Imagen principal: Represión de la policía franquista contra la manifestación Llibertat, Amnistia i Estatut d'Autonomia (1976) / Foto: Manel Armengol y otros

Madrid, 28 de enero de 1919. Hace 100 años. Cortes españolas. Los diputados de los partidos catalanistas (Lliga Regionalista, Partit Republicà Català, Federació Democràtica Nacionalista y Partit Nacionalista Republicà), que sumaban veintinueve de los cuatrocientos doce escaños de la cámara, retiraban el proyecto de Estatut, aprobado de forma unánime por todos los partidos representados en la Mancomunitat. La prensa de la época revela que la cámara española fue convertida en un aquelarre de patrioterismo español rabiosamente inflamado, que señaló inquisitorialmente la propuesta catalana como la amenaza más temible a la unidad de España. Los diputados de los partidos dinásticos (conservadores y liberales) y los republicanos, librados a un espectáculo dantesco de gritos, insultos y escupitajos, hicieron frente común para impedir, incluso, las sesiones de debate.

El primer '¡no!' español: el Estatut de 1919

El año 1914 Enric Prat de la Riba –líder de la Lliga Regionalista (el partido hegemónico en Catalunya)–, culminaba un largo proyecto iniciado con la crisis de Cuba (1898): la Mancomunitat. Aquella primera y tímida descentralización tenía el objetivo de recuperar el autogobierno liquidado en 1714 por el régimen borbónico “por justo derecho de conquista”. Y cuatro años después (1918), la clase política catalana (de todos los colores y de todas las ideologías) aprobaba el primer Estatut de la historia contemporánea de Catalunya. Pero la esperpéntica reacción de la clase política española provocaría un descalabro en la sociedad catalana y marcaría el inicio de un camino sin retorno. La Oda a la Pàtria de Maragall (1898: "Escucha España, la voz de un hijo que te habla"), quedaría sobradamente superada por la proclama de Cambó (1919: "¿Monarquía?, ¿República?, ¡Catalunya!").

Manifestación de apoyo|soporte al Estatuto de 1918. Fuente Archivo de El Nacional

Manifestación de apoyo al Estatut de 1918 / Fuente: Archivo de El Nacional

El segundo '¡no!' español: La República catalana de 1931

El 14 de abril se hacía público el triunfo de los partidos republicanos en los comicios municipales del día 12, que todo el mundo –en Catalunya y en España– quería interpretar en clave de plebiscito. Pero cuando Macià (el gran ganador de aquellos comicios) proclamó la República catalana dentro de la Confederación de Repúblicas Ibéricas, saltaron todas las alarmas de la clase política española. De la vieja y de la nueva. El gobierno de la República prometería a Macià un amplio autogobierno a cambio de retirar la proclama. Pero por otra parte, con la complicidad de los monárquicos, promovería y atizaría un estado de crispación y hostilidad de gran envergadura que se escenificaría con campañas de boicot en los productos catalanes y con mítines contra el proyecto de autogobierno catalán. El Estatut de 1932 –refrendado por el 99% del electorado catalán– sería asquerosamente manipulado y recortado por las Cortes republicanas.

Manifestación de apoyo|soporte al Estatuto de 1932. Fuente Archivo de El Nacional

Manifestación de apoyo al Estatut de 1932 / Fuente: Archivo de El Nacional

El tercer '¡no!' español: el Estat Català de 1934

Las proclamas de Macià (1931) y de Companys (1934) no eran claramente independentistas. En realidad abrían el melón del modelo de estado, que en España significaba –y significa– la caja de los truenos. Companys proclamó el Estat Català dentro de la República Federal Española, y Catalunya –como había pasado con el presidente Macià– abría el camino hacia un modelo confederal que tenía que consagrar el derecho a la autodeterminación de los pueblos de España. La experiencia de Macià había acabado con una soberana traición (de la izquierda española) y la de Companys acabó con un brutal escarmiento (de la derecha española): el ejército español salió a las calles de Catalunya, como lo habría hecho en un territorio colonial u ocupado, y aquel operativo se saldaría con 74 muertos, 252 heridos, el encarcelamiento y condena del gobierno de Catalunya y la intervención de la Generalitat.

