Hay conciertos que no son solo conciertos, sino encuentros. Espacios que se abren entre voces, entre lenguas, entre mares. Este jueves por la noche, el Paral·lel 62 se ha convertido en uno de estos lugares mágicos: Marta Torrella y Helena Ros, las almas de Tarta Relena (proyecto que la semana pasada fue reconocido con el Premio Nacional de Cultura) han compartido escenario con el guitarrista y cantante cretense Giorgos Manolakis para ofrecer un viaje sonoro a través del Mediterráneo. Una hora larga de complicidad y belleza, dentro de la programación del Festival Clàssics, que ha dejado la sala suspendida en un silencio lleno de emoción.

Un universo común

El proyecto es fruto de una residencia artística en Empúries, donde, durante cuatro días, las tres convivieron y crearon un lenguaje común. “Nos lo hemos tomado como un patio donde jugar y entender las canciones”, explicaban Torrella y Ros antes del concierto. El resultado de aquella convivencia se ha traducido en un universo compartido: un espacio donde la voz polifónica de Tarta Relena —a medio camino entre la liturgia y el deseo— se funde con las texturas vocales y la guitarra laouto de Manolakis, heredera de una tradición milenaria. La propuesta, de una sencillez aparente, se desplegaba como una ceremonia. No había grandes luces ni artificios, solo la presencia. Tres cuerpos, tres voces y una comunión. El público, que llenaba la platea, parecía retener la respiración. Había canciones conocidas del dúo catalán y temas arreglados especialmente para la ocasión, pero también momentos de improvisación donde todo parecía nacer por primera vez. Era como si cada uno de los músicos tradujera al otro: el espíritu griego y el catalán encontrándose en una misma oración. Las dos cantantes no escondían la admiración por su compañero de viaje: “Nos ha sorprendido mucho la facilidad con la que canta y toca las melodías. Es admirable”, confesaban después del concierto. Manolakis, por su parte, correspondía con sonrisas y miradas de complicidad. Se percibía el afecto de aquellos que no solo comparten escenario, sino también una manera de sentir la música como puente, como memoria compartida.

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Los universos de Tarta Relena y Giorgior Manolakis se han encontrado la noche de este jueves en Barcelona / Foto: Eli Don / ACN

Había canciones conocidas del dúo catalán y temas arreglados especialmente para la ocasión, pero también momentos de improvisación donde todo parecía nacer por primera vez

La actuación llega en un momento dulce para Tarta Relena. Hace pocos días, el dúo ha recibido el Premio Nacional de Cultura 2025, un reconocimiento que, aseguran, todavía están “procesando”. “Nos sentimos agradecidas y motivadas —decían—. Es como un abrazo muy grande en un momento en el que no sabes muy bien si aquello que haces tiene sentido para alguien.” Y sí: ayer, en el Paral·lel 62, el sentido estaba allí. Estaba en cada voz, en cada silencio, en cada mirada entre ellas y el público. Cuando el concierto terminó, los aplausos fueron largos y cálidos, de aquellos que no piden bises, sino que dan las gracias. A la salida, muchos espectadores caminaban en silencio, como si todavía estuvieran dentro de la música. Quizás porque, por un rato, todos habíamos sido parte de aquel “universo común” que Tarta Relena y Giorgos Manolakis han sabido crear: un universo donde la tradición no pesa, sino que flota, libre, sobre el mar que nos une.