El Barça de Koeman puede ser mejor o peor que el de hace unos años. Muy posiblemente peor. Pero desde el primer Barça de Guardiola, aquel que la temporada 2008/09 sentenciaba los partidos antes del descanso, no se veía un conjunto blaugrana con tanta hambre de victoria.

Son las ansias de gloria de la divina juventud de los De Jong, Pedri, Mingueza, Dest y compañía, un hambre que se ha contagiado a la vieja guardia, a los Messi, Piqué, Busquets y Jordi Alba, con un Griezmann que a sus 30 años empieza a sentirse, por fin, importante vestido de blaugrana.

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Griezmann ha sido clave en la remontada en el Estadio de la Cerámica / EFE

Porque así se explica el éxito del Barça en la Copa del Rei, un título logrado a base de remontadas imposibles, aquello que provoca el hambre desbocada, y que incluso pudo obrar el milagro en el PSG-Barça de la Champions, un partido de trámite que la locura juvenil convirtió en intento de machada, hasta trasladar un miedo inexplicable a la cabeza de los jugadores del PSG.

La confianza de Griezmann

Y con esta actitud ha salido el Barça al Estadio de la Cerámica. Le esperaba un auténtico equipazo, el Villarreal de Unai Emery, que en el inicio del duelo ha sido barrido por un Barça confiado, sin complejos, liderado por un De Jong que las últimas semanas se ha convertido en un gigante. El fútbol, sin embargo, es caprichoso, y cuando más y mejor estaba jugando el Barça ha llegado el 0-1, de Chukwueze, un jarro de agua fría que en otros tiempos habría sido letal. Sin opciones para otro pinchazo más, lo normal es que los nervios y las prisas se hubieran apoderado del Barça. Maldecir la mala suerte. La realidad, sin embargo, es que el equipo de Koeman se ha levantado sin problemas.

Acto seguido, Griezmann se ha plantado solo ante Asenjo. El Griezmann blaugrana que todos conocemos habría fallado, pero este Griezmann es otro, por lo que el francés se ha inventado una vaselina preciosa al primer toque para igualar el marcador. Y no solo eso, pues el Principito se ha coronado rey en su siguiendo ocasión, en la que ha aprovechado un regalo de Foyth para marcar el 1-2, con un disparo preciso que habría firmado Haaland, Luis Suárez o Lewandowski. La confianza del 9.

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De Jong ha firmado una gran primera parte / EFE

El Barça aprende a sufrir

El Villarreal, no es ningún secreto, es un equipo mayúsculo, por lo que era esperable que tras ser barrido en la primera parte también sacara su orgullo tras el descanso. Así ha sido, para poner a prueba el saber estar del Barça. Con un Pedri agotado, Koeman ha reactivado el hambre, ahora con Ilaix, y Trigueros ha ayudado con una entrada criminal sobre Messi que, por suerte, ha quedado solo en un susto.

Con 20 minutos para el final, el Villarreal ha dado un paso adelante y ha llevado el miedo al Barça. El banquillo, con Koeman por delante, ha sufrido lo insufrible, mientras que el equipo, visiblemente cansado, aguantaba como podía. Donde no llegaban las piernas ha vuelto a llegar el hambre, siempre el hambre.

 

Imagen principal: Griezmann, Messi y Pedri, celebrando el 1-2 en el partido contra el Villarreal / EFE