El gobierno de Catalunya y la manifestación de apoyo|soporte a la proclamación del Estado catalán (1934). Font Enciclopedia

El gobierno de Catalunya y la manifestación de apoyo a la proclamación del Estat Català (1934) / Font: Enciclopèdia

El cuarto '¡no!' español: la rebelión militar franquista de 1936

La diferencia entre traición y escarmiento la marcaría el color político del gobierno de la República. El 1931, era un ejecutivo de izquierdas donde el PSOE tenía peso y participación. Y en 1934, era una coalición involucionista de derechas que se había marcado el objetivo de liquidar el autogobierno catalán. Pero la rebelión militar de 1936, mostraría una gradación no vista desde 1714. Se afirma que la espoleta que hizo estallar aquella guerra fue el asesinato del líder ultraderechista Calvo Sotelo. Pero en cambio, generalmente se pasa por alto que, tan sólo tres meses antes (mayo 1936), el presidente y los consellers de la Generalitat (condenados a treinta años de prisión por los Fets del Sis d'Octubre de 1934); habían sido amnistiados, y el autogobierno de Catalunya había sido restaurado. La República, a ojos de la España atávica y eterna, se manifestaba incapaz de acabar con la pretendida amenaza catalana.

El quinto '¡no!' español: la Constitución de 1978

Fue Queipo de Llano, uno de los cabecillas de la rebelión militar de 1936, el que proclamó "Convertiremos Madrid en un vergel, Bilbao en una gran fábrica y Barcelona en un inmenso solar". Y fue Giménez Caballero, uno de los principales ideólogos de la Falange, el que proclamaría "Te maté porqué eras mia", referido a Catalunya. La dictadura franquista convertiría el '¡no! atávico español en la sacrosanta divisa del régimen. Y la Constitución española de 1978 se manifestaría incapaz de superar la herencia franquista. La Generalitat fue restaurada mucho antes de la promulgación de la Constitución, pero el Estatut de 1979 no sería más que una sombra del proyecto de autogobierno que, pocos años antes, había formulado la oposición clandestina al franquismo. El famoso cepillo –y la UCD y el PSOE– se convertían en los tristes protagonistas del quinto '¡no!'.

Pasquín contra el Estatuto de Catalunya de 1932. Fuente Wikimedia Commons

Pasquí contra el Estatut de Catalunya de 1932 / Fuente: Wikimedia Commons

El sexto, séptimo, octavo y noveno '¡no!': la reacción española al desafío catalán

Todo lo que se pueda decir a partir de aquí ya no es historia, sino actualidad. Desde el 2006, Catalunya vive inmersa en un bucle temporal que recuerda la celebrada película El día de la marmota o, si se mira fríamente, el "día de la mazmorra") y que ha precipitado el séptimo '¡no!' (2014: la consulta popular por la independencia); el octavo '¡no!' (2017: el referéndum por la independencia) y el noveno '¡no!' (el exilio forzado y la brutal sentencia condenatoria a los líderes políticos y sociales del independentismo).

¿Y el décimo?

Sólo queda esperar el décimo. En una España que se revela como el imperio atávico y eterno del '¡no!', donde la cita del intelectual Miguel de Unamuno, a pesar de haber sido formulada hace más de un siglo (1904) es más actual que nunca:  “Merecemos perder Cataluña. Esa cochina prensa madrileña (sería perfectamente extensible a la clase política y al poder económico) está haciendo la misma labor que con Cuba. No se entera. Es la bárbara mentalidad castellana, su cerebro cojonudo... tienen testículos en vez de sesos en la mollera”.