La memòria de l'Oracle, de Pere Joan Martorell (Edicions de 1984) obtuvo el Premio Mallorca de Narrativa en 2017. Y recientemente ha sido escogida como finalista al Premio Òmnium a la Mejor Novela del Año 2018, junto con Aprender a hablar con las plantas, de Marta Orriols (editorial Periscopi en catalán y Lumen en castellano) y Sobre la terra impura de Melcior Comes (editorial Proa). La trama de la novela se sitúa en la Mallorca rural, en los duros años de la posguerra. El personaje central de la obra nace justo al acabar la guerra y pertenece al colectivo de los vencidos: hijo de represaliado, nieto de exiliados, de una familia anticlerical... Su historia, pues, es previsiblemente trágica. Y el destino se va cumpliendo inexorablemente: el peso de la derrota marcará su vida.

La pérdida

El protagonista de La memòria de l'Oracle, Jacob, es un hombre marcado por la pérdida. Por la pérdida de una guerra, por la pérdida de los miembros de la familia, por las pérdidas económicas, por la pérdida de la estabilidad... El sentimiento de pérdida se inicia al fin de la guerra, cuando todavía está en el vientre de la madre, y se prolongará durante décadas, ya que en vez de ir recuperándose de las pérdidas, Jacob irá sumando nuevas. Siempre será un personaje marginal, más relacionado con los ausentes, los que se han ido, que con los presentes. Y acabará obsesionado por conocer un pasado que se le oculta, del que no se habla, porque es doloroso, porque es humillante. Los secretos son omnipresentes: hay ciertos hechos que todo el mundo conoce y que todo el mundo oculta y Jacob no cejará en su intento de sacarlos a la luz.

La procesión va por dentro

La historia de Jacob es una historia de introversión. No es una epopeya de dolor compartido, sino de una tremenda resiliencia. El protagonista afirma en diferentes ocasiones que la piel se le endurece, y confiesa su naturaleza "camaleónica". Incuba un inmenso rencor hacia su entorno, y tiene motivos más que suficientes para incubarlo, pero no lo suele mostrar nunca. Ni siquiera se puede permitir mostrar su justificadísima indignación. Jacob calla, pero no es indiferente. Sino al contrario, nunca para de indagar sobre los silencios que lo rodean, sobre los secretos ocultos de la familia, sobre el pueblo, sobre la represión...

¡Ay de los vencidos!

Muchas de las novelas recientes sobre la guerra civil son historias idílicas de resistentes a ultranza, de personajes empapados de fuerza y determinación a pesar de la derrota. Con toda probabilidad la versión de la historia que explica Martorell es mucho más fidedigna. La historia de los vencidos de Martorell es fea, llena de renuncias, concesiones y pequeñas derrotas cotidianas. Es una historia que pasa por la tristeza, la amargura, la locura, el alcoholismo, los abusos, y la violencia. Una historia llena de desesperanza que tiende a perpetuarse, porque la derrota lo embrutece todo. Los derrotados de Martorell no tienen dignidad, no tienen felicidad... Sólo miedo y rencor. La Mallorca de La memòria de l'Oracle no tiene nada que ver con la imagen turística de la Mallorca del desarrollismo franquista. Es una Mallorca que ahoga, claustrofóbica, profundamente represora. Un universo del que no es nada fácil escapar.

Un veterano desapercibido

Pere Joan Martorell (Lloseta, Mallorca, 1972) es un autor que ya tiene una quincena de obras publicadas. Pero muchos de sus libros han aparecido en editoriales de Balears, que tienen poca salida al mercado del Principat y por eso hasta ahora no ha sido muy reconocido. Ha publicado algunos volúmenes de poesía, como La tardor de l'ombra, La veu del silenci, Curs de matèria reservada o Dansa nocturna, que ganó el premio Joan Alcocer en 2006. Es autor de las recopilaciones de cuentos Art de trobar veritat y Vides errants, además de las novelas Nocturn sense estrelles y Llibre de les revelacions. Pero, realmente, ha sido La memòria de l'Oracle la novela que le ha dado relieve en el mundo de las letras catalanas.

Un nuevo premio a obra ya publicada

El Premio Òmnium a la Mejor Novela del Año, que este año llega a su segunda edición, es un premio diferente a la mayoría de galardones literarios, porque se ofrece a una obra publicada. En el fondo se inspira en el Premio Goncourt, uno de los galardones de más prestigio de Francia que se da a una obra ya publicada y que pretende dar relieve a alguna novedad que quizás no ha llegado suficientemente al público. Òmnium Cultural decidió lanzar este premio con el fin de prestigiar la literatura catalana. Pero no optaron por hacer un premio honorífico como lo es el Goncourt (que tiene una dotación de sólo 10 euros), sino que se decidió dar un premio jugoso, con una dotación adicional para el editor con la finalidad que pudiera hacer una segunda promoción de la obra. Este año, de la preselección de 24 novelas hecha por un comité de expertos, el jurado independiente y de prestigio formado por Roser Cabré Monné, Maria Dasca Batalla, Carme Gregori Soldevila, Oriol Izquierdo Llopis, Xavier Pla Barbero ha escogido tres obras como aspirantes al galardón de Òmnium Cultural en la mejor novela del año. Es la segunda edición de este premio, el mejor dotado económicamente a obra publicada: 20.000 euros directos y 5.000 más para promoción. La primera ganadora del Premio Òmnium fue la novela Els estranys de Raül Garrigasait.

Más allá del tema de siempre

La temática de la guerra civil está de moda en la literatura catalana. Pero La memòria de l'Oracle destaca entre la mayoría de libros de este tipo por su crudeza.. No hay ninguna idealización. No es sólo que esta novela relate escenas de gran crueldad; lo más duro de Pere Joan Martorell es la desesperanza, la desolación del universo que retrata, una Mallorca ensuciada, contaminada por la violencia, por los abusos, por la humillación. La trama de La memòria de l'Oracle se inicia cuando la guerra ya ha terminado, pero condensa toda la brutalidad, y toda la indignidad de un conflicto que se desarrolla en un pequeño territorio, donde los rencores se perpetúan y las venganzas se hilan noche y día. Una novela que relata, como pocas, como la miseria de la España franquista conquistó cuerpos y almas, también, en los paraísos mediterráneos de Balears.