La pretemporada de la NBA 2025-2026 ha comenzado con un protagonista inesperado: Anthony Davis, el que fuera emblema del dominio interior y ahora símbolo de la frustración en los Dallas Mavericks. Pasado de peso, con un físico deteriorado y una actitud que no convence, el exjugador de los Lakers parece haber perdido el aura que alguna vez lo convirtió en el defensor más temido de la liga.

La franquicia texana, que aún no se recupera de la salida de Luka Doncic, se enfrenta ahora a un dilema que amenaza con convertirse en una pesadilla: ¿qué hacer con un jugador que cuesta 54 millones al año y apenas puede correr la cancha?

Anthony Davis
Anthony Davis

El sobrepeso y los problemas defensivos de la estrella preocupan a Dallas

A sus 32 años, Anthony Davis ha vuelto a los focos por las razones equivocadas. Según fuentes cercanas a la organización, el ala-pívot habría llegado al training camp con siete kilos de más, un exceso que salta a la vista incluso con el uniforme ancho de los Mavericks. Su paso por el quirófano este verano —tras un desprendimiento de retina que lo obligará a jugar con gafas protectoras— y su posterior inactividad han dejado secuelas que van más allá de lo estético: su movilidad se ha reducido drásticamente.

Los vídeos de los entrenamientos muestran a Davis llegando tarde a las coberturas y perdiendo la referencia defensiva, justo donde solía brillar. Lejos de la zona, en las coberturas exteriores, el jugador es un coladero. La velocidad se ha ido, la explosividad ha desaparecido y las sospechas de que Davis está saliendo de su prime (con 32 años y un historial de lesiones) se confirman con cada posesión. En ataque, la historia no es mejor: su rechazo a desempeñarse como pívot puro lo deja en tierra de nadie, especialmente cuando comparte pista con Dereck Lively II.

Dallas busca identidad entre el fracaso de Davis y la esperanza en Cooper Flagg

El contexto tampoco ayuda. Dallas sigue cargando con la sombra de haber intercambiado a Luka Doncic por Davis, una decisión que marcó el proyecto del general manager Nico Harrison. La llegada del prodigio Cooper Flagg, número uno del último draft y futuro rostro de la franquicia, parecía la oportunidad de redención. Sin embargo, las dudas sobre el encaje con un veterano en declive han encendido todas las alarmas.

Anthony Davis
Anthony Davis

Durante la pretemporada, Jason Kidd ha probado formaciones pesadas con Flagg, Davis y Lively, una apuesta que ha resultado un auténtico desastre. Sin tiro exterior ni fluidez ofensiva, los Mavs se han visto lentos, predecibles y carentes de espacio en la pintura. En defensa, la situación roza lo preocupante: Davis ha perdido la capacidad de moverse en el perímetro, y ni D’Angelo Russell ni un envejecido Klay Thompson logran frenar a los exteriores rivales.

La cancha es un auténtico campo minado, sin espacio para respirar. Con Davis y Lively operando en la pintura y sin un tiro exterior fiable de parte de la Ceja, el ataque de Dallas se ahoga en la congestión. El balón no circula, las penetraciones son imposibles y los porcentajes de tiro caen en picado. La versión del equipo con P.J. Washington, que sí es una amenaza desde el perímetro, en lugar de Davis, ha demostrado ser notablemente superior. Un dato que, en la era de los Mavs y sus urgencias, es más que una simple señal de alarma: este desequilibrio táctico subraya un grave error de planificación que bien podría acelerar un traspaso de Davis.