Una novela que empieza con una cita de una canción de los Pixies solo puede ser buena. El dia de la balena de Melcior Comes se inicia con una alegación al Debaser del grupo más influyente e importante del rock indiependiente. No lo digo yo, lo decía Kurt Cobain. "Fue un grupo que apareció en mis años de tráfico entre la infancia y la adolescencia y esta es una novela muy autobiográfica sobre aquella época, en la que he hecho mucho trabajo introspectivo", explica el escritor mallorquín una mañana soleada de este marzo desde la maravillosa terraza del hotel Casa Mimosa de Barcelona. Dice que es el lugar que su editora le pide que quede con los periodistas que lo quieren entrevistar. Ester Pujol tiene buen gusto, literario y vivencial.

El dia de la balena es una novela pequeña, breve, pero no menor. Y no solo por que empiece con una cita de una composición de Black Francis, el tema de abertura de Doolittle, disco que todo el mundo tendría que tener obligatoriamente en casa. Un relato inciático: década de los noventa, verano, Mallorca, bicicletas, monstruos, primeros amores, divorcios, turistas... con un adolescente que está intentando descifrar de qué va todo eso de la vida. Un verano azul (con unas cuantas atormentas existenciales). Quizás Chanquete murió en un pueblo de costa de Mallorca. "Fue Pere, el hermano mayor de mi mejor amigo, el que me grabó este disco en una cinta de cassette. Yo escuchaba eso, básicamente, porque era lo que había. Escuchabas la música que tus padres tenían en casa o la música a la que te iban introduciendo tus amigos. Después hubo grupos que se hicieron más populares como Nirvana, pero los Pixies todavía continúan allí".

En el libro citas muchos más grupos de esta época, entre otros uno de mis favoritos: Dinousar Jr.
Era un tipo de música que tenía esta desenvoltura, este grito, esta rabia adolescente. Era la época en que empezabas a aprender inglés y te preguntabas qué decían las letras.

Entrevista Melcior Comes, escritor / Foto: Roser Gamonal
Melcior Comes publica la novela El dia de la balena / Foto: Roser Gamonal

¿Eras de los que traducían las letras?
Nos pasábamos fotocopias. No teníamos internet y no podíamos entrar en ninguna página en la que ya te las encontrabas traducidas e interpretadas. Te lo tenías que hacer todo tú. Y de repente descubrías que en la misma Debaser había una cita al Buñuel de Un perro andaluz. Y te parecía increíble que unos tipos de Boston citaran Buñuel de forma tan sutil. No teníamos nada más. Hoy día descubres un grupo e inmediatamente tienes 400 estímulos. Entonces eras tú y aquella cinta o aquel libro o aquel cómic. Nada más.

En Mallorca hubo una escena indie muy potente.
Cuando yo tenía 17 o 18 años había unos tipos que tenían 25 o 26 que se hacían llamar Antònia Font. Lo mejor de ellos era que a sus letras decían las mismas tonterías que decía yo. Y como yo, lo decían en mallorquín. Cuando escucho a Antònia Font pienso en mi abuelo. Utilizan el mismo lenguaje.

Cuando yo tenía 17 o 18 años había unos tipos que tenían 25 o 26 que se hacían decir Antònia Font. El mejor de ellos era que a sus letras decían las mismas tonterías que decía yo. Y como yo, lo decían en mallorquín

Hicieron internacional aquello local.
Muy, muy local, buscando aquel detalle del abuelo, de la memoria familiar, y envolverlo todo con una discurso musical posmoderno. Eso es genial. De alguna manera, es lo que he intentado hacer yo en El día de la balena, una historia muy local, porque hace referencia a aquella carretera, aquella rotonda... Tiene este vínculo con un paisaje muy íntimo, pero al mismo tiempo todo el mundo se puede sentir identificado. Una especie de narrativa que han utilizado mucho a los americanos en el cine.

El dia de la balena tiene mucho de película de género coming-of-age, desde Cuenta conmigoCall me by your name.
Cierto, aunque mi referente cinematográfico en esta novela ha sido Los 400 golpes de Truffaut. Por eso que el protagonista es un niño más conflictivo, un poco como el mío. Y también acaba en una playa en una de las escenas más memorables de la historia del cine. En esta película, además, el protagonista traduce unas páginas de Balzac para hacerlas pasar por suyas. El profesor lo pilla rápidamente. Esta novela de Balzac, yo también la traduje al catalán. Estamos acostumbrados a historias de niños, veranos y bicicletas desde una narrativa muy norteamericana. Pero es que eso, todos, por poco felices que hayamos sido a nuestra infancia, lo hemos vivido.

