Corría el año 2004 cuando la cadena norteamericana ABC estrenaba una ambiciosa serie sobre los supervivientes de un accidente de avión que tenían que convivir en una isla misteriosa. Yo tenía 8 años y recuerdo que el impacto de aquellas imágenes me hizo descubrir el fascinante mundo de las series. Esperaba con impaciencia que llegaran los jueves para entrar en Megavideo y (no se lo expliqueis a nadie) piratear el siguiente capítulo. Estaba completamente enganchado. Con 15 o 16 años esta actividad ilegal era ya una rutina diaria. Devoraba series sin parar. Y todo con un objetivo: llenar el vacío que me había dejado Perdidos (Lost). Ahora, ya superados los 23, soy tan seriòfil que me encargo de escribir sobre series cada día. Y lo que tengo claro es que no habría llegado hasta aquí si no fuera por la calidad de aquellos magníficos capítulos de 42 minutos. Porque Perdidos es la serie que me descubrió el mundo de las series, como la primera pareja con quien aprendes lo que es amar. Y por eso la sigo considerando mi serie favorita. Por eso, y por otros muchos motivos que os explicaré a continuación.

Porque cambió la historia de la televisión

Se emitían, en aquel momento, series de altísima calidad como Los Soprano o The Wire, pero Perdidos consiguió algo que ninguna ficción había logrado: convertir al espectador en un elemento activo.

Los constantes misterios e interrogantes de la serie - como los osos polares, el humo negro o los números que también han aparecido por aquí - permitía la creación de múltiples teorías que los fans discutían por foros y chats de internet después de cada capítulo. Y eso sin todavía existir Twitter!

La obra de J.J. Abrams y Damon Lindelof se convirtió en un fenómeno social espectacular que hizo que mucha gente entrara por primera vez al mundo de las series, sembrando una cultura seriéfila de la cual ahora tantas plataformas, como Netflix o Amazon Prime, recogen sus frutos.

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Perdidos, la serie que cambió el devenir catódico

Por la forma de narrar

Perdidos también supuso un cambio en cuanto a la forma de explicar historias. El uso de flashbacks y flashforwards que después tantas series han imitado como mecanismo narrativo se utilizaban de forma excelente para caracterizar cada uno de los personajes y elaborar tramas complejas que enganchaban el espectador.

En este sentido, destacar también el gran uso de los cliffhangers para crear la necesidad de saber que pasaba a continuación. Esperar una semana hasta el siguiente episodio era casi un sacrilegio, no hablemos ya de los meses entre temporada y temporada con mil preguntas pendientes por resolver.

Todavía recuerdo hacer hipótesis sobre qué había detrás de aquella escotilla al final de la primera temporada o discutir apasionadamente sobre qué había pasado después de la explosión de la bomba al final de la quinta.

Por los personajes

Así es como se hace una serie coral. Más de treinta personajes con nombre y apellido, evolución a lo largo de los capítulos y complejidad psicológica. Una complejidad que, como decíamos, se conseguía a través de los flashbacks para mostrarnos la historia de cada uno de ellos y así generar empatía.

El éxito en la creación de los personajes se evidencia cuando le preguntas a los fans de la serie cuál es su personaje favorito y no encuentras ningún tipo de unanimidad. Hay quién diría Benjamin Linus, o John Locke, o Desmond Hume, o Hurley, o Juliet, o Sawyer, o Sayid, o Charlie… Y todas las respuestas tendrían todo el sentido del mundo.

Mérito también de un reparto increíble, diverso y lleno de talento. Evidentemente, la serie ganó el Emmy a mejor casting, así como también lo hicieron algunos de sus actores, como Terry O’Quinn (Locke) o Michael Emerson (Ben).

Por los temas que trata

Cualquier que haya visto Perdidos sabrá que el objetivo de la serie no es hablar de un conjunto de personas que tienen que sobrevivir en una isla. Esta no es más que la premisa inicial que sirve para tratar temas más profundos. Principalmente, del tema más importante de la humanidad: el sentido de la vida.

La obra muestra la continua voluntad de los personajes de darle sentido a su existencia, ya sea por el camino de la fe (encarnado en Locke) o por el de la ciencia (a través de Jack), y deja al espectador la decisión de creer en lo que quiera creer, un tema que Lindelof retomaría todavía con más fuerza en The Leftovers.

Perdidos nos habla también del amor, la amistad, la familia, el tiempo, la muerte y, sobre todo, la vida. Pero lo que se acaba imponiendo es la voluntad de entender el porqué de todo. Un misterio que se resuelve, de forma más o menos satisfactoria en función de la opinión de cada uno, en los últimos capítulos de la serie.

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Perdidos, la serie que inauguró la edad de oro de las series de televisión

Para los momentos y frases memorables

Si una cosa tiene que tener una gran serie, o una como esta que hace que te enamores del mundo de las series, son momentos que queden grabados en la mente y acaben formando parte de la memoria colectiva. Y de esto Perdidos va sobrado.

Desde el “Not Penny’s Boat” de Charlie al “We have to go back” de Jack, pasando por el “Don’t tell me what I can’t do” de Locke, podríamos hacer una larga lista de los grandes momentos y frases que ha dejado la obra para la historia de la televisión.

Momentos acompañados siempre de la banda sonora de Michael Giacchino, que merece una mención especial por el espectacular trabajo que hizo por la serie, poniendo tensión cuando hacía falta y emocionando en otros muchos momentos, con piezas que a menudo todavía escucho como There’s no place like home o Life and death.

Y quizás si ahora me las pongo es porque quiero volver a sentir el que me hizo sentir la serie aquella primera vez. Para mantener viva la llama que me hace amar las series y recordar de donde salió la primera chispa, de aquella isla y de aquel accidente del vuelo 815 de Oceanic.