Ya es un hecho incuestionable, Rosalía es la artista catalana que ha alcanzado una mayor relevancia internacional nunca (junto con la dimensión pictórica de Salvador Dalí y lo que consiguió Ferran Adrià desde los fogones). La cantante de Sant Esteve Sesrovires ha vuelto a sacudir la escena musical global con la esperada publicación de su cuarto álbum, Lux, trabajo que perfila como una "réplica" a toda su obra anterior, pero desde una "elevación", según ella misma. Un álbum del que, aunque no se publicará hasta el próximo viernes 7 de noviembre, ya empezamos a saber varios de sus secretos. Más aún después de la extensa entrevista que Rosalía ha ofrecido al diario The New York Times. Una conversación donde se adentra en el proceso creativo detrás de Lux, descubriendo que el elepé esconde letras en 13 idiomas y un sonido que camina entre la tradición operística, la clásica y el pop más vanguardista.

Rosalía ya no tiene miedo de fracasar

Lux es un álbum centrado en la "diosa femenina", la fe y las brutalidades del amor, un contraste notable con la energía más "masculina" y caribeña de Motomami. La inspiración principal es la "mística femenina" y la idea de "ser un receptáculo", una idea que le vino a través de la lectura de autoras como Ursula K. Le Guin, quien sugiere que el primer dispositivo cultural no fue un arma, sino un recipiente para "reunir cosas". Esta perspectiva se refleja en su aproximación a la composición, que ella define como una "escritura femenina": un proceso continuo que no busca el "clímax y la resolución", sino que explora transformaciones y pérdidas. La sonoridad del álbum también marca una ruptura respecto a sus obras anteriores, con la participación de la London Symphony Orchestra y arreglos de Caroline Shaw, Premio Pulitzer de Música en 2013 por su obra a cappella Partita for 8 Voices. Rosalía, en la entrevista con el periodista Jon Caramanica, conductor de Popcast, el podcast musical de The New York Times, habla de una "intención de verticalidad" en lugar de la energía más "horizontal" y "mundana" de sus proyectos anteriores. Esta verticalidad hace referencia a la conexión entre la realidad material y algo "más astral y espiritual", revelando su constante búsqueda de cómo "estar más cerca de Dios".

Portada del disco Lux de Rosalía / Instagram
Portada del disco Lux de Rosalía / Foto: Instagram

Soy rebelde en general, ¿de acuerdo? Pero creo que es más bien que pertenezco al mundo. No soy tan mía como del mundo

El trabajo más exigente para la artista, sin embargo, ha sido dominar los 13 idiomas que contiene el álbum: catalán y castellano, pero también, y entre otros, el inglés, el latín, el siciliano, el ucraniano o el árabe. Rosalía ha invertido más de dos años, dedicándose a sesiones maratonianas con Google Translate, traductores profesionales y profesores de fonética para asegurarse de que las letras fueran coherentes y sonaran auténticas. Esta ambición nace de su "curiosidad y amor por querer entender mejor al otro". Citando a Simone Weil: "El amor es amar la distancia entre nosotros y el objeto amado", Rosalía liga la comprensión de otras culturas con una mejor comprensión y amor hacia ella misma. Y cuando Caramanica le pregunta si el uso de tantos idiomas y la complejidad de su arte son una respuesta rebelde a las críticas de apropiación cultural o las expectativas de cantar en inglés, Rosalía responde de forma tajante: "Soy rebelde en general, ¿de acuerdo? Pero creo que es más bien que pertenezco al mundo. No soy tan mía como del mundo".

Es la primera vez que me he permitido hacer un álbum desde este lugar. Completa rendición: esto es lo que realmente necesitaba decir, cantar y hacer

Frente al "lienzo en blanco" de cada nuevo proyecto, que admite que le provoca un "sudor frío", la cantante confiesa que lo que realmente la hace sentir incómoda es "quedarse quieta". Este constante movimiento la lleva a rechazar su propia obra anterior, no como una crítica al exterior, sino como un ejercicio de autoexigencia: "¿Qué no he hecho aún? ¿Qué necesito hacer?". Su enfoque en Lux, sin embargo, ha sido diferente, basado en la "falta de miedo al fracaso" y la "rendición": "Es la primera vez que me he permitido hacer un álbum desde este lugar. Completa rendición: esto es lo que realmente necesitaba decir, cantar y hacer". Esta libertad creativa, de hecho, ha tenido un coste: la artista reconoce que la ambición del proyecto les ha hecho ir "muy fuera de presupuesto". A pesar de su aproximación experimental, Rosalía insiste en considerar Lux como música pop, aunque con "códigos diferentes". Su máxima ambición no es otra que "hacer música que esperamos que mucha gente pueda disfrutar. Este es mi objetivo". Reconoce que su música puede ser exigente para el oyente en "la era de la dopamina", pero es precisamente por eso que busca ofrecer lo contrario: una obra que "te fuerce a centrarte" y a dedicar atención plena durante su escucha. Finalmente, la entrevista destaca un momento especial: la colaboración de Björk en el álbum. La conexión entre ellas fue una "admiración instantánea" que se forjó en Barcelona. Rosalía explica que esperó a tener el álbum a un "nivel correcto" de exigencia musical antes de enviarle el material, con la esperanza de que "entonces no pudiera decir que no".