Xavier Gassió formó parte de la última promoción de soldados enviados a hacer la mili al Sáhara, la última colonia española. Estaba allí cuando se precipitaron los acontecimientos: cuándo los españoles prometieron la autodeterminación del territorio, cuándo el rey de Marruecos organizó la Marcha Verde, cuándo se firmaron los acuerdos de Madrid que suponían la cesión del territorio a Marruecos y a Mauritania, cuándo Franco murió y cuándo los marroquíes ocuparon El Aaiún, la capital del territorio. Ahora, 40 años más tarde, Gassió publica Sáhara español. El último reemplazo (Arzalia Ediciones), un libro con texto y fotos donde rememora aquel año convulso de su juventud. Un libro en qué Gassió repasa qué significaba el servicio militar de los jóvenes, en aquella colonia olvidada en medio del desierto, y cómo España abandonó el territorio.

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Vale más una imagen...

Si dicen que una imagen vale más que mil palabras, el libro de Gassió vale más que un millón de palabras, porque incorpora una colección impresionante de fotografías. Durante su servicio militar, Gassió se especializó en el pluriempleo de traducir los manuales de las cámaras de fotografía que compraban sus compañeros (el territorio era libre de impuestos y los reclutas solían llevarse algún aparato electrónico a su retorno a la Península); y a cambio de la traducción, exigía quedarse un tiempo con las máquinas. De esta forma, consiguió hacer un repertorio espectacular de fotografías: de sus compañeros, de las instalaciones, de los saharauis, de los souvenirs, de Al Aaiun, de los paisajes, de las armas... Gassió se convirtió en una especie de notario visual que documentó al detalle los últimos meses de colonización del Sáhara. Gassió, que se convirtió más adelante en fotógrafo de prensa, tenía auténtico instinto para documentar aquello que es relevante e ilustrativo. A poca gente se le habría ocurrido fotografiar cómo era una taquilla militar, aquel minúsculo espacio que reflejaba tan bien el espíritu de la mili: Gassió lo hizo y lo muestra en su libro; una imagen que ilustra de forma chocante lo que fue la vida de tantos y tantos españoles durante un año o más... Pero Gassió también documentó los espectáculos pornográficos del Sáhara, los vendedores ambulantes de artesanía, los tanques, las manifestaciones de los saharauis, los camellos, la suciedad de las calles de El Aaiún...

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En el centro, la vida militar

El libro de Gassió no está exento de una cierta nostalgia. Aunque Gassió se presenta claramente como antimilitarista y pone de manifiesto todas las miserias del ejército franquista, no deja de mostrar ciertos recuerdos positivos de la vida militar, especialmente por lo que suponía de camaradería entre gente de orígenes y clases sociales diferentes. Gassió, aunque critica duramente algunos aspectos de la vida militar, no deja de glosar las vivencias compartidas, la camaradería militar. En realidad, los saharauis aparecen de forma muy esporádicamente en el relato, porque la sociedad militar vivía al margen de los saharauis (a excepción de los destinados a las tropas nómadas o la policía territorial). Es relevante que el propio autor explique que para los militares estaba "prohibido o era no aconsejable" cruzar la zona de jaimas que estaba junto al cuartel. En otro punto, Gassió explica que una visita a un orfebre constituía, "una excusa para mantener una conversación, entre té y té, con un saharaui". Gassió vivió en el Sahara, pero no vivió entre los saharauis. Pero con mucha sinceridad, no intenta mentir al respecto.

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Colonialista sin complicidad

Gassió fue enviado al Sáhara para que contribuyera a mantener colonizado este territorio. Cumplió con las instrucciones que le dieron, y a pesar de todo, su libro en ningún caso es una apología de la colonización española (una apología que está presente en muchos otros libros de soldados destinados al territorio). Las imágenes de miseria de los barrios saharauis suponen una prueba de las deficiencias del colonialismo español, y desmontan toda la propaganda sobre las bondades de la ocupación española ofrecida por el régimen franquista. En realidad, las fotografías de Gassió nos ponen de manifiesto la tensión vivida entre los españoles y los saharauis, muy olvidada tras la invasión marroquí. Gassió no duda al incorporar fotografías de las pintadas de la ciudad, auténticas versiones tempranas del "A por ellos" que ponen de manifiesto la oleada patriótica que se vivía en el Sáhara ante las actuaciones del Polisario. Los militares llenaban las casas de El Aaiún de lemas de exaltación a Franco y España y de mueras al Polisario. Y no todo quedaba en pintadas: en una imagen se pueden ver claramente las vallas que se instalaron para aislar a los marroquíes dentro de sus barrios, un auténtico apartheid en versión hispana. Gassió incluso reproduce algunas imágenes que no son suyas donde se pueden ver las torturas infligidas a los sospechosos de simpatizar con el Polisario en las instalaciones militares españolas. Unas imágenes que dejan bien clara la terrible agresividad de las fuerzas colonialistas españolas. Las brutalidades de los marroquíes en el Sáhara no pueden servir para limpiar la memoria colonial española e idealizar la presencia hispana en aquel pedazo de desierto.

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Marcharse y condenar

Es de agradecer este posicionamiento de Gassió. Algunos de los compañeros de armas del fotógrafo han escrito libros con elementos autobiográficos terriblemente críticos con el colonialismo marroquí, pero extremadamente complacientes con el colonialismo español. De hecho, una parte del movimiento propolisario todavía está marcado por un claro neocolonialismo sentimental. A pesar de todo, Gassió, que no hace un análisis detallado de lo que significó el colonialismo español, sí que dedicar una buena parte del volumen a analizar la cesión de la colonia a Marruecos. En tanto que la parte central del libro está basada de forma prioritaria en sus vivencias personales, la parte final está elaborada, básicamente, con otras fuentes: diarios, libros... Y en este fragmento Gassió hace una denuncia sin paliativos de la entrega del territorio al Marruecos, al margen de la voluntad de sus habitantes.

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40 años

La memoria escrita y fotográfica de Gassió permite una nueva aproximación a otra de las grandes asignaturas pendientes de la transición española. A la vez que se enterraba a toda prisa el franquismo, sin ni siquiera desenterrar los muertos de las cunetas, la joven democracia española se apresuraba en archivar en un rincón los recuerdos del colonialismo para que se llenaran de polvo. Mientras los saharauis eran sometidos a la dominación marroquí, España se apresuraba a desvincularse de su experiencia colonial, como si nunca hubiera existido. Gassió contribuye, afortunadamente, a sacarla a la luz.