El retorno de Aymeric Laporte al Athletic Club debía ser una historia de redención, el regreso del hijo pródigo a su casa. Sin embargo, lo que prometía ser una fiesta se ha convertido en una incómoda realidad para Ernesto Valverde, que comienza a impacientarse con el defensor francés nacionalizado español. El técnico esperaba liderazgo y solvencia, pero lo que ha encontrado es un jugador en evidente baja forma, muy lejos de aquel que deslumbró antes de su marcha al Manchester City.
El regreso de Laporte, ocho años después de su último partido en San Mamés, parecía un golpe de efecto. La afición lo recibió con cariño, pero en el vestuario, las sensaciones no son las mejores. Valverde esperaba un refuerzo inmediato, alguien que aportara experiencia y temple a un equipo que necesita estabilidad. En cambio, el entrenador se ha encontrado con un futbolista fuera de ritmo, con carencias en su preparación física y sin la chispa competitiva que lo caracterizaba.

Laporte vuelve, pero no convence: preocupación en el Athletic Club
El defensa, que cumplió su sueño de volver a jugar en San Mamés, reconoció que el partido ante el Girona fue “muy especial”, dedicándoselo a su padre recientemente fallecido. Sin embargo, el componente emocional no logró ocultar la evidencia deportiva: Laporte no está al nivel que exige el fútbol europeo. Su paso por el Al Nassr de Arabia Saudí, aunque lucrativo, parece haber dejado secuelas.
En apenas cinco partidos, su lentitud en los cruces y su falta de intensidad han encendido las alarmas en el cuerpo técnico. Valverde, visiblemente molesto, no disimuló su decepción en privado. “Esperaba más de él”, admitió entre líneas, dejando claro que el central no está listo para ser una pieza fija en el once titular. Y es que, a pesar de su experiencia en el City y de su reconocida habilidad para iniciar el juego con pases precisos, su actual estado físico lo está limitando.

Valverde no confía del todo: “Tenemos que empezar desde cero”
Desde su regreso, Laporte ha tenido que someterse a un plan físico específico diseñado por los preparadores del club. La idea es que recupere el tono perdido en el club árabe, donde la exigencia competitiva fue mucho menor. Valverde fue claro: “Tenemos que empezar desde cero”. Esa frase, breve pero contundente, refleja el desencanto del técnico con un jugador que debía ser pilar defensivo y se ha convertido, por ahora, en un proyecto de recuperación.
El entrenador incluso reveló que tuvo que mantenerlo en el campo más de lo previsto ante el Girona por pura necesidad, ya que Dani Vivian estaba sancionado. “No era lo ideal”, confesó el míster, consciente de que el futbolista aún no tiene el ritmo adecuado para soportar los 90 minutos. En otras palabras, Laporte no está preparado para competir al máximo nivel, y eso ha generado cierto nerviosismo en Lezama.
En el Athletic hay respeto por la figura de Aymeric Laporte, pero también cierta frustración. El club hizo un esfuerzo importante para repatriarlo, confiando en que su experiencia en la élite sería un valor añadido. Sin embargo, Ernesto Valverde, pragmático como siempre, no quiere arriesgar más de la cuenta. Sabe que él puede aportar mucho, pero solo cuando recupere el nivel físico y mental que tuvo en su mejor etapa. Por ahora, el francés está en deuda con el club y con su entrenador.