¿Por este aspecto autobiográfico, era una novela que tenías pendiente?
A mí me gusta mucha esta idea de la amistad en la infancia. Creo que es muy importante para la formación moral de cualquier persona disponer de amistades fuertes en esta edad. Son un aprendizaje para el amor. Incluso a veces pasa que el amor que viene después no tiene el grado de intensidad, emoción y compenetración que llegan a tener estas amistades adolescentes. En una novela anterior ya había empezado a contar cosas de estas. Pensé que algún día quizás le daría la vuelta y haría de todo eso el eje central de un nuevo relato, hasta que se me ocurrió hacer de la ballena el desencadenante simbólico de salida. Marca el día a partir del cual empiezan a pasar cosas importantes en la vida de los personajes, aunque la ballena en sí misma no desencadena nada.

Entrevista Melcior Comes, escritor / Foto: Roser Gamonal
El día de la balena, un relato iniciático en la Mallorca de los años noventa / Foto: Roser Gamonal

¿La ballena existió de verdad?
Sí, la ballena existió de verdad. En los últimos años han aparecido muchas en Mallorca, de ballenas, pero esta salió en los tiempos de mi padre. Yo siempre había oído hablar de eso, del día de la ballena. Me había quedado con la historia, con ganas de estirar la historia.

La novela, sin embargo, nace como un encargo de la editora Ester Pujol.
Ester me puso en la cabeza la idea de hacer una historia de Navidad. Una historia de invierno navideña.

Y has acabado haciendo una historia de verano.
Quería que fuera un libro más breve que el que ha acabado siendo El dia de la balena, para salir con ilustraciones. Pero yo eso no lo sé hacer y lo que me salió fue una historia de niños y de verano. Empecé a desarrollar la sinopsis, encontré que tenía sentido y que más o menos la historia me atraía mucho. Así que le presenté una contraoferta. Aceptó. Más que un encargo, la propuesta de Ester fue un estímulo que originalmente me llegó con forma de encargo.

En Mallorca el verano es casi un estado mental.
El verano lo vivimos casi con fanatismo. Tanto que casi te oprime.

Una novela muy alejada en todos los sentidos de tu obra anterior, Tots els mecanismes.
Tots els mecanismes me supuso una cantidad de trabajo brutal. Eran 650 páginas que explican tres o cuatro historias que se van cruzando en diferentes planos temporales. Quedé con la cabeza bastante atrofiado. Quería meterme en una historia más cómoda para mí, más feliz, de lo que pusiera temas escabrosos encima de la mesa. Aquel era un relato muy negro basado en hechos reales de corrupción y asesinatos que todavía no están resueltos.

¿Te afectó emocionalmente, su redacción?
Intelectualmente fue una novela complicada. Esta se puede leer en poco más de dos horas. Es como una película. Y cuando la acabas recuerdas qué ha pasado 50 páginas atrás, no como Tots els mecanismes, que casi la tienes que leer tomando notas para tenerla toda en la cabeza. Es un texto más relajante, que me toca más de cerca, con experiencias vividas que no deriva de un trabajo de documentación, ni de ir a buscar testigos o ir a hacer entrevistas. Solo tenía que hacer memoria, pensar y recordar cómo me sentía en aquellos momentos, cómo eran aquellas calles, cómo eran aquellas playas.

¿La satisfacción al acabar dos relatos tan diferentes, es la misma?
Sí. Y eso también es un aprendizaje para mí: aprender que tampoco hace falta romperse tanto la cabeza para escribir una buena novela. A pesar de que una era una novela puzzle, con cosas que discurren a diferentes niveles, y encajar todas las piezas también es muy satisfactorio. Aquí es más sencillo y más abarcable.

Tirando de ideas preconcebidas, esta novela hace más para un escritor que empieza que para alguien ya con tu trayectoria.
Con el tiempo tienes más oficio y más capacidad de no cagarla tanto o de una manera tan evidente. Cuando empiezas a escribir todo son trampas. Soy profesor de la Escola d'Escriptura y me he dado cuenta de que a los escritores que empiezan les cuesta encontrar allí donde tienen que ir a picar piedra. Me he encontrado con gente que puede escribir muy bien, pero que pica piedra en un lugar que no toca.

