Helenópolis (extremo noroeste de la península de Anatolia —actual Turquía— sobre el límite entre el Imperio bizantino y el sultanato otomano de Rum), 6 de agosto de 1096. Hace 929 años. Un ejército de unos 6.000 efectivos formado, básicamente, por campesinos centroeuropeos y dirigido por el barón feudal Pedro el Ermitaño, acampaban en las afueras de la ciudad y se preparaban para una campaña de saqueo y conquista del territorio. La tensión secular que afecta a la región remonta siglos antes de la creación del Estado moderno de Israel (1948). Incluso, revela unos objetivos que van más allá de la tradicional cuestión religiosa. La acción de Helenópolis, que sería el preámbulo de las batallas de Xerigordos y de Civetot (1096); marca el inicio de una larga historia de conflictos que el tiempo no ha resuelto. ¿Por qué hace siglos que Oriente Próximo es un punto caliente del planeta?

Representación de la batalla de Civetot, a la Cruzada de los Pobres (1096) / Fuente: Bibliothèque Nationale de France
Representación de la batalla de Civetot, a la Cruzada de los Pobres (1096) / Fuente: Bibliothèque Nationale de France

La Cruzada de los Pobres

La empresa de Pedro el Ermitaño, llamada en su momento "la Cruzada de los Pobres" tiene un componente de singularidad que explica, perfectamente, la génesis de esta larga trayectoria de conflictos. En la historiografía académica no hay un consenso para categorizar aquel fenómeno. Pero, en cambio, nadie pone en duda que aquel movimiento se generó y fue impulsado en unas circunstancias muy especiales. En 1096 ya se había consolidado el régimen feudal y los poderes ya habían completado el proceso de usurpación de la pequeña propiedad agrícola y de vinculación forzosa del nuevo campesinado inquilino a la tierra. La "Cruzada de los Pobres" (6.000 campesinos desclasados con sus familias) sería un movimiento colonizador que se desplazaría hasta los confines del Imperio bizantino para recuperar el derecho a la propiedad de la tierra y a la libertad de movimientos.

La Primera Cruzada

La empresa de Pedro el Ermitaño no tuvo éxito. La desorganización y las urgencias la condenaron al fracaso. Después de algunos éxitos militares (Xerigordos, 1096), fueron masacrados en el contraataque turco (Civetot, 1096). La gran mayoría de los hombres murieron y las mujeres y las criaturas fueron capturadas y vendidas en los mercados árabes de esclavos. Pero aquella experiencia, a pesar de su estrepitoso fracaso, no se perdería en la nebulosa de la historia. El papa Urbano II (el benedictino francés Otón de Langery) predicó e impulsó la verdadera Primera Cruzada (1096-1099), que reuniría lo mejor de las clases militares europeas. Aquella empresa se dirigió hacia el mismo lugar donde se había perdido la pista a los "Pobres"; pero el objetivo final era la conquista de las antiguas provincias romanobizantinas de Cilícia, Siria y Judea.

Mapa del dominios cristianos entre la Primera y la Segunda Cruzada /Fuente: The Historical Atlas. University of Texas
Mapa de los dominios cristianos entre la Primera y la Segunda Cruzada /Fuente: The Historical Atlas. University of Texas

La Segunda y Tercera Cruzada

La verdadera Primera Cruzada (1096-1099) culminó con la creación de cinco dominios cristianos en el Oriente Próximo: Armenia, Edesia, Antioquía, Trípoli y Jerusalén. Un simple vistazo en el mapa revela que la extensión de estos dominios superaba, con creces, los Santos Lugares de Peregrinación y que el factor religioso solo era el vestuario de aquella empresa. La misma mirada nos revela que aquellos dominios operaban como una plataforma de penetración hacia el interior de la región. La Segunda Cruzada (1147-1149) se saldó con un fracaso. Pero, en cambio, la Tercera Cruzada (1189-1192) confirma el auténtico propósito de aquellas empresas: proyectar el dominio cristiano hacia el oeste, hasta los valles de los ríos Tigris y Éufrates, y ganar los puertos situados en el extremo norte del golfo Pérsico que conectaban, vía naval, el Próximo y el Extremo Oriente.

¿Para qué querían conectar con el Extremo Oriente?

