Tura Soler (Santa Pau, 1963) no es una periodista convencional. No, al menos, si la comparativa se hace a partir de las reglas abusivas actuales que prostituyen el oficio a golpe de clic, de algoritmo y de inmediatez. Porque Tura Soler, la ya histórica Tura Soler, no encaja dentro de estos patrones asfixiantes que priorizan la cantidad antes que la calidad: ella prefiere picar piedra, ir al lugar de los hechos y observar el entorno con la calma de una investigadora privada, como una depredadora esperando el momento clave para salir de su escondite y atrapar la verdad de un mordisco. Lleva más de treinta años explicando los sucesos más perturbadores del país con la honestidad y la convicción que te da hacer el trabajo a pie de calle sin caer en el protagonismo mediático. Tiene claro que ni es su papel ni quiere que lo sea, tampoco en esta historia.

El 24 de agosto del 2017, Paula Mas y Marc Hernández, una pareja del Maresme de 21 y 23 años, desaparecieron en el pantano de Susqueda. Días después se encontró su coche hundido en el fondo de la balsa; un mes después, sus cuerpos. El único acusado, ahora en libertad condicional, es Jordi Magentí, un hombre de más de 60 años que años antes mató su mujer a sangre fría. En su contra, varios indicios y pocas certezas: de las más de 150 pruebas de ADN que se han hecho, ninguna sitúa al acusado y a las víctimas en el mismo lugar. Tampoco se sabe dónde se perpetuó el crimen exactamente, ni se tiene el arma, ni el móvil. El doble crimen de Susqueda sigue siendo, casi 5 años después, todo un misterio: un caso abierto que la periodista lleva cubriendo desde el principio y que ahora desgrana en A orillas del río (Península), una investigación periodística rigurosa que intenta poner el acento en todo aquello que se ha hecho —y todo lo que podría haberse hecho mejor—.

Tura Soler hace más de treinta años que se dedica al periodismo de sucesos. / ACN

Siempre dices que cuanto más vas al pantano y más detalles conoces, menos entiendes qué pudo pasar. ¿Por qué?
Sólo puedes entender por qué no se entiende el caso si vas al pantano, te sitúas y ves las distancias enormes que hay desde el punto dónde se pierde el coche de Marc y Paula hasta allí donde lo encuentran hundido. La última cosa que descubrimos fue dónde estaba el último punto en que se había posicionado el teléfono de Marc, justo donde Bartomeu aparcaba su coche. Yo creo que esto es un elemento muy y muy importante, porque estaba ubicado allí a la hora que se fija que sonaron los tiros. Es un elemento nuevo que te aporta una cosa muy importante, que podría situarte donde fue el escenario del crimen. Pero entonces te preguntas: ¿si los mataron aquí, como fueron a parar al agua? ¿Y cómo fue a parar el coche a un lado y el kayak al otro? Sí que cada vez descubres a más personajes, elementos o caminos, pero todo acaba siendo un gran puzzle en el que vas incorporando piezas y no las acabas de hacer encajar.

El último punto donde se situó a Marc lo descubres tú y casi cinco años después de los hechos.
Estos datos se sabían o se tendrían que haber sabido en el primer momento. Existir existían, pero había desajustes entre diferentes datos, no se sabían interpretar y se enviaron a los EEUU, que volvieron a reenviar los datos sin ningún tipo de interpretación. Yo las descubro ahora y consigo interpretarlas bien porque pido ayuda técnica. La posición de los móviles es una herramienta que se tenía que haber utilizado ya en el momento en que en Marc y Paula están desaparecidos. Era muy importante mirarlo.

