton, objetivo: subcampeonato

La evolución de Mercedes durante esta temporada es digna de estudio. Arrancaron el curso en la dirección equivocada y con una estrategia completamente opuesta a la de los Red Bull, el coche dominante. Decidieron explorar el concepto "sin pontones", cosa que les lastró la primera parte de la temporada en cuanto a la aerodinámica. Sin embargo, no tardaron a darse cuenta del error y corrigieron las directrices de fábrica. Poco a poco, han ido sumando puntos y, sin hacer mucho ruido, ya son la segunda mejor escudería del campeonato, posición que había estado en manos de Aston Martin, que ha caído hasta el cuarto lugar.

Fernado Alonso GTRES
Fernado Alonso, frustrado con la caída del rendimiento del Aston Martin / Foto: GTRES

El siguiente objetivo es asaltar también la segunda posición en la clasificación de pilotos. A principio de temporada, el Red Bull parecía imbatible, a años luz del resto de la parrilla. Aunque, matemáticamente, ya han ganado el mundial de fabricantes y Max Verstappen se podría convertir en campeón del mundo en la próxima ronda, en el GP de Qatar, Checo Pérez se ha convertido en la oveja negra de la familia. Toda una serie de errores y malos resultados han hecho que se descuelgue de su compañero de equipo y, ahora mismo, su segunda posición en el Mundial peligra. Por detrás de él, un Lewis Hamilton despiadado y con ganas de todo se acerca a una velocidad vertiginosa. Ahora mismo, solo hay 33 puntos entre Pérez y un Hamilton que da miedo.

Mercedes, el gran rival de Red Bull

No lo parecía al inicio de la temporada. Parecía que todo quedaría entre Red Bull y Aston Martin, con un Fernando Alonso al frente y comandando una fábrica en pleno desarrollo. Pero Mercedes y Ferrari saben mucho y la experiencia pesa más que cualquier cosa. Mientras que Alonso ha ido cayendo a la clasificación y la ilusión por la 33 ha quedado en un bonito recuerdo, a Mercedes se le está poniendo cara de velocidad. Lewis Hamilton, que se ve muy cerca del subcampeonato a seis carreras del final de la temporada, se ha quitado la máscara y ha dejado aflorar el animal competitivo que lleva dentro.

El objetivo de este año es la plata, pero, de cara a la temporada que viene, la escudería de las flechas de plata se alza como el gran rival de Red Bull. Hamilton lo está dejando todo tanto dentro como fuera la pista con un solo objetivo: luchar por otro Mundial antes de retirarse. La fábrica está dispuesta a darle todo su apoyo: "Nos hemos fijado objetivos muy ambiciosos para 2024. Vamos a cambiar el coche considerablemente para el año que viene. Que podamos o no resolver todos los problemas que tenemos en el pilotaje dependerá de que se lleven a cabo una serie de proyectos", asegura Andrew Shovlin, ingeniero de Mercedes.

El gran problema del W14 es la carga aerodinámica, especialmente en la parte trasera del coche, y es donde los ingenieros están centrando sus esfuerzos. "Sabemos que no tienen la confianza necesaria para atacar curvas de alta velocidad y saber que la parte trasera no va a deslizar más de lo que quieren, por ejemplo", dice Shovlin. Los pilotos de la marca también están de lo más implicados, especialmente Hamilton, que ve la cuenta atrás para volver a subir en lo alto del podio. "Sé cuál es el problema. Sólo hay que conseguir que los ingenieros hagan esos cambios. "Voy a estar semana en Brackley para visitar el túnel del viento y ver en primera persona si están haciendo esos cambios.", asegura el piloto británico. El león tiene hambre, Hamilton asegura un final de temporada no apto para cardiacos.