Es la meca del turismo low-cost, el Shangri-La de los adoradores del alcohol de garrafón y de los saltos antiolímpicos desde el balcón de un hotel en la piscina. Pero la localidad balear de Magaluf es mucho más, a pesar de que la prensa, siempre con aquel punto sensacionalista, no encuentre donde rascar más allá de los vídeos virales de borrachas que hacen felaciones a cambio de un chupito gratis, de borrachos que vomitan y se mean por las esquinas, de borrachas y borrachos que follan acariciados por las olas del mar y bajo las atentas miradas de otros borrachos y borrachas que aplauden al final del coito. Semiescondido detrás del de España Directo o del de los reportajes de Glòria Serra, se esconde el Magaluf de día, el de la señora Tere y su compañero de piso africano, o el del adolescente Rubén y sus inquietudes sobre un futuro que podría estar eternamente ligado al turismo, o el de la agente inmobiliaria Olga y su ambicioso plan de desarrollar el potencial de Magaluf como destino para viajeros ricos.

"Fuimos a Magaluf por lo mismo que va todo el mundo: para saber si todas estas leyendas del turismo low-cost extremo son ciertas", confiesa Miguel Ángel Blanca, el director de Magaluf Ghost Town, un largometraje atrevido y juguetón con los códigos del documental, que mezcla con elementos de ficción, para conseguir un resultado hipnótico. Un filme que llega a los cines la próxima semana con una magnífica carrera en festivales: se inició con un galardón a Mejor Película Internacional en Tessalonika, ha pasado por Sevilla, por el HotDocs Canadian, por Gijón y, esta misma semana, inauguraba en Barcelona el Alternativa 2021.

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Algunos reconoceréis a Miguel Ángel Blanca (Sabadell, 1982) por su trayectoria musical, como voz inconfundible de la banda Manos de Topo y como miembro del grupo Salvaje Montoya. Pero Blanca, graduado en el ESCAC en Guion, fundador de la productora Boogaloo Films, ha participado en algunos interesantísimos proyectos audiovisuales: el año 2012 escribió y codirigió con Alejandro Marzoa (también miembro de Manos de Topo) Your Lost Memories, a partir de un portal web donde se recuperaban cintas caseras en Súper8. Escribió el primero largo de ficción de Marzoa, Somos gente honrada (2013). Y después dirigiría Después de la generación feliz (2014), Un Iloc on caure mort (2015) y Quiero lo eterno (2017).

Hablamos con Blanca de su nuevo, sorprendente y fascinante proyecto, este indefinible Magaluf Ghost Town que penetra en un universo extravagante, construyendo un retrato entre humano e irónico en torno a un puñado de habitantes del pueblo, volcando herramientas aparentemente chocantes, mezclando documental y cine social, thriller y suspense, elementos propios del fantástico e, incluso, del cine de terror, con estos guiris que van ciegos y que, cuando sale el sol, parecen vampiros, o zombis.

Blanca: "Tuvimos que hacer entender a los ciudadanos de Magaluf que no estábamos allí por el pornoturismo"

"Hay un momento en la película en el que ya no sabes qué es verdad y qué es mentira. ¿Documental? ¿Ficción? ¿Realmente importa"?, se pregunta Blanca. "Es mejor disfrutar de la peli sin preocuparse por eso", afirma, y continúa: "Magaluf es un lugar mágico con sus propias reglas. Cuando llegas con una cámara es normal que todo el mundo quiera darte una paliza. Los medios sensacionalistas han construido una única imagen de la ciudad que ha eclipsado todo el resto. Darnos cuenta de que justamente teníamos que mirar hacia el sitio opuesto al que lo hacían los medios de comunicación fue el hallazgo mayor. Una de las razones de haber estado tanto de tiempo trabajando en este proyecto fue justamente tener que hacer entender a los ciudadanos de Magaluf que no estábamos allí por el pornoturismo sino por todo el resto. Todos estos secretos que sólo conoces si eres ciudadano de Magaluf..."

Muchos referentes diferentes pero bien digeridos

En el filme, Blanca muestra un ojo envidiable para encontrar gente normal muy poco normal, que él define como "especial", este intangible, esta singularidad, que se esconde detrás de la aparente normalidad de cualquiera. Magaluf Ghost Town sigue, fundamentalmente, a Tere, una cocinera andaluza que se instaló en la villa mallorquina hace 30 años, y que alquila una habitación en su casa a un chico de Mali con quien mantiene una divertida relación casi maternal. Y a Rubén, un chico homosexual que aspira sin demasiadas esperanzas a tener una carrera como actor. Y a Olga, una agente inmobiliaria rusa que quiere potenciar la ciudad y cambiar el perfil de los turistas que viajan a Magaluf.