El error es centrar la investigación hacia un objetivo fijado —que es demostrar que el autor del crimen fue por fuerza Jordi Magentí— porque todo se ha construido en base a una teoría hipotética

¿Han sido negligentes los Mossos d'Esquadra?
Negligentes no lo sé, pero creo que hay carencias. Se tiene que decir que han trabajado mucho, mucho y mucho, han invertido muchas horas, recursos y dinero, pero el error es centrar la investigación hacia un objetivo fijado, que es demostrar que el crimen fue en la Rierica y que el autor tuvo que ser por fuerza Jordi Magentí. Pero es que faltan muchos elementos: no hay arma del crimen y no hay ninguna prueba material de cuál fue el escenario. Todo se ha construido en base a una teoría hipotética y a una suposición de cuál podría ser la sucesión lógica de los hechos. Magentí dice que uno de aquellos días fue a pescar al pantano, pero no aclara cuál y tampoco hay nada que lo demuestre. También faltan pruebas de tipo científicas. Incluso llegó un momento en que el juez hizo un auto diciendo que el coche de Paula ya no se consideraba prueba de convicción y que, por lo tanto, se podía devolver. Para mí fue un error porque el coche es el único objeto que sabemos seguro que el asesino manipuló, y me dio la sensación que eso era de un poca cura total. Mira lo que se está haciendo ahora con la ropa de Helena Jubany después de 20 años.

¿La única línea de investigación es la que acusa a Jordi Magentí?
Hasta hace cuatro días, me consta que sólo era esta.

¿Y en qué punto estamos ahora?
Por lo que he hablado con fiscalía, está la instrucción de llevar a Magentí a juicio, que es lo que pasa cuando hay un caso en el que se ha pedido prisión provisional y se ha concedido. Pero todavía quedan muchas pruebas para hacer o para incorporar, como el resultado de las inmersiones que hizo la armada buscando los teléfonos de Marc y Paula o las pruebas de sonido para situar el lugar de los tiros, pero la realidad es esta: que las pruebas de sonido tienen el objetivo de reafirmar que los tiros podían venir de la Rierica.

Si Magentí no tuviera antecedentes, ¿lo hubieran acusado tan rápido?
Yo estoy convencida de que si Magentí no tuviera el pasado que tiene, hubiera estado al mismo nivel que otros posibles sospechosos y muy probablemente la investigación no se hubiera focalizado de esta manera. A él le está pesando mucho el pasado. De hecho, si te lees toda su base acusatoria, cuando piden autorización para investigarlo uno de los indicios que aportan es su perfil criminológico en base a los hechos de 1997, cuando asesina a su mujer. Se le crea un perfil de persona impulsiva, que sabe utilizar las armas de fuego y que ya ha matado con ellas, y este perfil suma como indicio, añadido a que se le vio subir en coche a la zona del pantano el día del crimen.

Portada de la investigación 'A orillas del río'. / Península

A mí quien me tiene muy despistada es el personaje de Bartomeu.
A mí también (risas). Bartomeu es un personaje que te deja totalmente desconcertada. Yo cuando quiero ir a verlo, como me dicen que es una persona peligrosa, me asusto y por eso me busco la compañía de mis amigos policías para ir segura. Y resulta que cuando conseguimos hablar con él también me encuentro con un Bartomeu amable, pero tienes aquella sensación que él sabía alguna cosa y no te la quería decir. Sabía mucho de despistar y de encauzar siempre las conversaciones hacia los temas que a él le interesaban, porque sabía mucho de muchas cosas. Pero cuando intentabas hablar de aquel día y de si había visto algo, todo quedaba difuminado. Entonces aquel Bartomeu que sabía mucho de todo ya no sabía nada.

¿Con su muerte se va un testimonio importante?
Totalmente, para mí se va un personaje clave que podía ser un testimonio clave. Ni los Mossos ni nosotros le supimos sacar nada, y yo estoy convencida de que sabía alguna cosa. Él decía muchas veces que quería marcharse del mundo, y yo siempre le decía que me lo dejara por escrito. Cuando lo encontramos muerto, lo primero que hice fue preguntarle al mosso que entró si había alguna nota para mí. Pero nada.

