6 de junio de 2015, 22.30 horas. El Barça se proclama campeón de la Champions League en el Estadio Olímpico de Berlín después de derrotar la Juventus de Gianluigi Buffon, Paul Pogba y también Arturo Vidal por 3 goles a 1. Es la quinta orejuda del club.

7 de mayo de 2019, 22.30 horas. El Barça vuelve a certificar que no ganará el título más preciado. Esta vez el verdugo es el Liverpool, que remonta un 3-0 en contra para hacer estallar Anfield y humillar a unos futbolistas y un entrenador incapaces de reaccionar.

Pique Busquets Liverpool Barca EFE

EFE

4 años después de tocar el cielo en Berlín, los blaugrana encajan el golpe más dura de su era moderna y escriben un nuevo capítulo de un libro llamado Como desperdiciar a Leo Messi. El 10 hace magia pero ya no puede ocultar la realidad: el club -o mejor dicho, la directiva actual- ha escogido un camino erróneo. Que el Barça no gane la Champions no es una desgracia. Puede pasar, ha pasado y seguirá pasando. El problema es que se ha perdido la identidad. Y sin identidad ni resultados, lo único que queda es el vacío de la nada.

Los pesos pesados se acomodan

La 2014/15 fue la temporada del segundo triplete blaugrana, la del adiós de Xavi o la del tridente demoledor. También fue la de la crisis de Anoeta, la de la destitución de Andoni Zubizarreta o la del enfrentamiento entre Messi y Luis Enrique.

Andoni Zubizarreta Comiat Iniesta Sergi Alcàzar

Sergi Alcázar

El entrenador asturiano prefirió conservar su cargo y se tragó el orgullo, pero también entregó el equipo a los pesos pesados. Después de la crisis de Anoeta, los jugadores que le habían dado todo al Barça se convirtieron en intocables. Durante aquel curso ni siquiera la sabía voz de Xavi Hernández pudo poder evitar que Luis Suárez, Neymar, Andrés Iniesta o Sergio Busquets lo jugaran todo. La receta funcionó durante unos meses, es cierto, pero las derrotas de los cursos siguientes contra el Atlético de Madrid y la Juventus en la Champions empezaron a hacer patente que el camino no era el correcto.

Cuando la pelota entra...

Ganar es la mejor medida para anestesiar las masas. 1 mes después de la final de Berlín tuvieron lugar las decimoterceras elecciones a la presidencia del Barça. El sufragio lo había convocado el presidente vigente, Josep Maria Bartomeu, en plena crisis de resultados durante el mes de enero. La jugada no le pudo salir mejor.

bartomeu vota ACN

ACN

En plena euforia por el segundo triplete de la historia del club, los socios votaron en masa la candidatura de Bartomeu, que se impuso a Joan Laporta, su gran competidor. La realidad es aquella temporada el club ya había empezado a mostrar signos de debilidad en aspectos como la cantera o las secciones -especialmente la de baloncesto-, pero la pelota entró tres veces en la portería de Buffon y la masa, consecuentemente, decidió mirar hacia otro lado.

Una decisión cobarde

El último curso de Luis Enrique evidenció que el Barça necesitaba sangre nueva. El Real Madrid ganó su segunda Champions consecutiva y se llevó el título de Liga, mientras Neymar discutía con el cuerpo técnico, Jordi Alba se revelaba contra el entrenador y jugadores como Mathieu eran titulares en el Juventus Stadium.

Afortunadamente para la junta, que no lo habría destituido, fue el propio Luis Enrique quien decidió abandonar el barco. Su sustituto, en plena crisis por el fichaje de Neymar por el PSG, fue Ernesto Valverde, un técnico que había destacado en el Athletic y enamoraba por su perfil bajo.

Valverde Roma Efe

EFE

El extremeño llegó con fama de pacificador y el tiempo ha dado la razón a aquellos que le atribuían esta calidad. Valverde sabía que los focos eran para los futbolistas. También sabía que, a diferencia de Luis Enrique, él no pretendía ser el líder. Y también sabía, como el tiempo ha demostrado, que tener a Messi contento supone ganar el 90% de los partidos.

Pero no es suficiente. Por ser demasiado benevolente, Valverde ha acabado cediendo a las presiones de dentro y fuera del vestuario. Sólo así se entiende que dos fichajes solicitados por los pesos pesados de la plantilla, Coutinho y Arturo Vidal, hayan sido titulares en la ida y la vuelta de estas semifinales.

El fichaje del chileno se idea después del fracaso de Roma porque directivos como Pep Segura hacen un diagnóstico erróneo de la situación: falta músculo, más músculo. Valverde no puede decidir plenamente qué jugadores llegan al Camp Nou, pero sí que puede escoger cuáles alinea en el once. La decisión de apostar por Vidal en lugar de Arthur lo humaniza y lo retrata: él comparte los ideales de los peces gordos de la secretaria técnica, pero estos, desgraciadamente, no son los que han conducido al Barça a la gloria durante muchos años.