Los New York Knicks se presentaban en la temporada 2025-2026 con un aura de renovación y ambición. La llegada de Mike Brown al banquillo, tras la salida de Tom Thibodeau, se percibía como el aire fresco necesario para consolidar a un equipo que ya ha demostrado ser competitivo en el Este. Sin embargo, el cambio de guardia ha traído consigo una declaración de intenciones que, lejos de tranquilizar, ha encendido las primeras alarmas en el vestuario, concretamente alrededor de su máxima estrella: Jalen Brunson.
El escolta All-Star, consolidado como la referencia ofensiva indiscutible de la franquicia y un jugador con un peso casi dinástico dentro de la organización –recordemos la influencia de su padre Rick Brunson–, se enfrenta ahora a un nuevo entrenador con una visión radicalmente opuesta a la que lo llevó a la cúspide. Las primeras semanas de trabajo han revelado una tensión latente, una fricción que podría desequilibrar todo el proyecto neoyorquino.

La reestructuración ofensiva de los Knicks pone a prueba la zona de confort de Jalen Brunson
La piedra angular del conflicto reside en el estilo de juego. Brunson, de acuerdo con las estadísticas de la temporada pasada, fue uno de los líderes de la liga en la métrica de botes promedio por toque, un indicador claro de su tendencia a dominar el balón y orquestar cada ataque a fuego lento. Sin embargo, Mike Brown, un técnico que ha demostrado su adaptabilidad –pasando de una mentalidad puramente defensiva a abanderar la ofensiva de equipos como los Kings y, en su momento, los Warriors–, parece dispuesto a imponer una velocidad de juego mucho más frenética. Su idea es clara: transiciones rápidas, decisiones veloces y un movimiento de balón constante, reduciendo drásticamente la cantidad de dribblings de su base titular.
El vestuario de los Knicks es consciente de que este cambio no es una simple adaptación táctica, sino una reestructuración de la jerarquía ofensiva. La duda generalizada es cómo asimilará el nuevo esquema un jugador que se ha convertido en superestrella justamente haciendo "otra cosa", es decir, asumiendo la responsabilidad total de la creación de juego. Y aunque Brunson tiene un pasado en Dallas junto a Luka Dončić donde demostró ser un tirador eficaz en situaciones de catch and shoot, logrando excelentes porcentajes, la versión actual de Jalen Brunson es la de un playmaker dominante, un líder que exige el balón en sus manos para sentirse cómodo y productivo. Quitarle ese dominio es, para muchos analistas en la órbita de los Knicks, cuestionar su identidad en la cancha.

La presión de las expectativas: ¿Funcionará el nuevo esquema en el Este?
Mike Brown, descrito en círculos de la NBA como un hombre de empresa, pragmático y enfocado en lo que más conviene al éxito colectivo, parece haber tomado la decisión de anteponer el sistema ofensivo a la comodidad individual de su estrella. De hecho, la pretemporada ha servido como un primer aviso. Pese a ser meros amistosos, Brown alineó a Brunson y Mikal Bridges durante 34 minutos en un solo partido, una cifra inusualmente alta.
Este hecho, sumado a la imposición de un ritmo alto y de constantes pases, envía un doble mensaje a la liga: sus estrellas jugarán duro, pero también bajo sus nuevas y estresantes condiciones. Las decisiones rápidas serán la norma, no la excepción.