Ya hace un año de aquel día que quedará presente a los libros de historia. El Barça jugó a puerta cerrada el partido contra el Las Palmas un día 1 de octubre polémico en el Camp Nou. La represión policial en las calles de Catalunya pusieron sobre la mesa la decisión más complicada desde que Josep Maria Bartomeu es presidente.

Derecho a decidir

Aquel día marcado en la historia de Catalunya también tendrá un capítulo aparte en la historia del Barça. El 1-O del 2017 el club blaugrana tenía partido de Liga en el Camp Nou contra el Las Palmas. Era la jornada siete de la competición y aquel partido daría muchos titulares.

No fue por la vertiente deportiva, sino que fue por la banda política. El derecho a decidir del pueblo catalán con el referéndum supuso un conflicto transversal que llegó al mundo del deporte. Precisamente el deporte catalán suspendió la competición aquel domingo, pero el fútbol de Primera, con el Barça al frente, entró dentro del conflicto.

Una ida y una vuelta de opiniones que no tenía en su destino una decisión sencilla. Los golpes, las agresiones y las cargas policiales en los colegios se convirtieron en protagonistas.

Josep Maria Bartomeu Barça Efe

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Las disquisiciones de Bartomeu

La actuación no era fácil, y este hecho lo dejó bien claro Bartomeu uns día después cuando aseguró que fue "una de las decisiones más difíciles desde que soy presidente del Barça".

Mientras en las calles había brutalidad policial, en el Camp Nou empezaba una jornada muy complicada. Ya desde poco después de las doce del mediodía, la directiva del Barça se reunía en las instalaciones blaugrana. El objetivo era determinar qué hacer con el partido que se jugaría aquella tarde a partir de las 16.15h en el estadio.

Después de una primera reunión, la decisión era clara: no disputar el partido. Pero aquella primera idea no acabaría siendo la definitiva. Sobre la mesa estaba la posibilidad de no jugar el partido por temas de seguridad, cosa que los mismos Mossos d'Esquadra no afirmaron.

Una vez descartada la posibilidad de suspender el partido por temas de seguridad, la decisión final era cosa de la directiva del Barça y del presidente Bartomeu. Las opciones eran: jugar con normalidad, con la consecuente crítica de la sociedad catalana; jugar a puerta cerrada y quedarse en un punto de cierta equidistancia; o ponerse al lado del pueblo de Catalunya y negarse a jugar a fútbol.

Camp Nou afición policía Sergi Alcàzar

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Mientras, el Las Palmas se ponía al lado de la represión policial con un comunicado donde dejaba clara su posición: "Con la bandera española bordada en nuestra camiseta queremos votar de forma inequívoca en una imaginaria consulta a la cual nadie nos ha convocado: creemos en la unidad de España".

Y también sonaba en el entorno la coherencia de no disputar el partido. La grada de animación, presidenciables del Barça o periodistas defendían situarse al lado del pueblo catalán. Y todo esto hacía tambalear una complicada decisión en las oficinas del Camp Nou. Bartomeu no lo tenía nada claro.

A puerta cerrada

Y después de muchos imputs y de muchas opiniones, la junta directiva del Barça lo tenía claro: el partido se tenía que suspender. Una decisión, sin embargo, que no sería tan firme como se creía. Minutos después, y ya con un Bartomeu decidido a expresar su opinión en el vestuario, cambió de opinión.

El departamento de comunicación ya preparaba el comunicado de la suspensión del partido, pero una vez el presidente llegó al vestuario blaugrana, todo cambió.

Camp Nou césped grada Barça Sergi Alcàzar 02

Sergi Alcàzar

Dentro del vestuario Gerard Piqué y Sergi Roberto, que también votaron en aquel referéndum, apoyaban la opción de no jugar el partido y arriesgarse a la pérdida de seis puntos y a recibir una multa que podría llegar a 12.000 euros. Pero otros futbolistas catalanes defendían la vertiente deportiva y la necesidad de jugar. Una disparidad de opiniones que dejó Bartomeu solo delante de una de las decisiones más complicadas.

Y finalmente llegó la decisión final: se juega el partido contra la Las Palmas, pero se hace a puerta cerrada. Entonces llegó la fractura de la directiva blaugana con la dimisión de Carles Vilarrubí y Jordi Monés. Un día de partido en el estadio en que el Barça ganó por 3-0 y en silencio, y aunque se vio en 174 países la diferente protesta del Barça por la represión, nadie celebró el gol de Sergio Busquets y el doblete de Leo Messi.