Si tienes un personaje y no tienes una buena historia, tienes un amigo imaginario, un fantasma

Encontrar la voz.
Encontrar la voz y encontrar los temas. Temas que puedan ser buenos e interesantes. Y el personajes. Personajes con los que puedas tocar fibras psicológicas.

¿Qué es más importante encontrar una buena historia o encontrar buenos personajes?
No tiene sentido separarlo, porque es como decir la cara y la cruz de la misma moneda. Va junto. Si tienes personajes, pero no tienes historia, no tienes personajes. Porque un personaje es una historia. Si tienes un personaje y no tienes una buena historia, tienes un amigo imaginario, un fantasma. Alguien que te hace compañía. Pero un personaje es una trayectoria. Es un problema y qué hará ante este problema. Qué pasará antes, qué pasará después y dónde llegará. Es todo eso un personaje. Si solo tienes alguna de estas cosas, no lo acabas de conocer. Solo lo conoces verdaderamente cuando llegas allí, lo pones en aquella decisión y es él quien decide la dirección que coge. Te pones en aquella tesitura y te preguntas qué harías y qué tiene que hacer el personaje para que tenga interés desde el punto de vista dramático y psicológico. De niño no hice las fechorías que hace el protagonista de El dia de la balena, pero me puedo imaginar haciéndolas.

Este es el hecho de que os distingue como escritores: partir de material autobiográfico y convertirlo en una novela.
La gente no tiene que comprar tu vida, tiene que comprar literatura. La literatura es un prisma, la cristalización de una experiencia y una manera de mirar. Y eso puede venir de la vida o puede venir de la imaginación. Para mí, lo más interesante es cuando viene de los dos lados y ya no puedes distinguir qué viene de uno y que viene del otro.

La gente no tiene que comprar tu vida, tiene que comprar literatura. La literatura es un prisma, la cristalización de una experiencia y una manera de mirar

Podríamos caer en el error de menospreciar El dia de la balena por ser una novela con protagonistas adolescentes, cuando es un género que ha dado títulos capitales de la historia de la literatura.
Hay grandes libros protagonizados por adolescentes, desde El guardián entre el centeno de David Salinger a Las tribulaciones del joven Törless de Robert Musil. Son clásicos de la literatura universal. Algunas de las últimas novelas de Philip Roth, también son de experiencias biográficas de su juventud. Es una idea estúpida creer que es un género menor. Por esta regla de tres, ¿los escritores de 70 años, solo pueden escribir novelas para lectores de 70 años?

¿La edad os hace mejores escritores?
Querría pensar que sí. Cuanto más tiempo dedicas a hacer una cosa, más perfeccionas tu oficio. Pero también hay otras cosas que se pierden.

Entrevista Melcior Comes, escritor / Foto: Roser Gamonal
Melcior Comes durante su entrevista con Revers de ElNacional.cat / Foto: Roser Gamonal

¿Qué?
Vigor, fuerza, fantasía... En cambio te acercas a aquello que denominan estilo tardío, de prosa muy depurada y limpia, la del escritor súper sabio que habla como un oráculo. Las últimas novelas de García Márquez, por ejemplo, tienen este aire sapiencial. Un estilo que es muy difícil que lo tenga un escritor de 25, 30 o, incluso, 40 años. Cuando tienes 25 años piensas que ya lo sabes todo. Con el tiempo miras retrospectivamente y descubres que no tenías ni puta idea de nada.

Más allá del relato iniciático central, El dia de la balena también también es (como casi todas las novelas) testigo de un lugar y un tiempo muy concreto: la isla de Mallorca en la década de los noventa con la eclosión del expansionismo y el capitalismo más salvaje.
También son cosas que aprendes a posteriori, porque en aquel momento no lo veíamos así. Éramos niños y no nos preocupaba que se abrieran multitud de negocios y que viniera cuanta más gente mejor. Pensábamos que vivíamos en El Dorado. Eso fue así hasta los 2000. Fueron, prácticamente, 15 o 20 años de implosión: crecieron los pueblos, se demolieron las casas viejas, los hoteles crecieron, y, aún suerte, que se protegieron los espacios naturales, porque si no todo hubiera quedado absolutamente arrasado. La Mallorca de los alemanes nació entonces, cuando cae el muro de Berlín, Alemania empieza a crecer económicamente, se crea una clase media-alta con mucho poder adquisitivo que empieza a comprar terrenos y casas por toda la isla. Todo eso ha ido a peor. Y después de la pandemia todavía adquiere un aire más terminal. Actualmente estamos recibiendo a 15 millones de turistas. Tenemos una densidad de población igual a la de ciudades como Bombay. Eso genera que tengas esta sensación de desposesión, de que tu casa ya no es tu casa, que nadie habla tu lengua. Mallorca actualmente tiene cosas de paraíso, de infierno y de perversión.