Pero sí que has tenido un amigo invisible que te ha ido guiando.
Sí y no tengo ni idea de quien es. Mucha gente me dice que me lo he inventado como una figura retórica. Pero mi relación con él es esta, un día me aparece por Twitter y después por correo, y yo no sé quién es. Al principio tuve curiosidad, pero después pensé que si él no quería revelar su identidad, pues tampoco lo tenía que incomodar. No me ha desvelado cuál es el secreto del crimen de Susqueda, pero me ha aportado mucha información verídica y buenas pautas para seguir investigando y preguntando. Siempre me ha dado muy buenos datos.

El interrogante más grande de todos es por qué mataron a Marc y Paula

Y tú, ¿siempre te implicas tanto?
Todos aquellos casos que son complejos y misteriosos te crean esta necesidad de intentar ir más allá, y sobre todo con casos con los que tienes la sensación que la versión oficial no es lo bastante sólida y que alguna cosa falla. Me pasó lo mismo con el caso del secuestro de Olot. Cuando secuestran a Maria Àngels Feliu, detienen a dos personajes —Joan Casals y Xavier Bassa— acusados incluso de su asesinato. Casi todo el mundo se creía la versión oficial pero una compañera y yo no lo veíamos claro, fuimos a conocerlos y llegamos al convencimiento de que aquello no iba con ellos. Y efectivamente: ni la farmacéutica estaba muerta ni ellos eran los secuestradores. No es que el periodista piense que le toca resolver los temas, el periodista tiene que buscar la verdad y explicarla, y yo he conseguido explicar muchas verdades en torno al pantano, pero no he podido encontrar la solución del porqué mataron a Marc y Paula ni de quien fue.

Esta es la gran incógnita.
Sin lugar a dudas. El gran misterio del crimen de Susqueda es el móvil. Si resolviéramos este interrogante, todos los otros que pivotan en torno a este se irían desvelando. Sin móvil es mucho más difícil resolver un caso.

¿Es un crimen condenado al misterio para siempre?
Yo confío en que el caso de Susqueda sea como el caso del secuestro de Olot, que parecía que cada vez se enredaba más pero llegó el momento en que apareció un dato clave que alguien tenía guardado y se aclaró todo. No pierdo la esperanza. Confío en que en algún momento aparezca esta clave que pueda aportar la resolución de este caso con toda la nitidez del mundo. No se vale decir que no podía ser nadie más que Magentí. Las familias se merecen una constatación clara, confirmada y certificada con pruebas científicas de quién fue el autor del crimen de Susqueda. Desgraciadamente, el tiempo siempre juega en contra de las víctimas.

Jordi Magentí siempre ha negado ser el autor del doble crimen. / ACN

Y a nivel emocional, ¿cómo lo llevas?
Se tiene que tratar de poner distancia, pero eso no quiere decir que como periodista seas inmune a los sentimientos, es evidente que siempre piensas en lo que tienen que estar pasando a las familias, en este caso de Marc y Paula, que nunca han querido hablar ni aparecer en ningún sitio. También me he encontrado con otras personas que han vivido un asesinato próximo y buscan un apoyo. El periodista a veces hace este papel y, quieras o no, acabas dejando un poco de ti y te acaba desgastando emocionalmente.

Antes se tenía la sensación que cubrir sucesos era periodismo de segunda

¿Hay algún caso profesional que te haya superado?
Quizás el caso de que me ha afectado más fue cuando se supo quiénes eran los secuestradores de Maria Àngels Feliu, porque yo los conocía mucho. De repente tenía que empezar a escribir sobre personas que eran mis amigos. Pero traspasaron la línea y por dignidad profesional lo tienes que hacer. A medida que te vas dedicando en eso empiezas a pensar que no sabes hacer nada más. A veces la vida también te regala historias maravillosas: yo hace 32 años que batallo para identificar a la chica de Portbou, y es un tema que de ninguna de las maneras quería olvidar, no podía ser que no se supiera quién era. Tenía a la Guardia Civil de Girona frita, no sé cómo no me enviaron a hacer puñetas. Y llegó la oportunidad: le comenté a Carles Porta de poder hacer un capítulo de Crims, y mira. Cuando recibes un correo de la hermana de esta chica dándote las gracias porque no la has abandonado y has seguido trabajando, pues piensas que el trabajo de periodista de sucesos es maravilloso.