Blanca nos explica el proceso de selección de estos personajes: "Hicimos un casting con un amigo director que ha crecido en Magaluf y que conocía muchas de las realidades del municipio. Eso fue una garantía para conseguir que nos escucharan de entrada. A Rubén, el chaval adolescente, lo conocí por casualidad en Barcelona, una noche bebiendo vino barato, y el megaflow que llevaba encima era escandaloso. Después nos dijo que era de Magaluf y fuimos a buscar su realidad en la isla. Realmente conocimos a mucha gente y decidimos trabajar con aquellas personas que realmente tenían la magia dentro, una manera de hablar o un gesto hipnótico, o una historia vinculada a Magaluf realmente especial".

Magaluf cine

Decíamos que Magaluf Ghost Town es un tipo de cine indefinible, como lo que ha firmado hasta ahora Miguel Ángel Blanca. Unos lo pueden denominar cine alternativo; de otros, cine underground. Hay quien lo cataloga como cine de guerrilla. Blanca nos sorprende: "Yo le digo free jazz", afirma, para explicarnos algunos referentes que nos pueden ayudar a comprender de qué pasta están hechos sus largometrajes: "Soy un tipo que utiliza muchos referentes, pero no tienen que ser grandes obras maestras, también busco mucho en la basura. Soy bastante desordenado y muy poco mitómano, por lo que me puedo permitir el lujo de abrazar en una misma escena una idea robada del pantano de Instagram con un plano descarado de Robert Bresson... No tengo ningún tipo de problemas para admitir que no tengo miedo de copiar, porque también tengo una gran capacidad intestinal para digerirlo a pesar de hacerlo mío".

Por Magaluf Ghost Town se pasean referentes de la serie Lost, de personajes de Harold Pinter, de diálogos de una peli de ficción que hizo Peter Watkins y no recuerdo cómo se llama, de los Simpson, de Carmina o revienta, del Ice Haven de Daniel Clowes, de momentos del programa del MTV Jersey Shore, de un videoclip que vi de Hidrogenesse, de frases robadas de La vida es sueño que me impresionó de adolescente y nunca agradecí lo suficiente a mi profesor de literatura..." Todo un maremágnum que le baila por la cabeza y que vomita en un filme que no os dejará indiferentes. Blanca nos habla también del proyecto que ahora prepara, Ejercicios para ver a Dios: "Te puedo decir que será una comedia mística sobre la fe y el deseo, y sobre el miedo de desaparecer sin ninguna trascendencia. Todo bajo inspiración sui géneris de las visiones de Hildegard Von Bingen, mística visionaria medieval. También te puedo decir que la peli parte de una obra de Las Detectives, una compañía de artes vivas performáticas de Barcelona. Y también te puedo decir que hemos conseguido financiación y que lo rodaremos en el 2022".

Acabamos, no podía ser de otra manera, haciendo referencia a la carrera musical de Blanca, sobre todo a su etapa como cantante de Manos de Topo. "La experiencia con Manos de Topo me enseñó una cosa muy importante que ahora puedo poner en práctica en aquello que yo entiendo que tiene que ser un rodaje donde todo el mundo sea feliz", explica. "La idea es rodar como si estuviéramos ensayando con la banda en el local de ensayo. Hay mucha intuición y comunicación entre los miembros del equipo de rodaje, todo el mundo escucha y puede proponer siempre. Evidentemente hay roles claros en los momentos de tomar decisiones, pero eso no quita que sea posible que el sonidista sea quien tenga la idea de guion crucial para cerrar una escena. O también puede ser que una noche yo, el director, esté borracho en Punta Ballena con los turistas buscando extras, o lo que sea, y que, de repente, el montador coja una cámara digital cutre para grabar a parejas follando en la playa, y que esta sea la escena climática de la película".

"Hay que generar estos espacios de libertad para el equipo, rompiendo la jerarquía rígida del mundo del cine y sus rodajes. Con eso de la música aprendí que sólo vale la pena hacerlo si todos nos lo pasamos increíblemente bien. Esta forma de rodar es una cosa que empezó circunstancial en los bajos presupuestos que teníamos en mis anteriores trabajos, pero ahora ya he entendido que esta es mi manera de trabajar aunque conseguimos presupuestos más altos, como ha sido en el caso de Magaluf Ghost Town. Muy poca gente en el set, que todos sepamos conducir y cocinar. Y estar siempre ilusionados, saber que en aquel momento no puede estar en ningún sitio mejor en el mundo".