El Institut Català d'Antropología ha organizado, dentro de la Setmana de l'Antropología, un debate en la Universitat de Barcelona con destacados académicos especializados en el fenómeno turístico. Todos ellos han destacado que el turismo tiene algunos efectos perjudiciales, y que puede originar graves costes sociales. Por eso creen que se tienen que tomar medidas para poder integrar el turismo de forma positiva dentro de las dinámicas sociales de la ciudad. Y han puesto de relieve que el debate ya no se puede aplazar; ahora es un tema candente, ya que incluso tuvo un papel clave en la campaña de las últimas elecciones municipales. La gente está muy sensibilizada. En el 2010, por primera vez, en Barcelona hubo manifestaciones contra el turismo incontrolado. 

Riqueza, pero no tanta

La primera cuestión a debate ha sido si el turismo genera riqueza o eso es un mito. El antropólogo Jordi Gascón ha relativizado la cuestión. Aunque el turismo puede generar beneficios, puede resultar perjudiciales en ciertos ámbitos. Gascón ha analizado el sector del comercio en las zonas turísticas de Barcelona. En este caso no hay creación de nuevos comercios, porque los espacios disponibles no se incrementan. En consecuencia lo que hay es un traspaso de negocios familiares hacia establecimientos de grandes cadenas o franquicias. Y eso lleva asociado, por una parte, un empeoramiento de las condiciones laborales de los trabajadores, y por otra, una reducción del impacto fiscal, ya que muchas de estas cadenas tienen su sede en paraísos fiscales o se benefician de tratos de favor por parte de los gobiernos. La socióloga Iolanda Fresnillo, que ha estudiado el fenómeno turístico en Barcelona y Haití, también ha insistido en que las grandes empresas turísticas tienen capacidad para presionar a los gobiernos y obtener condiciones de favor, y eso repercute en una reducción de los ingresos sociales y de las políticas sociales.

Las TIC que lo complican todo

Los expertos se han mostrado preocupados por el impacto de las TIC sobre el turismo. En los años noventa se creía que las TIC podía favorecer la entrada en condiciones de igualdad, en el mercado turístico, de nuevos actores locales. Pero se ha evidenciado que, en vez de eso, han aparecido nuevos intermediarios multinacionales, como Airbnb o varios buscadores, que tienen una gran capacidad para influir sobre el modelo turístico. Y, además, estos operadores con frecuencia tienen sus sedes en el extranjero y no se puede actuar contra ellos en base a políticas locales. El economista Joan Miquel Gomis ha destacado que este fenómeno es reversible, pero que para parar estas prácticas hay que establecer nuevas herramientas de gobernanza. El geógrafo Albert Arias, director del Plan Estratégico de Turismo del ayuntamiento de Barcelona, ha participado en el debate como representante del consistorio. Ha coincidido con muchos de los diagnósticos y ha apuntado que buena parte de lo que se publicita bajo el letrero "turismo colaborativo" en realidad forma parte de entramados empresariales multinacionales muy opacos, que tratan de escapar a las regulaciones locales y a la presión fiscal de los países donde actúan.

Empleo poco idóneo

El sector turístico genera una parte importante del empleo de este país. Y, a pesar de todo, un alto porcentaje de los puestos de trabajo son trabajos mal cualificados y peor pagados. Lo sabe bien el historiador Ernest Cañada, autor de un libro impactante: Las que limpian los hoteles, donde se describen las condiciones de trabajo de las camareras de piso en el sector de la hostelería. Cañada cree que el caso de las mujeres de la limpieza de los hoteles es muy relevante, pero no único. Y apunta que eso se debe, entre otras cosas, a la escasa capacidad de negociación de los trabajadores en nuestro país. Albert Arias ha apuntado que el Ayuntamiento cree que ésta es una de las claves de la problemática turística, ya que si los salarios del conjunto del sector turístico se dignificaran, eso supondría un impacto positivo para la economía de la ciudad, que beneficiaría especialmente a ciertos sectores ahora en recesión, como el comercio de proximidad.

Expulsados

La expansión del turismo ha colaborado a un encarecimiento rápido de las viviendas disponibles en algunas zonas urbanas, y este incremento de precios ha obligado a algunas personas a abandonar sus casas. Los expertos han destacado esta "gentrificación" como uno de los costes sociales más elevados de la masificación turística. La ciudad expulsa a sus habitantes y los visitantes ocupan el espacio que antes ocupaban los barceloneses, en los edificios, en los espacios públicos, en el comercio... Según el antropólogo Andrés Antebi, la Barceloneta en una década ha perdido a una parte significativa de sus habitantes. En el Barri Gòtico el impacto también ha sido considerable: se calcula que 2.000 viviendas han sido transformadas en alojamientos turísticos. Ciutat Vella entera podría haber perdido 13.000 habitantes. Esta presión se ejecuta, sobre todo, sobre las clases populares, que son las que antes tienen que abandonar su residencia. La presión turística, en cambio, es mucho menos sensible a los barrios altos, donde el turismo no tiene tanta presencia.

Los límites del poder

Los expertos presentes en el debate se han mostrado satisfechos porque las administraciones han ido modificando su discurso con respecto al turismo. Valoran muy positivamente el "cambio de tono", especialmente de la administración municipal. Y creen que la moratoria sobre la construcción de hoteles del Ayuntamiento era una medida imprescindible para reordenar el sector y crear nuevas estrategias. Y a pesar de todo, algunos han apuntado que el cambio de modelo productivo es un proceso tremendamente difícil ya que hay que buscar alternativas. Además, hacen falta fuertes inversiones para dinamizar sectores económicos distintos. El urbanista Francesc Magrinyà ha señalado que el diseño de políticas urbanísticas ha sido erróneo, porque no se ha reservado espacio para vivienda pública. Cree que ésta es una de las líneas que se tiene que potenciar: sin más viviendas disponibles es difícil hacer la vivienda accesible a las clases populares.

Más allá de la ciudad

Algunos de los expertos han insistido en que algunos de los problemas que están afectando en la ciudad de Barcelona y al turismo barcelonés no pueden arreglarse con medidas locales. El impacto de empresas como Uber, Airbnb o las líneas de cruceros es muy fuerte, y muchas no tienen base en el Estado español y lo aprovechan para tratar de esquivar las leyes locales y de evitar la fiscalidad aquí. Los problemas globales, para ellos, tienen que resolverse, prioritariamente, con medidas globales.