Ahora que lo dices, antes de Carles Porta parecía que los sucesos no importaban demasiado.
Es verdad. Carles Porta ha hecho que alguna cosa se tambalee. Yo llevo treinta años batallando en este mundo y antes se tenía la sensación que los sucesos eran periodismo de segunda y que, en un diario, los periodistas de sucesos eran los que no sabían de nada. También había como un sentimiento de vergüenza al reconocer que te gustaban los sucesos porque se asociaba a que eras un inculto que sólo leía temas de casquería. Y se pasó una época muy mala a raíz del caso de Alcàsser y el sensacionalismo en los medios.

Imágenes de Marc y Paula captadas por la cámara de una caja bancaria el día del crimen.

No sé si da cierto resquemor cuando una lleva décadas dejándose la piel...
Yo siempre lo digo irónicamente, que llevo treinta años picando piedra en el diario y creo que haciendo muy buen trabajo —nos han dado tres veces el Premio Rahola—, pero ahora apareces con 3 programas de Crims, que es un ratito de nada, y parece que eso te dé más proyección pública que toda una vida en el diario. Supongo que es la magia de la imagen y de la televisión. Al final, la gente lo que quiere es que las cosas se les expliquen de una manera fácil. Con Carles Porta lo hablamos y siempre le digo que él ha puesto luz a mi carrera periodística (risas). No lo digo con celos, al contrario, totalmente agradecida de poder colaborar en este proyecto que ha servido para revalorizar el periodismo de sucesos.

¿Qué escáner haces del oficio de periodista hoy en día?
Veo la profesión mucho más complicada, y mira que yo empecé cuando estábamos con la Olivetti y antes de las 7 de la tarde teníamos que poner el escrito y el carrete de fotos en un sobre para enviarlo. Con la proliferación de los gabinetes de prensa y de las redes sociales, los periodistas nos vemos con la obligación de trabajar con estrés y precipitación, y yo siempre digo que la prisa es muy mala compañera del rigor y del periodismo de investigación. Eso nos corta las alas. Ahora que podemos tener todos los medios técnicos que queremos, no se tiene tiempo de investigar los temas, ni de incidir o contrastar, y se somete al periodista a las prisas del mundo actual. Se acaba haciendo periodismo de repetición: coges la nota para clavarla y colgarla para poder ser los primero, cuando en realidad al cabo de 10 minutos todo el mundo la ha tirado y nadie ha dado ninguna noticia genuina. Sabe muy mal y tenemos que ser conscientes, porque cuando un gabinete tira una nota está diciendo lo que él quiere comunicar y no lo que tú quieres informar.

Trabajamos con estrés y precipitación, y la prisa es muy mala compañera del rigor y del periodismo de investigación

¿Tú también te sientes ligada por estas pautas del mercado?
A mí nunca me han llamadola atención, la verdad es que siempre me han dejado la cuerda larga, y estoy muy agradecida a mi diario porque me dejan trabajar fuera de estos patrones de inmediatez y de esta aceleración. Todo eso es gracias a que no me han atado el pie delante del ordenador y me han dejado trabajar a mi aire.

Lamentablemente, no es lo que se estila en la redacciones...
Yo creo que se puede salvar, hay gente que está haciendo temas de investigación que están muy bien, a pesar de que los periodistas también tendríamos que saber frenar, porque nos hemos dejado pisar mucho por las redes sociales. Creo que tendríamos que distinguir mejor la información elaborada de lo que son mentiras o datos no contrastados: se tiene que distinguir el grano de la paja para poder hacer un contenido de calidad. Pero también es importante que los medios sean humanos, porque es imposible abarcarlo todo con muy poca gente. Si hay precariedad no se puede trabajar los temas en profundidad.