Superada la cultura apocalíptica del año 1000, el continente europeo había conocido una explosión demográfica y económica. En aquel contexto de crecimiento —que no se detendría hasta la Peste Negra (1347-1352)— los productos "estrella" del comercio internacional eran el oro, y los esclavos —que, en buena medida, procedían del Sahel— y las especias y los tejidos de lujo —que se originaban en el Extremo Oriente—. El liderazgo de aquella Tercera Cruzada, compartido por los reyes Felipe II de Francia y Enrique II de Inglaterra —que aunque estaban enfrentados en una cruenta guerra fueron capaces de pactar una tregua para armar aquella empresa; y por el emperador Federico Barbarroja, del Sacro Imperio, como árbitro de aquel conflicto; ya nos revela la auténtica naturaleza "civil" —y podemos decir, también, mercantil— de aquella empresa detrás del chillón vestuario religioso.

Fragmento del Atlas Catalán de Abrham Cresques (1375) Oriente Próximo y el golfo|golf Persic / Fuente: Bibliothèque Nationale de France
Fragmento del Atlas Catalán de Abrham Cresques (1375) Oriente Próximo y el golfo|golf Persic / Fuente: Bibliothèque Nationale de France

La ruta hacia Oriente

Pero lo que resultaría definitivo, sería el protagonismo de la Orden del Temple, una institución que detrás de su vestuario ideológico —de indudable naturaleza religiosa— tenía un fuerte componente económico —desarrollarían la red mercantil más potente de su época. Los Estados cristianos de Tierra Santa —del Oriente Próximo— miraban hacia el golfo Pérsico, para garantizar el dominio sobre un pasillo territorial que unía el mar Mediterráneo y el océano Índico y que se podía cubrir en dos semanas de camino pedestre. El control sobre este pasillo territorial (entre los puertos mediterráneos de Antioquía, de Tiro o de Acre y los puertos pérsicos de Basora, Mascat u Hormuz); era la razón oculta que había impulsado las Cruzadas. Y su disputa (con los turcos o con los árabes) la razón que explicaría el porqué de aquel conflicto permanente en aquella región del planeta.

El "tapón" mameluco

La pérdida de los dominios cristianos de Oriente Próximo a manos del sultanato mameluco de Egipto (1291) impulsaría un gran movimiento. Por una parte, los templarios intentarían forjar un "Estado" entre Catalunya y el País Valencià que tenía que ser la plataforma de lanzamiento de las operaciones de reconquista cristiana del Oriente Próximo. Y por otra, las cancillerías y los estamentos mercantiles europeos girarían la mirada hacia el estrecho de Gibraltar —bloqueado desde la invasión árabe de la península (711)— y explorarían la vía en Extremo Oriente circunvalando África. Las Galeras de Catalunya —la armada real del Principat— abrirían la navegación mercante cristiana por Gibraltar (Batalla de Ceuta, 1339) y el armador mallorquín Jaume Ferrer exploraría las Canarias, Río de Oro y, probablemente, la desembocadura del río Senegal (1346).

Galera militar catalana (siglo XIV) / Fuente: Biblioteca de Rodes
Galera militar catalana (siglo XIV) / Fuente: Biblioteca de Rodes

El "tapón" otomano

Los proyectos de restauración de los dominios cristianos del Oriente Próximo no tan solo no tuvieron éxito; sino que el paisaje se oscureció —todavía más— con la caída de Constantinopla a manos de los otomanos (1453). Sin embargo, Oriente Próximo no perdería su condición de región de gran valor estratégico y, por lo tanto, de escenario permanente de conflictos. La monarquía hispánica del XVI y XVII hostilizaría, permanentemente, los puertos otomanos y mamelucos del Oriente Próximo. Hasta el siglo XVIII que, con la crisis de estos imperios y la desaparición de la monarquía hispánica como potencia del Mediterráneo; Francia y Gran Bretaña —que, entonces, rivalizaban por el liderazgo mundial— se expandirían por la región, crearían sus respectivos y estratégicos "protectorados coloniales" y se convertirían los nuevos actores del conflicto permanente en Oriente Próximo.

Reparto franco britanic del Proxim Orient (siglo XX) / Fuente: British Library (1)
Reparto francobritánico de Oriente Próximo (siglo XX) / Fuente: British Library