Antonio Tejero Molina, el guardia civil que protagonizó el golpe de Estado del 23 de febrero de 1981, se encuentra en estado crítico. Según informan diferentes medios, ha recibido los sacramentos y pasa sus últimas horas al lado de miembros de su familia en València. Tejero es recordado por su irrupción en el Congreso a grito de "¡quieto todo el mundo! ¡al suelo! ¡se sienten, coño!" y disparando contra el techo de la cámara baja durante la investidura de Leopoldo Calvo-Sotelo. Tras el fracaso del golpe de Estado fracasara, se entregó la mañana siguiente, el 24 de febrero, y tras dos años fue condenado a 30 de cárcel, por un delito de rebelión militar consumado, agravado con reincidencia. Pasó solo 15 años entre rejas de diferentes cárceles militares, y el 3 de diciembre de 1996, quien fue teniente coronel de la Guardia Civil, salió en libertad. 

Su último momento de gloria tuvo lugar hace dos años, después que Pedro Sánchez empezara a negociar con los partidos independentistas para poder ser investido de nuevo presidente del Gobierno. El exguardia civil lo denunció ante la Fiscalía General del Estado por "maniobras antiespañolas" que "están poniendo en riesgo la identidad de la patria" y que "han dañado estos valores desde el momento en que Sánchez y los miembros de su gobierno empezaron a negociar con independentistas catalanes, vascos y asesinos de ETA". También denunció a Artur Mas, en 2012, por "conspiración y proposición para la sedición". Nunca escondió su rechazo y asco por la figura del socialista. Ya la dejó clara el 24 de octubre del 2019, día en que se ejecutó la exhumación de Franco, ordenada por Sánchez. Ese día asistió, como 250 franquistas, al cementerio de Mingorrubio, donde fue trasladado el cuerpo del dictador. Fue recibido a grito de "a sus órdenes, coronel" o "Tejero, grande de España". A principios de este año, después de que el Gobierno expusiera sus planes para conmemorar los 50 años de la muerte de Franco, se puso en marcha la Plataforma 2025 para reivindicar su figura, empezando por un manifiesto firmado por algunos de sus nietos y también por el propio Tejero y uno de sus hijos, Ramón, que es sacerdote. Él mismo ha dado los sacramentos a su padre y fue el encargado de oficiar el responso al dictador. 

El golpe de Estado

El 23 de febrero de 1981, en Madrid, a las 18:23 horas, Antonio Tejero asaltó, subfusil en mano y al frente de dos compañías armadas, formadas por 288 de la Guardia Civil, el Congreso de los Diputados.  Producido el asalto, Tejero se situó en el atril de la cámara, disparó tres tiros intimidatorios al aire con su pistola reglamentaria y en un tono amenazante clamó: ¡Quieto todo el mundo! ¡Al suelo! ¡Se sienten, coño!”. Es la expresión que quedó para la posteridad de aquella jornada. Ocho de las once capitanías generales secundaban, de manera directa o indirecta, aquel golpe de Estado. Una de las grandes incógnitas que envuelven el 23F es el papel que jugó Juan Carlos I, que había llegado al trobo tras la muerte de Franco seis años atrás. Según diversos periodistas, el golpe tuvo el apoyo, hasta horas antes de producirse, del padre de Felipe BI. El mismo Tejero aseguró años después que el monarca tenía "preparado con la Armada un Gobierno a su gusto", pero que necesitaba un militar que diera el golpe, él. 

¿Langosta en la cárcel?

Aparte de sólo cumplir la mitad de la condena, el paso por la cárcel de Antonio Tejero fue muy comentado. Tanto él como el resto de participantes del golpe de Estado vivieron "a cuerpo de rey" en las diversas cárceles por las que pasó durante los 15 años que estuvo encerrado. Tejero tenía más visitas que ningún otro preso y en la cárcel de Ferrol su celda no tenía rejas. Además, según varios historiadores, tenía calefacción y agua caliente. Sin embargo, buena parte de su condena la pasó en el Castell de Sant Ferran, en Figueres. Allí también gozó de privilegios y, se decía, que tenía un menú especial: comía langosta para almorzar.