El Barça ha difuminado el batacazo de Roma a base de goles y fútbol. El equipo, capitaneado por Andrés Iniesta y liderado por Leo Messi, gana su 30ª Copa del Rey, la cuarta consecutiva, después de bailar al Sevilla (0-5). Ernesto Valverde, que ya tiene la Liga en el saco, cerrará su primera temporada de blaugrana con el octavo doblete en los 119 años de historia del club.

Un altavoz

El partido, otra vez marcado a fuego por la actualidad política, era la oportunidad perfecta para que el Barça levantara la voz y recuperara la grandeza de un escudo que quedó estropeado en Italia. Ernesto Valverde había aprendido la lección. Todo el talento al campo, sin vacilar, para decorar un escenario casi inmejorable: el moderno Wanda Metropolitano.

El Sevilla tampoco se guardaba nada en un gesto que jugaba con la fina línea entre la precipitación y el suicidio. El Barça sólo ha tardado 14 minutos al descoser y reventar el plan de los andaluces. Messi ya había exigido a David Soria con un lanzamiento de falta cuando Jasper Cillessen, a la sombra de Ter Stegen, ha agudizado su idilio con la Copa. Un pase suyo de 50 metros ha dejado solo a Philippe Coutinho para que Luis Suárez acabara haciendo el 0-1.

La final se teñía de blaugrana al contragolpe. Una alternativa que Valverde acepta y explota. Los debates del estilo quedan desvirtuados en noches como la de hoy. Porque el Barça ha ladrado el fútbol. En estático y en el espacio, la pelota siempre tenía el mismo amo. El travesaño de Iniesta hacía presagiar lo que el destino le había preparado en su última final con el club que lo ha visto nacer y crecer.

Messi y Jordi Alba han querido repetir la jugada con la que han hecho fortuna en los últimos años. Pasada en el espacio, carrera, pelota atrás y gol. Tan simple como difícil. El 0-2 de Messi deprimía la Sevilla, incapaz de acercarse con peligro a la portería de Cillessen. El Barça jugaba como y cuando quería. Tenía el partido en la mano. Y ha decidido sentenciarlo antes del descanso. El 0-3 de Suárez, a pase del mismo Messi, convertía la segunda parte en una anécdota.

Gloria a Iniesta

En sus últimos días como blaugrana, Iniesta ha visto cómo el fútbol ha vuelto a regalarle un momento único. Su primer gol con el Barça en una final, después de sentar a Soria con un gesto técnico a la altura de pocos, sumergía a la afición desplazada a Madrid en un estado que mezclaba euforia y añoranza. Los cánticos ya no cambiarán una decisión que parece definitiva después de ver la reacción de los compañeros: abrazos y besos. Una escena que desprendía cariño y nostalgia.

Iniesta se despedirá como capitán, titular y pieza fundamental de 'su' Barça. Un hito reservado a los elegidos. Su nombre ya figura en el museo del club y su partido, impecable, pinta su legado con letras de oro. La ovación, de todo el estadio, cuando Valverde lo ha sustituido en el minuto 87 sirve para calibrar la dimensión de un futbolista irrepetible. Los 32 títulos, contando la Liga, lo harán resistir al paso del tiempo.

Coutinho, desde el punto de penalti, ha cerrado una goleada que ya historia del fútbol. El Barça refuerza su trono gracias a unos reyes que no son monarcas. Son magos.