Mallorca actualmente tiene cosas de paraíso, de infierno y de perversión

Y la literatura... ¿Qué papel juega con todo eso? ¿De testigo? ¿De denuncia?
En general, la literatura que hacemos los autores mallorquines es muy crítica y muy dura. Tenemos esta sensación de alienación. Es como el cuento de Cortazar de la Casa tomada. Tenemos esta impresión que van entrando, van entrando, van entrando y finalmente ya no tienes un lugar donde ir porque tu casa ya no es tu casa. Es un lugar que te lo han expropiado, que ya pertenece a otro. Y ya no es que tú vivas del turismo, sino que es el turismo quien vive de ti.

El turista es el amo.
Eso mismo. Las primeras novelas de Villalonga ya hablaban del fenómeno turístico y, hasta cierto punto, autores como Alzamora y Pere Antoni Pons también van por aquí.

La literatura que hacemos los autores mallorquines es muy crítica y muy dura. Tenemos esta sensación de alienación

Es fascinante la cantidad de expresión artística, desde la literatura a la música, en lengua catalana que ha surgido las últimas décadas desde las islas, muy especialmente en Mallorca.
Puede ser que haya una densidad anómala de creadores en Mallorca. Y cuando ya hay muchos creadores, eso hace que la gente quiera ser más creativa, porque hay más estímulos. Yo siempre he vivido con esta idea que el escritor era alguien próximo del pueblo que escribía y publicaba y hacía presentaciones. No era una figura lejana, sino alguien conocido, popular y respetado y admirado por todo el mundo.

¿Cuáles eran tus referentes?
Baltasar Porcel para nosotros fue muy importante. Era un escritor muy conocido y muy leído. Escribía cada día en La Vanguardia, tenía todos los premios imaginables, publicaba en las mejores editoriales. Y además, también hablaba de esta Mallorca que tú vivías. Aquello que leías era muy parecido a las historias que conoces o las experiencias de tus padres o tus abuelos. Otro muy importante fue Guillem Frontera. Y con ellos, otros que quizás en Catalunya no son tan conocidos, como Alexandre Ballester, un dramaturgo de mi pueblo.

¿Cuando empezaste, escribir en catalán era un hecho natural o había una conciencia de militancia?
Yo no era militante, para a mí escribir en catalán era realidad. Yo aprendí que las cosas estaban en peligro, más tarde, cuando empecé el instituto. Tuve los típicos profesores de catalán y de historia que nos advertían que todo eso estaba en peligro. Pero antes, no. Antes de eso era la lengua familiar. Ahora, sin embargo, dices buenos días y parece que hayas hecho una declaración unilateral de independencia. También tengo que decir que una de mis grandes decepciones fue al llegar a Barcelona con 18 años.

Por las calles de Barcelona no se respira catalanidad

¿Por qué?
Llegué con la idea de que Barcelona era la capital de una cierta catalanidad y... nada de nada. Me sentí engañado. Me habían hecho creer que aquí encontraría un ideario de país, que solo intuí en ciertos sectores políticos o ámbitos cultural y universitarios. Pero en general, nada. Por las calles de Barcelona no se respira catalanidad.

¿Cuál es la realidad actual de la lengua en Mallorca?
En los pueblos todavía se habla. Pero en la capital... Las capitales son diferentes y están superpobladas. Y aunque no es un tema de la novela, también está allí.

Desde los 18 en Barcelona... ¿Tú de dónde te sientes?
Un poco de los dos lados. Lo que pasa es que todavía escribo mucho sobre Mallorca, porque es donde me formé y adquirí mi sistema de valores. Pero ahora ya llevo más años aquí que allí y supongo que en mis novelas tendría que empezar a tratar más la realidad catalana.

Banda sonora de Revers para escuchar mientras se lee nuestra entrevista a Melcior Comes, escogida por él mismo.