El Girona ha perdido el respeto al fútbol de élite. El club ha entrado por la puerta grande en Primera División y después de 24 jornadas se ha ganado el derecho a soñar con objetivos más ambiciosos que la permanencia. La última goleada contra el Leganés en Montilivi (3-0) catapulta a los hombres de Pablo Machín, que rozan Europa con los dedos.

Este sábado, el equipo llega al Camp Nou para disfrutar sin presión de un partido histórico (20.45 horas / Movistar Partidazo). El Barça, líder invicto de la competición, pasará una de las pruebas más exigentes del 2018. Machín, después del 0-3 en el partido de la primera vuelta, describió de manera muy gráfica las diferencias entre los dos equipos: "Nosotros competimos con pistolas y el Barça con ametralladoras". Cinco meses después, estas diferencias parecen haberse difuminado.

En busca del juego perdido

Los resultados del Barça son casi impecables, aunque ha empatado tres de los últimos cinco partidos. Ernesto Valverde, repelente a las derrotas, tendrá que buscar la fórmula para volver a reactivar un equipo que ha acusado el desgaste de la Copa del Rey. La acumulación de minutos ha convertido al equipo en previsible y ha acentuado su dependencia de Leo Messi. Contra el Getafe, el Éibar o el Chelsea faltó frescura y sobraron posesiones eternas.

Es innegable que los blaugrana no pasan por el mejor momento de la temporada, pero también es cierto que ningún equipo es capaz de mantener la misma línea durante las 38 jornadas de Liga. La voluntad de Valverde es que estos altibajos repercutan lo más mínimo en el cojín de siete puntos sobre el Atlético de Madrid, segundo.

La filosofía del entrenador extremeño es centrarse en el presente para ir construyendo el futuro. En Ipurua no reservó a nadie sin pensar en Stamford Bridge. Y tampoco está previsto que lo haga hoy en el Camp Nou. El Barça ha tenido cuatro días para descansar y recuperar fuerzas después del empate contra el Chelsea. Una victoria, con un fútbol vistoso, ayudaría a mitigar el escepticismo de los abanderados del estilo.

Valverde no tendrá ningún condicionante en forma de lesión ni sanción para repetir el once de gala, aunque Paulinho evidenció en Londres que tiene muchos problemas para comprender el característico juego de posición del Barça. Además, delante tendrá a un Girona que crece con el paso de las semanas, tanto en ataque como en defensa.

Orgull Gironí

Las casi 9.000 personas que combatieron el frío para acercarse a Montilivi el pasado viernes son un ejemplo de cómo ha conectado el equipo con la afición. La comunión es total y explica, en parte, el éxito de una plantilla que está rindiendo por encima de sus posibilidades.

La trayectoria del Girona es casi inmaculada y fuera de casa es el cuarto equipo que suma menos derrotas, por detrás de la aristocracia de la Liga: Barça, Atlético de Madrid y Real Madrid. El secreto radica en el 'Orgull Gironí', que los jugadores empezarán a lucir en el pecho de la camiseta a partir de esta noche. El club decidió continuar la hoja de ruta que lo había llevado a Primera División. Y el tiempo le ha dado la razón.

El Girona empieza el fin de semana a cuatro puntos de Europa. Y lo puede acabar a sólo uno si asalta el Camp Nou y los resultados del Villarreal y el Éibar le favorecen. Machín seguirá confiando en su sistema de cabecera. Su 5-3-2 inamovible, con tres centrales y dos laterales largos, ha conseguido someter a equipos como el Atlético o el Madrid. Christain Stuani y Portu ya suman 22 goles entre los dos y son el factor diferencial de un equipo de abnegado sacrificio defensivo.

El Barça tiene claro que tendrá que sudar para tumbar a un rival especialmente incómodo y que ya compite con muchas más armas que las 'pistolas' de principio de temporada.