El Girona, con un jugador más durante toda la segunda parte, desperdicia una ocasión de oro y empata en el campo del Getafe, un rival directo en la lucha para entrar en la Eruopa League (1-1). El gol de Christian Stuani no es suficiente para desequilibrar un partido marcado por las faltas (40) y las tarjetas (11).

Un gran resultado

Pablo Machín seguía confiando en la vieja guardia para engancharse, otra vez, al tren que para en Europa. Su once sólo tenía dos cambios: Timor y Aday. Sin embargo, el Girona ha sido incapaz de imponer su juego ante un Getafe que tenía la lección muy bien aprendida. Después de 33 jornadas, los madrileños no engañan a nadie. Su juego se basa en avanzarse y proteger la ventaja de cualquier manera.

El Girona se ha complicado la vida cuando ha dejado que Ángel llegara hasta la línea de fondo con la pelota enganchada en los pies. Bernardo ha desviado el centro del delantero para 'asistir' a Amath, que ha marcado el primer gol del partido a placer. El futuro se teñía de negro. Y Bono, con sus paradas, ha evitado que los gerundenses se desconectaran a las primeras de cambio.

Entre faltas, pérdidas de tiempo y tarjetas, el partido ha caminado en la intranscendencia. Y eso era la mejor noticia para un Getafe con experiencia contrastada en este tipo de escenarios. El Girona era incapaz de trenzar tres pases con sentido y se le hacía una montaña cruzar la línea del medio del campo.

El descanso tendría que suponer un punto de inflexión porque el Getafe se gustaba y provocaba los aplausos de un público que ya se frotaba las manos. El Girona tenía que cambiar de partitura y Damián Suárez se ha convertido en el mejor aliado cuando ha lanzado un codazo en la cara de Christian Stuani en un córner. Penalti y expulsión antes de la media parte. El mismo Stuani se ha encargado de transformar el regalo para empatar el partido. 19º gol en la Liga del delantero uruguayo. Mal juego. Gran resultado.

Sumar más que ganar

45 minutos con un jugador más era un margen suficiente como para pensar en la victoria. Pero el árbitro ha estado a punto de dinamitar cualquier ventaja. Jorge Molina se ha tirado por enèsima vez. Ahora, dentro del área. Penalti. El mismo Molina, sin embargo, ha enviado el disparo al palo. Justicia poética. La fortuna sonreía el Girona. Parecía que todo estuviera preparado para que el equipo volviera de Madrid con los tres puntos en el bolsillo.

Machín interpretaba el mensaje. Borja García y Mojica entraban en el campo para desgastar a un Getafe que empezaba a evidenciar síntomas de fatiga. Portu ha tenido el 1-2, pero su disparo se ha marchado rozando el palo de Guaita, portero del Getafe. El campo empezaba a inclinarse.

El dominio, sin embargo, no se traducía en ocasiones claras. El Girona se perdía en centros largos y el Getafe respiraba entre interrupciones y balonazos largos. El partido se había convertido en un juego de pequeñas conquistas mientras el tiempo seguía corriendo. Molina estrellaba un cabezazo en el travesaño antes de cumplirse el minuto 90.

Y el tiempo añadido no ha cambiado nada. El Girona, con miedo a perder el punto y la diferencia de goles particular, ha aceptado el desenlace y ya sabe que tendrá que ganar los últimos tres partidos de Liga y esperar los tropiezos de los rivales para cristalizar el sueño de Europa.